Olvidar nos ayuda a tomar decisiones más inteligentes, según un estudio

Olvidar nos ayuda a tomar decisiones más inteligentes, según un estudio

¿Eres de esas personas que solo captan lo esencial y olvidan los detalles? La ciencia descubre que lo que comúnmente se consideraba una "mala memoria" en realidad podría ser un mecanismo muy útil para ayudarnos a tomar decisiones más inteligentes y adaptables.

"En el uso práctico de nuestro intelecto, olvidar es tan importante como recordar", escribió en el pasado el psicólogo William James. Ahora, investigadores de la Universidad de Toronto han adoptado esta idea para desarrollar una nueva teoría sobre la importancia del olvido.



Más no siempre es mejor

La dificultad para recordar ciertas cosas siempre se ha considerado un defecto de memoria, una falla en el sistema de almacenamiento y recuperación de información. Esto se debe a que pensamos en la memoria como un almacén estático de información y recuerdos en el que perder algo equivale a una deficiencia.

En las últimas décadas, se ha descubierto que la memoria es una función cognitiva mucho más compleja, no solo un depósito de información. De hecho, la función principal de la memoria es ayudarnos a optimizar la toma de decisiones. Nos permite utilizar nuestras experiencias y la información que tenemos almacenada para evaluar las consecuencias de diferentes alternativas y elegir la más conveniente.

Sin embargo, acumular demasiada información no nos garantiza tomar las mejores decisiones. De hecho, en algunos casos incluso puede resultar contraproducente. Los investigadores indican que “la persistencia de la memoria aplicada a aspectos transitorios o inusuales del mundo transitorio es dañina, ya que puede conducir a comportamientos inflexibles y / o predicciones erróneas. La persistencia solo es útil cuando retiene aquellos aspectos de la experiencia que son relativamente estables y / o predicen nuevas experiencias ".

Esto significa que debemos eliminar de nuestro archivo toda la información irrelevante que pudiera afectar el proceso de toma de decisiones, sacando detalles innecesarios. Al eliminar la información que no es importante, el cerebro puede dedicar más recursos cognitivos a la toma de decisiones y lo hará con mayor rapidez.



¿Cómo funciona recordar y olvidar?

Para sacar un recuerdo o información se produce una reactivación de las neuronas que estaban activas en el momento en que se realizó la codificación. Es decir, nuestros cerebros reactivan esas conexiones sinápticas. A esto se le llama "persistencia".

Por el contrario, el olvido implica una alteración, modificación o desestabilización de estas conexiones sinápticas. Y esto se llama "fugacidad". Y es en ese preciso momento que se produce el olvido o que los recuerdos se "contaminan".

Lo interesante es que un entorno estimulante favorece la neurogénesis en el hipocampo, incluso en adultos. A medida que estas nuevas neuronas maduran, comienzan a conectarse y remodelar continuamente los circuitos del hipocampo. Este proceso de reestructuración es competitivo, lo que significa que las nuevas conexiones reemplazan a las antiguas, las que ya no tienen sentido.

El equilibrio entre este proceso de persistencia y fugacidad es precisamente lo que nos permite tomar decisiones más inteligentes.

¿Cómo nos ayuda el olvido a tomar decisiones más inteligentes?

¿Por qué nuestro cerebro usa tanta energía para almacenar recuerdos y luego borrarlos? ¿Cómo es que el olvido nos permite tomar mejores decisiones?

Por un lado, hay que tener en cuenta que en un mundo en constante cambio, muchos de los datos que tenemos almacenados se vuelven obsoletos rápidamente, por lo que es importante sustituirlos por contenidos más actuales.

Si respondemos a los desafíos del entorno actual con información obsoleta, nuestra respuesta no será adaptativa, pero probablemente nos cause problemas. Para evitar esto y hacer espacio en nuestra memoria, necesitamos poder "borrar" información innecesaria que se ha vuelto obsoleta.


Por otro lado, el olvido facilita la denominada “regularización”, proceso mediante el cual limitamos el archivo de datos irrelevantes para priorizar generalizaciones que nos permitan tomar decisiones con rapidez. Es decir, nuestra memoria funciona así: primero recopilamos mucha información, que es útil para sacar conclusiones, pero una vez que hemos hecho esa generalización, ya no necesitamos los detalles y los borramos.


De esta forma, cuando necesitamos tomar una decisión, no tenemos que acceder a todos los detalles, sino solo a la generalización a la que hemos llegado. Esta economía de recursos nos permite activar otro tipo de información relevante para la toma de decisiones y, por supuesto, nos ayuda a decidir más rápido porque vamos directo al grano.


 

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