Maduramos con los daños, no con los años

Maduramos con los daños, no con los años

Maduramos con los daños, no con los años

Última actualización: 18 de febrero de 2022

no es hora de hacernos comprender que las derrotas deben hacernos levantar la cabeza y renovar el espíritu.

Son los daños y los golpes en el estómago los que hacen girar nuestro mundo y condicionan nuestra vida. Salir de la batalla herido o lesionado es la mejor manera de entender que hay muchas razones para sufrir en la vida.



El dolor tiene un color triste como los caminos llenos de hojas secas que se enroscan bajo los pies de los transeúntes; sin embargo, es necesario que nos regeneremos, así como el otoño lo es para la floración de los árboles.

Cuando el cielo se nubla, solo una mirada sabia que ha experimentado la melancolía puede apreciar su belleza y por qué. La lluvia, como las lágrimas, tiene el poder de limpiarlo todo y ayudarnos a contemplar con claridad nuestro entorno.

La lluvia cae porque las nubes no pueden soportar el peso, las lágrimas caen porque el corazón no puede soportar el dolor.

Sabiduría más allá de los años

Los años nos dan perspectiva gracias a la acumulación de batallas perdidas y sentimientos descubiertos. El tiempo nos abraza a través de los pensamientos que nos hemos dirigido y las heridas que hemos lamido.

Los años y el daño forman un equipo perfecto para crear tierra para cultivar a cada paso. Nos ofrecen la posibilidad de utilizar una mirada experta que va más allá de la mera vista, más allá de los ojos y más allá del tiempo.

Después del sufrimiento, puedes comprender que, en realidad, todo es maravilloso, todo es relativo y todo es nuevo. Es paradójico encontrar que, a medida que comienzas a cambiar, también comienzas a aceptarte por lo que eres.



No necesitas llegar a la vejez para saber que tu conocimiento puede traspasar el filtro de la mente. Dentro de las cuatro paredes de la sabiduría está la habitación de la comprensión emocional, un oasis de enseñanza y un paraíso de madurez.

La madurez emocional no es como la madurez física. Nuestro cuerpo se desarrolla irremediablemente a lo largo de los años. Envejecemos y aparecen las arrugas sin que podamos evitarlo. No es posible decir que el paso de los años trae consigo un desarrollo psicológico paralelo, aunque, en cierto modo, estos dos argumentos están vinculados.

Hay cientos de manuales que nos enseñan a desarrollar habilidades que nunca imaginamos que pudieran existir; sin embargo, ningún libro nos ayuda a navegar la vida.. Nadie nos dice cómo crecer emocionalmente: lo aprendemos intentándolo y equivocándonos (es decir, cayendo y levantándonos).


Tener una vida compleja nos enseña a transitar por los caminos más accidentados que existen, los interiores. No tenemos que amueblar nuestra cabeza con muebles de alta calidad, sino estudiar nuestro corazón y nuestras emociones.

El daño, y el dolor que provoca, nos ayuda a desarrollar la inteligencia emocional, aceptar lo que venga, sentirnos libres y mirar dentro de nosotros mismos sin miedo, guiñando un ojo a todas aquellas situaciones complicadas que nos toca afrontar en la vida.


A veces, la fugacidad de lo esencial nos golpea con fuerza y ​​destruye nuestro castillo, pero debemos pensar que aún nos queda un largo camino por recorrer junto a esa parte sufrida de nosotros, y por eso es bueno protegerla.

Como ya sabes, el sufrimiento no es un camino que se pueda conocer a través de un libro. Es un paso hacia la libertad, es la valentía de un corazón tierno que ha experimentado la realidad que le impone la vida.

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