No decir nada es una manera de discutir.

No decir nada es una manera de discutir.

A veces las palabras sobran. Cuando alguien nos abre su corazón y nos dice algo importante, no decir nada puede ser la mejor opción.

No decir nada es una manera de discutir.

Última actualización: 10 de diciembre de 2018

A veces las palabras sobran. Cuando alguien nos abre su corazón y nos dice algo importante para él/ella, decir nada puede ser la mejor opción (además de indicar que lo hemos escuchado). Deja que sus pausas y su respiración realcen la atmósfera de la historia. En estos casos, nuestro silencio puede reconfortar mucho más que una observación inútil y vacía.



¿Por qué una mirada, un gesto, una mueca o una caricia pueden envolvernos más que un “te apoyo”, “aquí estoy” o “cuenta conmigo”? Estas últimas no son frases vacías ni banales, pues están cargadas de un gran significado emocional. Por lo tanto, no son fácilmente reemplazables por el lenguaje no verbal. Entonces, ¿cuándo no decir nada es la mejor manera de apoyarse mutuamente?

No decir nada puede ser una forma de apoyar emocionalmente a la otra persona.

Las palabras forzadas resaltan el valor del silencio

Tradicionalmente siempre se ha asociado el sonido con algún acontecimiento extraordinario: el llanto de un niño, la sirena de una ambulancia, el rugido de un león, un grito de dolor… Son todas señales de aviso que nos ponen en alerta. Parece razonable pensar que el sonido alerta a nuestro cerebro y nos pone en estado de alarma.

Por otro lado, el florecimiento de las flores, el desarrollo psicoevolutivo de las personas y muchas prácticas creativas suelen tener lugar en la más absoluta discreción. Por eso, cuando las palabras no aportan nada, cuando no hay nada mejor que decir que el silencio, es preferible callar.



No rompas el silencio a menos que sea para mejorarlo

-Ludwig van Beethoven-

Intentar llenar la quietud con comentarios neutros y vacíos no ayuda en nada a paliar la incomodidad de un silencio, todo lo contrario.. También puede contribuir al aburrimiento. Además, es prudente mantener la boca cerrada cuando sospeche que nuestra contribución puede ser contraproducente.

Cuando alguien nos hace una pregunta incómoda, no decir nada puede ser una respuesta elocuente. Sobre todo si es negativo. Porque muchas veces los silencios hablan más que las palabras. Y en efecto, ciertos silencios lo dicen todo.

Escuchar ya es una ayuda

A ti también te habrá pasado, alguna vez, haber sentido la necesidad de ir a casa y “soltar” todo el peso del día. Lo único que quieres en ese momento es que alguien te preste atención y solo te escuche. Ya sea que entienda su dolor, su frustración o su incomodidad. No busques más que desahogarte y liberarte de las penas.

En tales casos, basta con ser contradicho por tonterías para discutir con la otra persona. Porque no necesitas una opinión o una comparación sobre lo que te pasó durante el día, simplemente buscas consuelo y apoyo, para sentir que no estás solo ante la adversidad. Es en estos momentos cuando se agradece más el silencio que una palabra.

"La palabra correcta puede ser efectiva, pero ninguna palabra será tan efectiva como una pausa en el momento adecuado".

-Mark Twain-

El miedo a no decir nada

En una conversación, la ausencia de un diálogo fluido puede hacernos sentir incómodos. Esta tensión genera dudas, llevándonos a preguntarnos qué pensará el otro: ¿está bien? ¿Hay algún problema? ¿Quizás no quieres hablar conmigo? Está el miedo a la ausencia de sonido, porque el silencio nos deja solos frente a nuestra conciencia.



Para que no sea perturbador, hay que aprender a apreciarlo. Saber que mirando hacia adentro podemos conocernos mejor. Callar o no decir nada no significa dejar de existir, de pensar o de vivir. De hecho, este silencio, si está bien administrado, facilita el encuentro con el propio yo y el diálogo en silencio.


"Es verdadera amistad cuando el silencio entre dos personas parece incluso agradable".

-Erasmo de Rotterdam-

Prudencia absoluta en una discusión.

Un desacuerdo, seguido de un silencio prolongado, puede generar un ambiente realmente tenso. Si nos apreciamos y respetamos unos a otros, y tenemos suficiente autocontrol para hacerlo, es conveniente callarnos antes de compartir nuestro punto de vista y entrar en discusiones inútiles. Al fin y al cabo, ya sabemos en qué ocasiones y con qué personas conviene adoptar esta postura.

Nos referimos a aquellas situaciones sin real trascendencia, ya aquellas personas con una particular inclinación a discutir y criticar tomándose las cosas de forma demasiado personal. En estos casos, el silencio puede velar que no estemos de acuerdo con la otra persona sin que necesariamente se inicie una discusión. Y de la misma manera nos liberamos de la esclavitud de la palabra sin responder a las provocaciones.


Si bien tendemos a considerar una buena relación basada en la conversación y la apertura emocional como una buena amistad, también sería bueno detenerse y reflexionar sobre los momentos en que todo esto no sucede. Es decir, aquellas en las que se respeta el tiempo y el espacio del otro. En el que a todos se les permite disfrutar de sus momentos de reflexión y sosiego.

El silencio es la mejor respuesta a la ira.

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