Última actualización: 08 de enero de 2016
Pasamos la mayor parte de nuestra vida haciendo promesas, como si tuviéramos la certeza de que al hacerlo, las personas que amamos nunca nos abandonarán. Hacemos promesas que parecen contratos y que permiten, de forma ilusoria, alargar el tiempo que nos queda con los demás.
Sin embargo, a menudo no nos damos cuenta de que lo que realmente importa no es la promesa en sà misma con la expectativa que crea, sino su capacidad de transformarse en realidad. En última instancia, la realidad es lo único que realmente importa: lo que nos llega, lo que podemos sentir y tocar.
Elige quien te da el cielo en lugar de prometerlo
¿Cuántas veces hemos prometido lo imposible o mejor aún, cuántas veces nos lo han prometido? Hacer promesas es sencillo, por lo que cuando no se cumplen pueden hacer mucho daño. Y es siempre por la misma razón que cuando una promesa no se cumple, nos sentimos defraudados: esperábamos algo, habÃamos creÃdo en palabras que no se cumplirán.
Cuando una promesa no sale de la esfera de lo imposible, uno se siente traicionado o peor aún desilusionado. La decepción es un sentimiento horrible que se puede experimentar en muchas ocasiones en la vida, y que nos pone frente a una realidad que no querrÃamos ver.
A veces, son realidades que, debido a nuestro dolor, incluso aparecen confusas y borrosas. Para evitar que estos sentimientos negativos entren en nuestra vida, es necesario ser conscientes de que el cariño no se nutre sólo de bellas palabras y promesas a la distancia, como dirÃa Julio Cortázar; sino un presente lleno de detalles concretos.
“No te prometo amor eterno. Intentaré hacerte sentir cada dÃa que te quiero, que descubras quién soy realmente. No os haré discursos ni promesas, porque he aprendido que el amor hecho de palabras no es tan bueno como el amor que se demuestra con hechos".
-Anónimo-
Porque valoramos mucho las promesas
No hay duda de que cualquier relación fuerte se basa en la confianza que tienes en la otra persona. No importa el tipo de relación: si es la pareja o un amigo, la confianza sigue siendo el punto de partida, la sustancia y el final de cualquier vÃnculo que existe entre dos personas.
Y precisamente por eso es justo no olvidar que las promesas generan un estado de confianza en los demás, pueden determinar el mantenimiento o terminación de una relación. Por eso, sin saberlo, tendemos a poner demasiado énfasis en las promesas.
Aprende a cultivar promesas
Para mantener nuestras relaciones vivas y saludables durante el mayor tiempo posible, podemos tener en cuenta una serie de pasos que no son demasiado difÃciles de observar:
- Primero, es importante entender que no todas las promesas están a nuestro alcance: hay que ser consciente de que, por difÃcil que sea de creer, hay promesas imposibles. Sólo promete lo que estás seguro de poder cumplir y sólo cree en las promesas que consideres factibles.
- En segundo lugar, siempre es bueno. hacer una pausa para pensar en la persona a la que le estamos prometiendo algo. ¿Cómo crees que te sentirÃas si no pudieras cumplir tu promesa? ¿Cómo te sentirÃas en su lugar?
- Por último, ten siempre presente que detrás del cumplimiento de una promesa hay muchas limitaciones, y esto no es broma. Hacer una promesa a alguien es un asunto tan serio como hacer que una relación valga la pena.
“¿Y si yo fuera tuyo sin anillos ni cuerdas? ¿Y si yo fuera tuyo porque lo quiero y porque te amo? ¿Y si de por vida estuviéramos juntos en lugar de casados, si estuviéramos enamorados más que satisfechos, unidos en lugar de asociados? ¿Y si nos amáramos sin por qué, sin excusas y sin miedos? ¿Y si fuéramos la verdad, la realidad y la luna?".
-Brando-