Lo opuesto a la depresión no es la alegría o la felicidad, sino las ganas de vivir. Porque quien sufre de depresión no solo experimenta tristeza, sino la sensación de hundirse en un agujero negro donde no entra la luz, el deseo o la esperanza.
Escrito y verificado por el psicólogo. ObtenerCrecimientoPersonal.
Última actualización: 15 2021 noviembre
Lo opuesto a la depresión no es la felicidad, sino la vitalidad. Porque el trastorno depresivo no es simplemente sinónimo de tristeza. Cuando nos sentimos tristes aún podemos tener el deseo de vivir, crear, expresarnos. La depresión, por el contrario, desdibuja cualquier sentido, deseo o esperanza.
La idea de la falta de vitalidad fue expresada por primera vez por el escritor y profesor de psicología de la Universidad de Columbia Andrew Solomon en su conocido libro The Noon Demon. Depresión: historia, ciencia, tratamiento. En la obra hace referencia a su experiencia personal con este trastorno patológico, incluyendo el testimonio de muchas personas afectadas por años de depresión.
El libro y las historias de quienes luchan a diario con este problema nos enseñan a enfrentar esta condición en todas sus formas. Quita todas las fuerzas para vivir, es el lamento silencioso de quien siente que ya no le queda nada, de quien ya no encuentra sentido a las cosas y se siente atrapado en un cuerpo y una mente sin impulsos ni energía.
Pensar en la depresión como algo monolítico es incorrecto. Este no es un resfriado que se pueda tratar con antibióticos. Las personas que se enfrentan a la depresión no necesitan sentirse tranquilas ni reírse, porque su enfermedad no es tristeza.
Lo que necesita es un diagnóstico certero, un tratamiento terapéutico multidisciplinar y una mayor conciencia social.
“Aunque la depresión no se cura con amor, sentirse amado por los demás es de gran ayuda para superar esta condición”.
-Andrew Solomon-
Lo opuesto a la depresión no es alegría ni amor ni felicidad.
Tenemos una tendencia casi innata a categorizar todo lo que nos rodea. A menudo hacemos esto en términos absolutos. Por ejemplo: si no estamos contentos, estamos tristes; si no estamos tranquilos, estamos ansiosos o preocupados; lo opuesto a la depresión es obviamente la felicidad.
Este enfoque, además de ser totalmente erróneo, no ayuda en nada, especialmente en el caso de trastornos emocionales y psicológicos, que afectan a un universo personal muy complejo.
William Styron, un conocido escritor estadounidense, nos ha regalado un libro excepcional llamado Una oscuridad transparente (1990) en el que analiza el tema en detalle. El autor superó una profunda depresión a los sesenta años.
Él define la enfermedad como una lluvia gris que cubría todo aquello sobre lo que caía su mirada. Sintió la presencia de la muerte a su lado, tuvo la sensación de que una parte de su cuerpo estaba rota; pero no sabía cuál. Estaba convencido de que su cerebro de alguna manera había engañado a sus pensamientos para que actuaran en su contra. Tenía frío y calor al mismo tiempo, y también sentía una soledad angustiosa y constante.
Leyendo la descripción caótica pero sangrienta de Styron, podemos entender cuán multifacética es la depresión; una realidad llena de encrucijadas, meandros y profundidades, imposible de definir como simple tristeza.
Prozac y la vana búsqueda de la felicidad
En 1988 se produjo una auténtica revolución en el campo clínico y social: con la llegada de los llamados ISRS (inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina), y particularmente con la introducción de la fluoxetina (Prozac fue su primer nombre comercial), las cosas cambiaron. Por primera vez, la gente empezó a hablar de su depresión sin miedo.
Prozac pasó de los estantes de las farmacias a las portadas de las revistas en un abrir y cerrar de ojos y, finalmente, comenzó a extenderse una cultura de la enfermedad mental. La fluoxetina estaba de moda, especialmente después de la publicación del libro Prozac Nation de Elizabeth Wurtzel en la década de 90.
En ese momento, la sociedad empezó a ver en la droga la solución a cualquier dolor, preocupación o desesperación. Prozac se convirtió en una verdadera píldora de la felicidad. Y lo opuesto a la depresión se convirtió una vez más en la búsqueda de un sentimiento completo y superior que la droga parecía capaz de proporcionar.
Bueno, los antidepresivos tienen una función real y efectiva. Actúan sobre los niveles de serotonina generando mayor bienestar, pero no dan felicidad. De hecho, en la mayoría de los casos no resuelven el problema en absoluto.
Lo opuesto a la depresión es el deseo de vitalidad.
La depresión no es más que un desequilibrio químico. Un trastorno de la mente, del cerebro, del cuerpo... El doctor Alexander Glassman, de la Universidad de Columbia, recuerda que afecta incluso a la salud cardiovascular, hasta el punto de que quienes padecen depresión corren un mayor riesgo de padecer enfermedades del corazón.
El impacto de la depresión es enorme y su anatomía es compleja. pero todavía lo es un trastorno que se puede tratar con la terapia adecuada, cambiando los hábitos, su forma de pensar, sus intenciones y el diálogo con ellos mismos. El objetivo de todo el proceso no es recuperar la alegría perdida ni dejar atrás la tristeza.
Cuando luchas contra la depresión, solo aspiras a una cosa: recuperar las ganas de vivir.