¿Por qué nos volvemos conformistas?

¿Por qué nos volvemos conformistas?

¿Por qué nos volvemos conformistas?

Última actualización: 08 de febrero de 2017

No es extraño mirar atrás y darse cuenta de que hubo un tiempo en el que no éramos conformistas. Soñamos con llegar lejos, queríamos hacer nuestra vida memorable. Pero en algún momento pasó algo y cambiamos de rumbo.

Nos volvemos conformistas por varias razones: porque dependemos de otras personas, porque tenemos baja autoestima, por falta de motivación o por miedo a algo… Uno o varios de estos factores limitan nuestro desarrollo y nuestro crecimiento personal y nos impiden traspasar el umbral de lo "justo y necesario".



Cada uno de nosotros, en efecto, puede decidir vivir como quiera y desde aquí podríamos decir que todo empieza. Unos harán poco, otros mucho, y otros sólo lo necesario para seguir adelante sin involucrarse demasiado en asuntos más exigentes.

El factor “extra” o valor añadido en cualquier aspecto de la vida (es decir, hacer más y comprometerse con el deseo de ser mejor) eso es lo que hace la diferencia. Porque este valor agregado o plus, además de ser una forma de cambiar el entorno, de dejar una huella de la propia existencia, es también lo que define el destino de cada uno de nosotros, nuestro progreso y nuestros límites.

Conformistas porque hacemos lo estrictamente necesario

El conformismo está íntimamente ligado al nivel de interés y necesidad que nos aplicamos. Solo aquellos que están comprometidos con el logro de sus metas pueden construir una vida que florezca a cada paso. Hacer lo estrictamente necesario, por otro lado, simplemente significa renunciar a la mejor parte de la vida.

Por supuesto, a menudo no nos damos la oportunidad, o el regalo, de tratar de responder a una pregunta simple y enigmática: ¿hasta dónde podemos llegar? En la base de esta actitud se encuentra, sobre todo, la desconfianza y el miedo a marcar la diferencia.. Condición que se traduce en pereza o indiferencia, base sobre la que se construirá una vida que “no sabe a sal ni a pimienta”.



Por supuesto, ni siquiera se trata de hacer demasiado que hacer. A veces, tratando de hacer más, haces menos. Como dice el viejo dicho popular, “los que nada quieren con demasiada fuerza”. El secreto es poner un toque de excelencia en todo lo que hacemos todos los días, por pequeño que sea. Valoramos nuestras acciones, porque cada una de ellas nos permite dejar una huella de nuestro paso por el mundo.

Que se comprometan otros...

Hay personas que luchan por crecer. Saben que seguir comportándose como niños es algo que conlleva grandes limitaciones, pero también muchos beneficios. Uno de ellos es nunca tener que enfrentar la ansiedad de tomar decisiones, resolver problemas o asumir la responsabilidad de los errores..

Da igual la edad: a veces hasta los adultos se comportan como niños. Uno de los aspectos que más caracteriza a estas personas es la actitud de “dejar que otros lo hagan”. En cualquier situación incómoda o comprometedora, dejan actuar a los demás.. No quieren ser ellos los que lleven esta carga: por eso están los demás.

En definitiva, vivir de lo que hacen los demás nos hace conformarnos y también puede llevarnos a anular nuestras capacidades y potencialidades.. Estos solo emergen cuando la vida nos pone a prueba con circunstancias difíciles.

Lo curioso es que cuanto más delegamos en otros las responsabilidades y los riesgos de la vida, más crece en nosotros la desconfianza hacia nuestras cualidades. Entramos así en un círculo vicioso. Sin embargo, al dejar la tarea de actuar a otros, podemos perdernos las emociones y experiencias más intensas y constructivas de la vida..



Baja autoestima y falta de motivación.

Cuando tenemos baja autoestima o baja motivación tendemos a caer en el conformismo. Por un lado, porque somos incapaces de realizar un determinado trabajo y, por otro, porque no tenemos el impulso o la energía necesarios, e incluso fundamentales, para iniciar o llevar a cabo cualquier proyecto.

Un caso ilustrativo es el de los niños. Muchas personas, cuando tienen la responsabilidad de otras personas dependientes, encuentran también la motivación que les impulsa a crear y construir. Y es en este punto cuando dejan de ser conformistas, al menos en este aspecto. A veces, incluso una situación límite se convierte en una motivación: saber que puedes hundirte si no haces algo.. Por eso, las grandes encrucijadas de la vida no siempre tienen consecuencias negativas.


La autoestima y la motivación van de la mano y pueden ser fundamentales en el nivel de conformidad de cualquier persona. Quien no cree en sí mismo o piensa que no puede contar con un empujón extra para hacer y crear, ciertamente se desalienta y no hace más de lo necesario para lograr un objetivo.

Añade un comentario de ¿Por qué nos volvemos conformistas?
¡Comentario enviado con éxito! Lo revisaremos en las próximas horas.