Perder el tiempo es tan importante como usarlo

Perder el tiempo es tan importante como usarlo

A veces, perder el tiempo significa ganar la vida. Porque a diferencia de lo que nos han hecho creer, el tiempo no es ni dinero ni oro. Permitirnos momentos de ocio y en los que limitarnos a ser, sentir y disfrutar de las cosas es sinónimo de bienestar y felicidad.

Perder el tiempo es tan importante como usarlo

Escrito y verificado por el psicólogo. ObtenerCrecimientoPersonal.

Última actualización: 19 de febrero de 2022


Perder el tiempo es un concepto muy relativo. Tanto es así que sería útil revisar un poco esta idea e incluso aplicarla desde otro punto de vista: el de una herramienta de bienestar válida. Pensemos: vivimos en una sociedad que nos ha convencido de que el tiempo es "oro" y que cada segundo de nuestra vida hay que vivirlo para obtener una ventaja, un beneficio.


Aceptar este enfoque nos acerca literalmente a ese laberinto familiar y recurrente de dolencias como el estrés y la ansiedad. Estas son aquellas condiciones que, como un termómetro, reflejan una enfermedad latente de nuestro mundo, a saber, la de desatendernos a nosotros mismos. Por otro lado, el tiempo no es oro, ni plata ni cobre: ​​el tiempo es vida.

Saber gestionarlo y permitirnos no hacer nada de vez en cuando, limitándonos en cambio a “ser, sentir y permanecer”, nos permite ganar salud. Sin embargo, nos cuesta mucho llevar esta idea a la práctica. Cuando pasamos muchas horas de nuestra vida en modo “productividad”, hasta la mente llega a interpretar que tumbarse en el sofá y descansar es perder el tiempo.

Por otro lado, el Dr. Alex Soojung-Kim Pang, experto en gestión del tiempo y también conocido por su trabajo como consultor en Silicon Valley, explica en su libro Descanso: por qué obtienes más cuando trabajas menos que es hora de hacer una revisión exhaustiva de nuestro estilo de vida y trabajo.



Debemos ser conscientes de que, a veces, perder el tiempo significa ganarlo; es permitirnos recargar las pilas y encontrar la calma en el desorden.

Trabajar mejor no significa trabajar más, sino trabajar menos, con mayor productividad y mejor descanso.

-Alex Soojung-Kim Pan-

Perder el tiempo es ganar en términos de vida

Max Weber, reconocido filósofo, economista y sociólogo de principios del siglo XX, nos ha dejado una válida reflexión que parece haberse dispersado en el tiempo. En su opinión, con la llegada de la revolución industrial, la gente comenzó a experimentar el trabajo casi como un principio moral. Trabajar ya no era solo una forma de ganar dinero para la subsistencia, era (y es) mucho más que eso.

El trabajo es para muchos una herramienta para dignificar al ser humano. La actividad es productividad, es recreación y es un medio para contribuir a la sociedad. Todo esto está claro, pero a veces lo llevamos al extremo. Hasta tal punto que muchas personas son incapaces de relajarse, lo que resulta en una genuina frustración, e incluso culpa, cuando no hacen nada.

El planteamiento de que la inactividad es sinónimo de perder el tiempo provoca un deterioro psicológico. Un ejemplo lo da un curioso estudio realizado en la Universidad de Mainz, en Alemania, por el Dr. Leonard Reinecke. Un dato interesante surge de este estudio: la mayoría de nosotros nos juzgamos negativamente cuando pasamos tiempo frente al televisor.

Disfrutamos viendo películas y series, pero una parte de nosotros muchas veces actúa como un juez severo. ¿La razón? Nos quejamos de la inactividad y del hecho de que estamos perdiendo el tiempo.


No actúes como el conejo blanco de Alicia en el país de las maravillas.

-¡Estoy apresurado! ¡Tengo prisa, es tarde! - dijo el conejo blanco de Alicia en el país de las maravillas. Este simpático personaje es un icono y representa como ningún otro la imagen de esa intolerancia que define a muchos: la de la hiperocupación. Seamos realistas: siempre tenemos algo que hacer, siempre estamos ocupados mirando el reloj y con la indefinible angustia de no poder cumplir con nuestro deber.


Estos comportamientos también están alimentados por la hiperresponsabilidad y por exigirse demasiado a uno mismo. Debemos hacerlo de manera inmediata y perfecta, dos dimensiones que ciertamente nos conducen hacia el abismo de la ansiedad y esos estadios psicológicos que tanto agotan.


La cultura de la productividad y la perfección nos ha hecho culpables simplemente por darnos tiempo para "no hacer nada". A veces, incluso cuando estamos disfrutando de unas merecidas vacaciones, nuestra mente nos tortura con pensamientos de todas las cosas que creemos que debemos hacer.

Date tiempo, obsesionate con la vida

A veces perder el tiempo no nos quita nada; al contrario, nos da vida. Ha llegado el momento de eliminar los "debería" y "debe" de nuestra mente. Es el momento adecuado para permitirnos volver a ser niños, dejándonos llevar por el aburrimiento, incluso desde esa dimensión donde finalmente surge la voz de nuestro ser interior, que se siente libre, relajado y hasta juguetón.

El arte de no hacer nada está permitido y practicarlo durante varias horas al día no deja moretones, sino que abre puertas. La mente se aclara, florece la creatividad, la reflexión y el ruido de la intuición. De hecho, como ya señaló el Dr. Alex Soojung-Kim Pan en su libro Descansar ('descansar') citado anteriormente, debemos entender que trabajar mejor no significa necesariamente trabajar más. Demuestra, de hecho, que trabajando menos horas somos más productivos y que nuestra calidad de vida mejora.


Aprendemos, pues, a apasionarnos por ese don excepcional que, por mucho que deseemos con todas nuestras fuerzas, es sin embargo limitado; obsesionémonos con el tiempo. Nos damos una dosis de calidad de vida y la oportunidad de limitarnos simplemente a vivir, existir, estar, estar y disfrutar del mundo a través de los cinco sentidos.

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