Los ingredientes de la felicidad: satisfacción y motivación

Los ingredientes de la felicidad: satisfacción y motivación

Los ingredientes de la felicidad: satisfacción y motivación

Última actualización: 16 de diciembre de 2018

Participar en actividades que nos den satisfacción y motivación puede aumentar nuestra felicidad. Pero Antes de analizar los ingredientes de la felicidad, se debe responder una pregunta importante: ¿qué es la felicidad?

Esta dimensión depende en gran medida de lo que hacemos y pensamos. No puedes ser feliz sin disfrutar de lo que estás dando o sin pensar siempre en negativo. Veamos por qué la satisfacción y la motivación son los ingredientes de la felicidad.



El éxito no es la clave de la felicidad. La felicidad es la clave del éxito. Si amas lo que haces, tendrás éxito.
-Herman Caín-

¿Qué es la felicidad?

Cuando estamos felices, la vida parece sonreírnos. Pero, ¿qué es exactamente la felicidad? Responder a esta pregunta es importante porque las diferentes formas de describir esta condición nos ayudan a entender qué hacer para sentirnos más felices. El profesor Paul Dolan cree tener la respuesta a esta pregunta.

Paul Dolan es conocido en todo el mundo por ser un experto en felicidad, comportamiento y políticas públicas. Profesor de ciencias del comportamiento en la London School of Economics and Political Science, fue investigador visitante en la Universidad de Princeton en el equipo del profesor Daniel Kahneman.

Según este autor, la felicidad es la suma de sentimientos de placer y motivación experimentados a lo largo del tiempo. Cuando estamos felices, todo funciona sin problemas. Según el filósofo Jeremy Bentham, el placer es la única sensación positiva, a la que se opone el dolor, que es la única sensación negativa. Sin embargo, algunos especialistas prefieren los términos alegría y sufrimiento.


En principio, cada uno de nosotros se puede clasificar según la predisposición a diferentes tipos de sensaciones. Las personas felices son más propensas a sentirse positivas que negativas. Queriendo usar el lenguaje de Bentham, estas personas experimentan mucho placer y poco dolor.


Cuanto más frecuente e intensa sea esta sensación de placer, más feliz será la persona. Sin embargo, hay otras emociones que son igual de importantes: la motivación y la falta de sentido.

Los ingredientes de la felicidad según el principio del placer y la motivación

El placer y la motivación deben entenderse como abreviaturas de una gama mucho más amplia de sentimientos positivos y negativos. Entre estas sensaciones ciertamente encontramos plenitud, sentirse útil y satisfecho por un lado y aburrimiento y sentirse inútil por el otro.

Si pensamos en el trabajo o el estudio, nos damos cuenta de que estas actividades a veces parecen tener un sentido o al menos un propósito y otras veces no. Bueno, estos sentimientos positivos y negativos son tan importantes como los de placer y dolor.

Escribir un libro es el ejemplo perfecto de una actividad que parece tener un sentido, un propósito. Beber una cerveza con amigos, en cambio, simplemente nos da una sensación de placer. Son dos sensaciones diferentes, ambas capaces de darnos felicidad.

Para ser verdaderamente feliz, necesitas placer y una meta a la que aspirar. Hay diferentes formas de ser feliz (o infeliz), en unos casos predomina el placer, en otros la motivación. Lo importante es que ambos estén presentes: el placer y la motivación. De este concepto toma su nombre lo que Paul Dolan llama el Principio del Placer y la Motivación.


Las emociones negativas pueden tener un impacto positivo

El principio anterior explica la tendencia humana a buscar la realización y una meta a perseguir para evitar el dolor y las tonterías. Pero en realidad también explica por qué algunas emociones naturalmente negativas pueden volverse positivas cuando tienen un propósito específico. La ira, por ejemplo, tiene la función de frenar el egoísmo y fomentar el comportamiento cooperativo.


Por lo tanto, no siempre queremos tener solo sentimientos positivos. La vida, pero también las personas, pueden ser crueles, por lo que a veces sentimos la necesidad de enfadarnos. Pero en realidad también nos enfadamos sin razón, de forma natural. Esto sucede, por ejemplo, cuando estamos estresados ​​​​por muchos elementos perturbadores pequeños pero continuos.

La felicidad perdida no se puede recuperar

Día tras día, momento tras momento, nos encontramos satisfechos, motivados, tristes, vacíos. Claramente, los momentos en los que experimentamos una mayor cantidad de sentimientos positivos que duran mucho tiempo son los momentos en los que nos sentimos más felices.


En definitiva, la felicidad depende de la proporción entre el placer y la motivación a lo largo del tiempo. Y el tiempo, como sabemos, no es infinito. De hecho, es realmente curioso que solo unos pocos investigadores crean que la felicidad depende del uso que uno haga del tiempo.

Si miramos a largo plazo, lo mejor que podemos hacer es tratar de utilizar nuestro tiempo de tal manera que obtengamos una sensación de bienestar global y motivación que dure el mayor tiempo posible. Dado que no hay forma de recuperar el tiempo perdido, no hace falta decir que la felicidad perdida no se puede recuperar.

Seguir haciendo un trabajo aburrido o mantener una relación que no tiene nada que ofrecernos solo prolonga nuestro malestar y es poco probable que la felicidad futura compense completamente lo que hemos perdido. La felicidad que no aprovechamos se pierde para siempre.

La razón principal por la que no somos tan felices como podríamos ser es que prestamos demasiada atención a las cosas equivocadas. No es difícil entender por qué somos infelices cuando consideramos que muchas veces nos dejamos guiar por nuestros instintos para determinar cuáles son las cosas que podrían motivarnos y hacernos felices.


Ahora lo sabemos, si queremos ser más felices debemos intentar dedicar más tiempo a actividades que nos hagan sentir realizados y motivados. Y, sobre todo, no debemos olvidar que debemos preferir actividades que perduren en el tiempo. Solo así podremos maximizar nuestra felicidad.

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