No importa lo que damos, sino cuánto amor le ponemos

No importa lo que damos, sino cuánto amor le ponemos

No importa lo que damos, sino cuánto amor le ponemos

Última actualización: 13 de enero de 2017

Dar es un acto de fe, cuya única prueba real es el amor. Es un acto de cariño que surge del corazón y se contagia con los ojos cerrados. Y es la cantidad de bien implícita en este acto lo que mide su fuerza. De hecho, dar sin ningún otro propósito puede ser simple, pero ofrecer voluntariamente y con sinceridad no lo es.



Entonces, no: no solo cuenta lo que eres capaz de dar a los demás o recibir de ellos, sino también el amor que inviertes o acumulas en cada acción. Parece una contradicción, pero para poder llenar nuestra alma, es necesario compartir la intensidad emocional que hay en ella.

El acto de dar puede llenar tanto como el acto de recibir

Parece que la idea de recibir algo de alguien implica la idea de sumar, mientras que el concepto de dar implica el de restar. Es probable que a veces estas dos cosas coincidan, y que así sea, pero hay muchos otros casos en los que se contradice esta ley: a veces no nos damos cuenta, pero la ofrenda puede alimentarnos tanto o más de lo que obtenemos.

“De lo que ganamos, podemos vivir; sin embargo, lo que damos construye vida”.

-Arthur Ashe-

Es cierto que ambos son importantes. De hecho, dar con el corazón abierto, por el mero placer de hacerlo, vale tanto como saber recibir algo de los demás. Tanto una como la otra acción implican una dinámica que debe producirse recíprocamente, generando felicidad y satisfacción personal.


Recibimos y ganamos, pero damos y podemos ganar aún más. Los antiguos griegos ya consideraban en el pasado que la inteligencia emocional de las personas residía en el corazón. Por eso, lo realmente importante es el amor que entregas a los demás a través de lo que das y la emoción que recibes cuando te dan algo, no el acto superficial de hacerlo.


El corazón se alimenta y late con energía, gracias al equilibrio entre dar y recibir.

Cuando dar es también dar

Siguiendo esta línea de pensamiento, es seguro decir que hablar de dar y recibir con el corazón significa darnos como personas y acoger lo que los demás nos quieren transmitir. Las relaciones interpersonales no son más que esto: un pedacito de nuestra alma vuela hacia los demás cada vez que damos con sinceridad, y una parte esencial del otro se arraiga en nosotros cuando nos abrimos a recibirlo.

Dar sin afecto no significa nada, hacer un favor por interés no es amable, pensar en otra persona por simple deber es superficial, etc. En reversa, si ponemos amor en todo lo que hacemos, todo cambia.

En este caso, si ponemos amor en el acto de dar, enriqueceremos lo que damos. Nos estamos quitando la máscara, estaremos abriendo las puertas del rincón más vulnerable de nuestro ser, para dejar salir nuestro ser más puro.

“Nadie es más generoso

de los que se entregan.”

-P. Luís Carlos Aparicio Mesones-

Esta parte de nosotros es la que más vale y la que más quedará grabada en las personas que nos rodean. Si alguien hace algo por nosotros con el corazón, podremos percibir cómo esa acción deja huella en nuestra memoria. Los actos emocionales sinceros quedan encerrados en ese cajón en el que guardamos los recuerdos, objetos, personas o ideas que realmente nos importan a lo largo de nuestra vida.


Cuando das con amor algo siempre vuelve

Puede que estés pensando que estás dando más de lo que estás recibiendo, y que no está bien. De lo contrario, casi seguro que a veces te cansarás de no ver ningún comentario de los demás, cuando siempre te desvías de tu camino. La decepción que sentimos cuando percibimos todo esto tiene menos que ver con no recibir que con pensar que tal vez no somos realmente importantes para esas personas.



Sin embargo, podemos decirte una cosa: cuando das con amor, tarde o temprano algo, por pequeño que te parezca, siempre regresa.

Para poder captarlo, debemos ser buenos observadores. Tenemos que mirar y entender quién se está aprovechando de nosotros y quién, en cambio, nos ama, y ​​en ese momento filtrar nuestra generosidad de una manera más saludable. Cuando lo hagamos, probablemente podamos notar una simple sonrisa llena de agradecimiento, unas palabras de cariño, o un pequeño gesto que intente hacernos felices.

“Uno posee sólo lo que da.
No somos dueños de nosotros mismos hasta que nos damos a nosotros mismos.
El verdadero servicio requiere sacrificio".


-Enmanuel Mounier-

 

Comprender todo esto puede parecer difícil, pero no es imposible. No podemos vivir en sociedad si no creemos en la reciprocidad, en la bondad del ser humano y en la gratitud mutua. Merecemos un amor que debemos ser capaces de dar si queremos mantener una autoestima saludable.

Imágenes cortesía de Pascal Campion

Añade un comentario de No importa lo que damos, sino cuánto amor le ponemos
¡Comentario enviado con éxito! Lo revisaremos en las próximas horas.