Niños que no visitan a sus padres

Niños que no visitan a sus padres

Niños que no llaman a sus padres, que apenas los visitan y no se preocupan por su bienestar. Esta realidad puede explicarse por varios factores; en algunos casos, sin embargo, no son comprensibles y solo generan sufrimiento.

Niños que no visitan a sus padres

Última actualización: 23 de marzo de 2022

Hay niños que no visitan a sus padres, que reducen cada vez más las reuniones y acaban cortando el vínculo. Realidades que en los últimos tiempos se vienen dando cada vez con más frecuencia y que, en muchos casos, provocan un gran sufrimiento.



A veces la salida está justificada, pero en otros casos surgen factores difíciles de explicar y comprender. Cuando uno se convierte en padre, se supone que recibirá el cariño de sus hijos hasta el final de su existencia.

Cuando te esfuerzas por darles lo mejor de ti, es fácil creer que la relación siempre será sana, auténtica y sólida. Sin embargo, en esta vida no hay garantías sólidas y a veces se rompe el vínculo padre-hijo.

Si los padres no explican el motivo del distanciamiento, sienten una profunda angustia. Estoy eternamente esperando llamadas o visitas que no llegan. Intentan contactar a sus hijos para saber de ellos o al menos asegurarse de que estén bien.

Es cierto que cada familia es un mundo en sí mismo y que a veces tal actitud está completamente justificada. Sin embargo, no siempre está claro qué provoca este enfriamiento en la relación entre padres e hijos. La primera señal de advertencia son las visitas cada vez menos frecuentes.

Las quejas no resueltas entre padres e hijos pueden causar una ruptura gradual del vínculo. Las visitas se vuelven cada vez más esporádicas y apenas hay contacto telefónico.


A veces la personalidad problemática del niño puede hacer que las visitas sean cada vez más esporádicas.

¿Por qué hay niños que no visitan a sus padres?

En los últimos años, un número cada vez mayor de personas han roto las relaciones con sus padres. El modelo de familia está cambiando, ya no existe una subordinación total de los hijos a sus padres. Muchas veces, como resultado de dinámicas nocivas o inconsistentes, es común optar por el distanciamiento.


Un estudio publicado en The Journals of Gerontology realizado por los doctores Glenn Deane y Glenna Spitz destaca un hecho relevante. Cuando los hijos no visitan a sus padres y optan por terminar la relación, no existe una causa única. En realidad, varias variables entran en juego.

Muchas personas sienten que sus padres (o alguno de ellos) han cometido errores en el enfoque educativo. El autoritarismo o la falta de apego, por ejemplo, son dimensiones que muchas veces crean distancias insalvables.

Experiencias traumáticas y la necesidad de distanciamiento

Una infancia marcada por la violencia hace difícil, si no imposible, la convivencia familiar. Cuando los niños se independizan, es normal que decidan alejarse de uno o ambos padres lo que les ha causado una profunda herida traumática.

Diferencias de valores y discusiones

Hay un momento en que los niños adultos se dan cuenta de que cada visita a sus padres equivale a discusiones y desacuerdos.

Los valores diferentes o el incumplimiento de las expectativas familiares son fuente de controversias e inconvenientes. Poco a poco, y para evitar situaciones incómodas, deciden distanciarse.


Padres que no aceptan a la pareja de los hijos o parejas que no aceptan a los padres

Puede que siempre hayamos sido los carros de mamá o papá... Hasta que empezamos una relación. Cuando los padres no aceptan a los compañeros de vida elegidos por sus hijos, la relación se convierte en un campo de batalla.

Insisten en que "se merecen algo mejor" y esto termina por enfriar el vínculo. Del mismo modo, puede ocurrir lo contrario, es decir, que el socio no tolera o no está en sintonía con los padres de la persona amada. Esta tensión con los suegros se puede traducir en una decisión radical: dejar de visitarlos.


Niños con trastornos mentales o de personalidad difíciles

Hay otra razón muy compleja por la que los niños no visitan a sus padres: una personalidad difícil y compleja puede enfriar el vínculo entre padres e hijos.

Por otro lado, no podemos olvidarnos de los trastornos mentales. El Trastorno Límite de la Personalidad (TLP) e incluso las adicciones, por ejemplo, podrían estar detrás de esta falta de visitas familiares.

Los niños con carácter problemático crean tensiones en la familia. Es común pasar largos períodos de tiempo sin ver a los padres.

Tensiones entre hermanos y padres con amor selectivo

Las preferencias entre los hijos provocan dinámicas muy complejas en la familia. Cuando los padres favorecen a uno solo de los hijos y los demás se sienten discriminados, muchas veces se opta por el distanciamiento. Son situaciones marcadas por el resentimiento como consecuencia del afecto selectivo por parte de los padres.


Hijos que no visitan a sus padres por motivos justificados

A veces no se visita a los padres porque no pueden hacerlo. Vivir en diferentes regiones, ciudades e incluso países dificulta tener encuentros físicos frecuentes. Incluso el trabajo y tener una familia propia hacen que las visitas sean más esporádicas de lo que te gustaría.

A pesar de la distancia, los niños que aman a sus padres siempre están en contacto. Siempre tienes una llamada diaria preguntando “¿Cómo estás mamá? ¿Cómo estuvo tu día, papá?”. La necesidad de sentir mantiene fuerte el vínculo a pesar de los kilómetros.

En ocasiones, las relaciones laborales o de pareja pueden provocar que padres e hijos vivan separados por la distancia. Las visitas son esporádicas, pero los contactos son frecuentes.

Hijos que ignoran a sus padres ancianos, una dura realidad

Hay un hecho sangriento y hasta velado que a veces ocurre en nuestra sociedad. Hay niños que ignoran a sus padres cuando más los necesitan. Las visitas desaparecen, el teléfono deja de sonar y el anciano se sumerge en la soledad y el abandono.


¿Qué hay detrás de esta realidad? Una vez más, insistimos en que se trata de eventos en los que confluyen muchas variables. A veces, a medida que los padres se vuelven cada vez más dependientes, a los niños les resulta una carga cuidarlos. Esperan que los servicios sociales respondan, que la comunidad desempeñe su papel. El tiempo pasa y nadie actúa.

Retratos de una triste realidad que nunca deberíamos tolerar. Más allá de la relación con los padres, debe prevalecer la humanidad y el deseo de brindar asistencia cuando ya no pueden valerse por sí mismos.

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