
Finalmente, la mariposa salió, pero su cuerpecito estaba hinchado y las pequeñas alas estaban
marchitar. El hombre pensó que esto era normal y continuó mirando, esperando que la hinchazón desapareciera y que la mariposa finalmente abriera sus alas para tomar vuelo. Pero esto no sucedió, la pobre mariposa solo pudo arrastrarse. Nunca tuvo la oportunidad de volar ".
Lo que el hombre de la historia no sabÃa era que la lucha de la mariposa por salir del capullo era necesaria y funcional para que los fluidos corporales pasaran a sus alas. Durante este proceso, se bombea un lÃquido llamado hemolinfa desde el cuerpo hacia las alas de la mariposa, y esto permite que las alas se estiren gradualmente hasta que alcancen el tamaño apropiado. Solo asà la mariposa podrá volar. Por lo tanto, en un intento por ayudarla, el hombre privó a la mariposa de la capacidad de volar.
A veces, si queremos ayudar a alguien, es mejor que nos hagamos a un lado
Esta fábula nos dice que algunos obstáculos a veces son necesarios, porque nos ayudan a convertirnos en personas resilientes. A lo largo de la vida, cada uno de nosotros debe cometer sus propios errores para aprender de ellos y crecer. Si intervenimos y resolvemos los problemas de la persona, le estamos quitando una oportunidad de aprendizaje que podrÃa ser valiosa para él en el futuro. Por lo tanto, en algunos casos, la mejor ayuda es hacerse a un lado.
Por regla general, la vida nos presenta diversos obstáculos que desafÃan nuestras capacidades, pero, al mismo tiempo, nos obligan a crecer y desarrollar nuestro potencial. Cada etapa de nuestra existencia nos presenta diferentes desafÃos que nos preparan para la siguiente etapa. Sin embargo, si siempre hay alguien que nos resuelve los problemas, corremos el riesgo de que cuando nos quedemos solos no tengamos los recursos necesarios para abordar este problema en particular y nos veamos abrumados.
Por ejemplo, la madre que siempre defiende a su hijo cuando tiene problemas con otros niños le está haciendo un favor a corto plazo, pero en última instancia, le impide desarrollar sus habilidades sociales, por lo que cuando crezca, será un adulto con poca Inteligencia Emocional y con dificultad para relacionarse con los demás.
Asimismo, existen situaciones que no requieren nuestra intervención directa, sino simplemente nuestro apoyo emocional. Hay problemas que no podemos resolver para los demás, pero podemos apoyarlos estando a su lado. De hecho, tanto es asà que podemos amar a una persona, no podemos asumir la responsabilidad de su sufrimiento o procesar el dolor en su lugar. La persona tiene que hacerlo por sà misma.¿Cuándo deberÃas intervenir?
Si una persona siempre tiene a alguien que resuelve sus problemas, se convertirá en un paralÃtico emocional. Una vida sin obstáculos no ayuda a crecer, de hecho, ni siquiera nos permite conocernos bien, descubrir quiénes somos realmente y hasta dónde podemos llegar cuando nos encontramos en situaciones extremas. Tomar un atajo, permitir que otros resuelvan nuestros problemas, casi nunca es la mejor manera de vivir. Es cierto que terminaremos antes que los demás, pero si la próxima carrera es más dura, pararemos a mitad de camino porque no estaremos preparados.
Por lo tanto, no hagas por los demás lo que ellos pueden (y deben) hacer por sà mismos. Si te comportas de forma sobreprotectora contribuirás a que la persona nunca extienda sus alas y le privarás de uno de los tesoros más importantes: conocer y poner a prueba su potencial.
Además, estar siempre disponible para que los demás resuelvan sus problemas incluso a costa de descuidar nuestras necesidades puede ser un arma de doble filo, porque de esta manera ayudamos a crear personas egoÃstas que esperan que siempre estemos disponibles para ellos. Por tanto, incluso es posible que ni siquiera sepan apreciar lo que hacemos por ellos. El secreto está en ayudar a alguien cuando realmente lo necesita, cuando sus recursos psicológicos o fÃsicos no le permiten continuar. Pero aun asÃ, la ayuda nunca debe consistir en resolver el problema sino en ofrecer las herramientas para que la persona lo resuelva por sà mismo o le muestre el camino. Recuerda que si le das un pescado a un hombre, lo alimentas por un dÃa, pero si le enseñas a pescar, lo alimentas de por vida, luego estarás agradecido. Mientras tanto, no dejes que le falte tu apoyo emocional.
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