No querer sufrir causa sufrimiento

No querer sufrir causa sufrimiento

No querer sufrir causa sufrimiento

Última actualización: 28 agosto 2020

Puede parecer increíble, pero en la última década se ha impuesto un mandato social que nos impone la obligación de ser felices a toda costa. sin querer sufrir se ha convertido en una consigna a la que muchos se adhieren sin pensarlo dos veces.

Muchos hablan de un "régimen dictatorial de la felicidad" y otros dicen, como la analista Ima Sanchis, que "la felicidad se ha convertido en un instrumento de tortura". Paradójicamente, nunca antes la depresión había sido una enfermedad tan extendida. De una forma u otra, el no querer sufrir se ha convertido en una enorme fuente de sufrimiento.



Son muchos los que sienten una marcada aversión a todo lo que llaman "negativo". Que nadie hable de sufrimiento, que nadie se queje o muestre signos de pesimismo. Como si todos formáramos parte de una gran obra en la que el dolor está prohibido. Como si de repente dejáramos de ser humanos. En gran medida, no querer sufrir significa no querer vivir.

“El sufrimiento y el amor tienen una capacidad de redención que los hombres han olvidado o, al menos, descuidadoâ€

-Martin Luther King-

La prisión de no querer sufrir

Pocas personas dicen a sabiendas que quieren sentir dolor. El discurso cambia, sin embargo, cuando se pasa al nivel del inconsciente. El hombre es el único ser que tropieza mil veces con la misma piedra. Una y otra vez camina a ciegas ante situaciones que le causan sufrimiento.

Ciertamente no debemos buscar el sufrimiento, sino prestar atención a esta tendencia para evitarlo a toda costa. El dolor en la vida no se elige y tratar de negarlo, excluirlo o ignorarlo no nos hace más felices. Al contrario, podría ser el comienzo de un dolor más difícil de sobrellevar.



Lo más desconcertante de este deseo actual de no querer sufrir es que se trata de una especie de obligación de simulación. Si nos preguntan: "¿Cómo estás?", y nos sentimos mal, se vuelve obligatorio mentir. La respuesta debe ser: "Muy bien". Si respondemos “Malo. Estoy sufriendoâ€, probablemente muchos se alejarían de nosotros como si tuviéramos la peste.

Felicidad falsa

El psicoanalista Luis Hornstein afirma que a su clínica acuden muchas personas con patrones similares de sufrimiento: excesiva dependencia de los demás, severa confusión de valores, altibajos de autoestima, dificultad para establecer relaciones de pareja significativas, etc.

Ya no estamos en los días de Freud, cuando las personas que solicitaban una visita al psicólogo tenían dolores desconocidos y particulares. El sufrimiento se ha estandarizado en el mundo actual.

El deseo de no querer sufrir también se ha vuelto estándar. Es por esto que muchos requieren una visita para dejar de sufrir. No para comprender el significado del sufrimiento y reelaborarlo, sino para eliminarlo. Al no lograrlo, terminan abandonando la psicoterapia y sumergiéndose en el amor ciego, la obsesión invasiva o el cinismo evasivo.

Hemos olvidado que todos necesitamos del sufrimiento para crecer. El dolor emocional nos permite deshacernos de fantasías imposibles y aprender a sobrellevar limitaciones y pérdidas. Ambos elementos, límites y pérdidas, son una constante desde que nacemos hasta que morimos. Aprendemos a soportar el dolor cuando lo enfrentamos, no cuando lo evitamos.


aprender a ser feliz

La felicidad va más allá de un éxito o un momento de euforia. Es más que un par de frases positivas hechas a medida. Logramos ser felices cuando aprendemos a aprovechar al máximo cada experiencia que hemos vivido. Cuando aprendemos a confiar en nuestra capacidad para afrontar, con altibajos, lo que nos permite existir.


La mayor felicidad se encuentra en ser, no en parecer. Destaca por la actitud que lo acompaña. Es una actitud serena, que demuestra paz interior y equilibrio. No es un hecho constante, es un trabajo permanente para adoptar perspectivas más constructivas.


Somos un poco más felices cuando aceptamos que somos seres vulnerables, expuestos a la incertidumbre y sujetos a la limitación. No querer sufrir, en cambio, significa estar en una condición opuesta a la felicidad. Negar el sufrimiento es negarnos a nosotros mismos. También significa renunciar al crecimiento que viene con todo dolor y que nos puede enseñar a ser mejores.

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