Madres al borde de un ataque de nervios, el relato psicológico de la pandemia

Madres al borde de un ataque de nervios, el relato psicológico de la pandemia

Personas que nunca han padecido ansiedad están cayendo bajo el peso de la tensión y el estrés provocado por el coronavirus, obsesionadas con un aislamiento excesivamente prolongado. La salud mental de las madres, en particular, puede ser la peor parte de esta historia. Ahogados por largas jornadas de teletrabajo en casa y con los niños a los que cuidar sin ningún apoyo externo, su esfuerzo ha sido tan titánico que es comprensible que estén agotados, prácticamente al borde de un ataque de nervios.



La salud mental de las madres sufre en cuarentena

Un estudio realizado en la Universidad del País Vasco destacó las consecuencias de la crisis del coronavirus en la salud mental de las madres. Después de entrevistar a 6.829 personas, el 46% reconoció que encontraron un aumento en la angustia psicológica general, pero las mujeres reportaron un mayor impacto: el 12% dijo sentirse muy enfermo, en comparación con el 6,8% de los hombres.

Una de cada tres personas tuvo dificultades para concentrarse y desconectarse de las preocupaciones durante la pandemia, pero estos síntomas fueron más comunes en las mujeres (46,5%) que en los hombres (35,6%).

La brecha se amplía cuando se trata de ansiedad o angustia porque el 44% de las mujeres informaron un aumento en estos problemas, en comparación con el 25% de los hombres. Los sentimientos depresivos, la culpa o la desesperación también son más intensos en las mujeres. Y son ellos los que han sufrido la pérdida más intensa de confianza, optimismo, serenidad, vitalidad y energía.

Aplastado por el peso de las obligaciones y sin salida

Los miedos, ansiedades e incertidumbres de la situación actual se han convertido en un terreno fértil sobre el que crecen otros problemas. De repente, muchas mujeres tuvieron que combinar el trabajo desde casa con las tareas del hogar y el cuidado de los niños a tiempo completo, lo que agregó una dosis extra de estrés, preocupación y obligaciones a sus vidas.



Al principio, muchos pensaron que se trataría de adaptarse a la nueva situación. Intenta solucionarlo. Junta todas las piezas como un rompecabezas. Encuentre estrategias creativas para trabajar con niños en casa. Levántese un poco más temprano en la mañana. Vete a la cama un poco más tarde por la noche.

Pero cuando esta situación se prolonga en el tiempo, cuando perdemos cada vez más horas de sueño y nos falta el apoyo externo y la infraestructura necesaria para trabajar desde casa sabiendo que los niños están siendo cuidados, la angustia crece. Se acumula.

Muchas de estas madres han perdido la valiosa ayuda de sus abuelos o el apoyo de la escuela para el cuidado de los niños. No solo tuvieron que afrontar días muy ajetreados, sino que ni siquiera tuvieron la oportunidad de desconectar. No pudieron relajarse ni un segundo durante semanas. No tenían tiempo para ellos mismos. No han podido participar en actividades agradables que les permitan desconectarse de la rutina diaria y aliviar la tensión.

Cuando la sobrecarga continúa en el tiempo, pronto aparecen la ansiedad y el estrés. Esto termina afectando el estado de ánimo. Aparecen irritabilidad, frustración y enfado. Todo esto los pone nerviosos. Y no es extraño porque ya están al límite, literalmente. En este punto, la salud mental de las madres ya está dañada.

La actividad excesiva siempre va seguida de una caída brutal.

No podemos pedirnos demasiado a nosotros mismos una y otra vez. Nuestro cuerpo responde a un aumento de las demandas del medio ambiente poniendo en su lugar todos los recursos para abordar los problemas. En momentos de estrés, el cuerpo libera hormonas clave (glucocorticoides como el cortisol, catecolaminas como la noradrenalina y la adrenalina) para prepararnos para el futuro.


Estas hormonas no solo nos proporcionan la energía y el impulso necesarios, sino que también pueden actuar como factores atenuantes para hacernos resistir. Pero no podemos mantener este nivel de alerta y actividad eternamente.


A un período de enorme estrés y tensión le sigue una caída brutal en el rendimiento. Nos quedamos sin fuerzas física y mentalmente. Las hormonas que nos han mantenido activos caen por debajo de los niveles basales. Tantas madres atraviesan una fase de apatía e indiferencia que es el caldo de cultivo de la depresión.

Para superar esta fase tenemos que tomarnos tiempo, ser pacientes con nosotros mismos. Deja atrás la sensación de que "no podemos hacer todo" o "no hemos hecho lo suficiente". Porque es probable que no podamos hacer todo, pero no es imprescindible. Estamos en una situación de emergencia, por lo que debemos priorizar. Y una de las cosas que debemos priorizar es nuestra propia salud mental.


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