Las emociones más dañinas según el budismo

Las emociones más dañinas según el budismo

Las emociones más dañinas según el budismo son el miedo, la ira, la culpa y la insatisfacción. Todas emociones poderosas, que suelen ser invasivas y que socavan nuestro equilibrio interior. ¿Cómo luchar contra ellos? Aprender a reconocerlos, aceptarlos y dejarlos ir.

Las emociones más dañinas según el budismo

Última actualización: 05 de mayo de 2021

Para el budismo solo existen dos emociones principales: el amor y el miedo. Todas las demás experiencias subjetivas giran en torno a estos dos ejes. Es más, las emociones más dañinas son las que surgen del miedo.



Cuando el budismo habla de las emociones más dañinas, se refiere a aquellas que destruyen radicalmente el equilibrio interior. Las que se vuelven invasivas y que duran más o menos tiempo.

Lo peor es que por eso mismo tienden a convertirse fácilmente en hábitos. Cambian nuestra forma de ser y tienen importantes consecuencias para la salud y las relaciones sociales.

Para los budistas, el ser humano es fundamentalmente bueno y sereno. Sin embargo, el mundo en el que vivimos da lugar a fuertes tensiones que, si no se gestionan correctamente, provocan estados psicológicos nocivos, dominados por el miedo, la ira, la culpa y la insatisfacción. Echemos un vistazo más de cerca a cada uno de ellos.

Cualquier acción positiva, el amor y la compasión lleva consigo las semillas de la felicidad y la verdadera satisfacción. Cualquier acción negativa, agresiva y egoísta lleva consigo la semilla del sufrimiento y el dolor.

-Buda-

Según los budistas, el miedo es la raíz de todos los males

Los budistas afirman que el miedo encabeza la lista de las emociones más dañinas; además, es una emoción particularmente ligada al ego. Cuanto más grande es el ego, más vulnerables somos al miedo. Cuando el ego se impone, es fácil terminar viviendo la realidad solo de acuerdo a nuestros deseos y necesidades.



El miedo, en general, es un signo del miedo a fallar en algo oa perder algo que se piensa como propio. En ambos casos, el punto de referencia es el mismo yo y sus posesiones.

Este sentimiento tiende a desvanecerse cuando comprendemos que el universo tiene su propia lógica. y que no estamos en el centro. Que no todo depende de nuestra voluntad y que nunca tenemos el control total del contexto y de cómo podría evolucionar.

La ira, una de las emociones más dañinas

El miedo a menudo da lugar a la ira. Cuando tememos algo, el primer instinto es ponernos en una posición de ataque o defensa con respecto a lo que percibimos como un riesgo o un peligro.

Cualquier animal, cuando se siente amenazado, activa mecanismos de agresión. El budismo dice que los humanos no nacen para ser verdaderamente agresivos y por eso mismo no tiene colmillos ni garras.

La ira, en general, es una expresión de frustración porque lo que nuestros deseos no encuentran correspondencia en lo que la realidad nos ofrece. Aquí viene el ego de nuevo.

Sin darse cuenta, esperamos que se ajuste a nuestros deseos y necesidades, olvidando que no somos los únicos en el mundo y que somos solo una pequeña parte del cosmos.

Culpa, mala compañía

La culpa o el remordimiento por sí solos no traen nada bueno. Son expresiones de reproche que se derivan de acciones que hemos realizado en contra de nuestros principios o en contra de nuestras creencias.


No es precisamente la conciencia de haber hecho daño, sino la frustración por no haber estado a la altura de lo que pensamos de nosotros mismos.

El consejo es no condenarnos por lo que se ha hecho; más bien, tratemos de dar sentido a aquellas acciones y palabras de las que nos hemos arrepentido.



Para entender este mecanismo es necesario remontarse a las causas que nos llevaron a actuar de esa manera y considerar las consecuencias tanto para nosotros como para los demás. Por tanto, debemos aceptar que estamos en una fase de evolución y que cualquier acontecimiento tiene algo que enseñarnos.

La insatisfacción, una de las emociones más dañinas e inútiles

La insatisfacción es otra forma de llamar al sufrimiento: sufrimos porque no aceptamos la realidad. Nos gustaría ser, hacer, tener o lograr algo que no somos, que no podemos hacer o que no podemos lograr.

Detrás de cualquier forma de infelicidad -que parece reflejarse en insatisfacción y sufrimiento- hay deseos y apego. Aprender que nada es para siempre y tomar conciencia de que el universo funciona como debe hacernos más resistentes a la frustración. Todo nace y todo se desvanece en el momento adecuado.

Nada dura para siempre: la consigna es el cambio. Asi que, pocas veces oponerse al cambio es un éxito, si por éxito entendemos permanencia.


Para el budismo, las emociones más dañinas son manejables en tres pasos. La primera consiste en saber identificarlos, porque solo así podremos intervenir. El segundo es la aceptación; es decir, no castigarnos por estas emociones y admitir que las estamos experimentando.

La tercera es dejarlos ir. Finalmente, en este paso rápido hacia el crecimiento se vuelve útil para recuperar el control sobre la respiración.

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