La tristeza dura más que otras emociones

La tristeza dura más que otras emociones

Hay momentos en que la tristeza se convierte en la emoción que parece prevalecer sobre todo. Podemos pasar semanas, incluso meses sintiendo su presencia y, por supuesto, sus efectos. ¿Por qué persiste durante tanto tiempo?

La tristeza dura más que otras emociones

Escrito y verificado por el psicólogo. ObtenerCrecimientoPersonal.

Última actualización: 15 2021 noviembre

¿Por qué la tristeza dura más que otras emociones? Muchos de nosotros habremos tenido este sentimiento. Cuando aparece, la tristeza se instala en nuestra mente como la peor de las compañías.



Nos envuelve con su velo color ceniza que lo opaca todo, con sus tonos grises, invitándonos a escondernos durante días o semanas en el caparazón de nuestra introspección.

Antoine de Saint-Exupéry decía que la tristeza no es más que una vibración y que cuando resuena nos recuerda que estamos vivos. Tal vez sea así. Puede que haya pocas emociones que nos muestren tan claramente lo que es la existencia: tener que lidiar con más de una decepción, afrontar pérdidas, disgustos y el eco de lo que nunca vuelve.

Al mismo tiempo, hay un aspecto del que somos conscientes: no es fácil pasar página, salir corriendo o intentar guardar un regalo no deseado en un cajón. La tristeza dura mucho más que emociones como la sorpresa, la alegría, el aburrimiento, el asco e incluso la ira. Sin embargo, este aspecto tiene una explicación. 

Razones por las que la tristeza dura más que otras emociones

La tristeza, como muchas otras emociones, tiene mala reputación. No sabemos qué hacer cuando lo vivimos; nos gustaría deshacernos de él como si fuera el peor de nuestros enemigos. Es más, muchas veces, si alguien percibe nuestro desánimo y nuestra expresión desconsolada, no duda en repetir la frase habitual e incorrecta: “Vamos, no vale la pena quedarse así. La vida está hecha de momentos”.



En el imaginario colectivo, todavía asociamos esta emoción con la debilidad y quizás por eso seguimos manejando este estado emocional de una manera tan equivocada. Pues bien, un aspecto que nos señala Paul Ekman, psicólogo pionero en el estudio de las emociones, es que nuestro universo psicológico estaría más equilibrado si conociéramos mejor los estados psicofisiológicos que lo pueblan.

Un aspecto que el propio Ekman explica en letras como Knowing Our Emotions, coescrita con Daniel Goleman, es que la tristeza dura más que otras emociones por un hecho muy concreto: está formada por muchas otras emociones.

Es decir que es una emoción que nunca llega por sí sola. Como cuando descorchamos una botella y descubrimos que en su interior hay rabia, rabia e incluso miedo.

Disecarlo, saber “de qué está hecho” nos ayudaría a entenderlo mucho mejor, y por tanto a superarlo. Sin embargo, factores adicionales explican por qué este estado emocional es más persistente.

La tristeza es proporcional al acontecimiento que la provoca y a la forma en que la interpretamos

Llevas cinco años de relación afectiva por la que lo has dado todo. Te comprometiste a hacer que las cosas funcionaran, pero al final lo aceptaste. Lo mejor es dejar a tu pareja.

Tras la ruptura y tras mucho tiempo luchando por ese amor, sientes una tristeza infinita. Y este estado ha estado contigo durante meses, o incluso años.

Ahora, otra persona en la misma situación que tú puede tomar la ruptura como un alivio. Este pequeño ejemplo nos muestra un aspecto muy simple. La tristeza dura más que otras emociones porque los desencadenantes son más intensos.


Porque están asociados a hechos que pueden ser traumáticos. Pero todo depende de cómo se viva esta experiencia. Además de cómo filtramos estos hechos, también entran en juego las estrategias adaptativas.


Algunas personas tienen un enfoque más resistente a la forma en que manejan los obstáculos. Otros, en cambio, se encuentran desamparados en terreno fértil por la persistencia de ese malestar.

El peligro de cavilar: cuando los pensamientos alimentan la tristeza

La Universidad de Lovaina realizó un estudio para comprender mejor las emociones. El objetivo era definir cuántas horas, en promedio, duran realidades psicofisiológicas como la felicidad, el miedo, la vergüenza. Bueno, resultó que la felicidad está lejos de ser un estado duradero como pensamos. 

  • Las emociones como el miedo, la sorpresa, el aburrimiento o el disgusto fueron muy breves. Sin embargo, en el panorama analizado había un estado que siempre fue percibido como duradero: la tristeza.
  • Los investigadores querían investigar las causas subyacentes de esta evidencia. ¿Qué provoca que la tristeza se asiente durante semanas o meses en nuestra vida? La respuesta está en nuestros patrones de pensamiento.
  • Rumiar y pensar constantemente en el estímulo desencadenante. dificultar su desaparición. No dejar de pensar en el evento que provocó nuestra desilusión, nuestra pérdida o sufrimiento, no solo contribuye a la persistencia de la tristeza, sino que la intensifica.
  • Finalmente, hay otro aspecto. En algunos casos podemos experimentar esta emoción sin que exista un desencadenante específico. Sin embargo, nuestro pensamiento sigue siendo ese fusible que alimenta la desesperación, que eleva la temperatura del sufrimiento y la negatividad.

¿Por qué la tristeza dura más que otras emociones? La resistencia

Una de las razones por las que la tristeza dura más que otras emociones radica en nuestra resistencia. Negarnos a aceptar la emoción que sentimos dificulta su gestión.


La salud también significa validar cada emoción, comprender que las emociones complejas son normales en situaciones anormales. Comprenderlos, aceptarlos y saber gestionarlos nos da equilibrio y nos permite afrontar mejor tanto los días de tranquilidad como los llenos de obstáculos.


Por lo tanto, es hora de reformular muchos de los esquemas que nos han inculcado. No es fuerte quien soporta y quien todo lo puede. Valiente es el que se permite caer para levantarse, llorar para encontrar alivio, refugiarse en su propia introspección para tomar mejores decisiones.

Resistir, demostrar fuerza y ​​actuar como si la vida no nos doliera, contagia la herida, magnifica y prolonga el sufrimiento. Como señala Antonio Damasio, las personas no son seres racionales que se emocionan, son criaturas hechas de emociones y razón. Ser expertos en comprender las emociones nos permite llevar una vida más plena y saludable.

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