La ridícula idea de no volver a verte

La ridícula idea de no volver a verte

La ridícula idea de no volver a verte

Última actualización: 10 de febrero de 2017

¡Qué ridícula verdad! Parece tan imposible que la idea en sí misma no se sostiene.. No volverte a ver, no te abraces más, no escuches nunca más el tono de llamada que te puse en el teléfono. Ya no ser envuelto por tu olor ni por tu forma de poner ese orden que solo tu entendías, por donde pasabas. Pensar que antes me bastaba con escuchar ese tono de llamada para sonreír.



Mis manos están temblando, mis piernas no pueden sostenerme, mi corazón lanza un gemido que se ahoga en un latido vacío, el suelo cede, el aire se ha vuelto pesado, mis pulmones están vacíos, ya no siento el aire sacudiendo los bordes de mi camisa, las palabras se me atascan en el estómago. No puedo gritar, ni siquiera salir corriendo. Me quedo quieto, como el resto del mundo, congelado.  

Pelea de barro

Cierro los ojos, aparece el primer recuerdo, que ahuyento de un manotazo.. Surge la ansiedad de crear otros, abrazo esta necesidad como quien se sube a un teleférico cuyo camino termina en medio del precipicio y lo sabe. En mi mente viene la idea de despertar de este sueño en el que he caído sin querer, dar un paso y caer.

Siguen los escalofríos y las piedras caen en la mochila que llevo al hombro. Los aparatos ortopédicos están tensos y mis músculos también. Las rodillas ceden y antes de que me dé cuenta, estoy en el suelo. Inclino la cabeza y espero a que llegue el dolor.. Vamos, ven, llévame contigo, destrúyeme. Que ridícula parece esta idea de no volver a verte.


Las palmas de las manos se hunden poco a poco, las uñas penetran la arena fangosa por la lluvia que, sabiendo estar adherida, impregna los nudillos para no perecer estrangulada. Mis codos se doblan y tocan el suelo, mis puños se cierran y el agua se abre paso entre mis dedos. Mis ojos se abren de nuevo y solo ven la oscuridad que he formado con mi cuerpo, en la que he encerrado la ridícula idea de no volverte a ver.


Anna se acerca, noto sus pasos. Quiero alejarla y no hago más que tensar mi cuerpo cada vez más. Entrecierro los ojos, porque ahora son mis lágrimas las que mojan la tierra. En algún lugar en mi cabeza aparece una orden: vete, vete. Es un lugar muy lejano, porque Anna no le hace caso y me aprieta, me aprieta fuerte, con la fuerza con la que solo una niña de cinco años puede apretar.

Es ridículo pensar en no volver a verte

La necesidad de proteger a nuestra hija choca con esta idea de no volver a verte. Al final me entrego a su abrazo, lo hago inconscientemente. Su abrazo pierde fuerza, me dejo caer a un lado y ella cae sobre mí. Libera esta ridícula idea, de no volver a verte, y ahora soy yo quien la sostengo con la fuerza que me han dado todos los años que pasaste a mi lado; como el dolor empieza a ser tan grande que el cerebro se revela y me empieza a adormecer.

Es una morfina que se me mete en la garganta, lo noto porque me ahoga y no me hace respirar.



¿Qué diablos puede saber ella, pobre bebé? Su imagen vívida. Me alegro por ella, porque todavía tiene fe, porque la idea le parece aún más ridícula que a mí. Está ahí, desafiando el futuro sin tener la menor idea del dolor que vendrá. Por unos instantes me aferro a su ignorancia ya la mentira que hace que el aire sea menos denso, el agua más fría.

Sé que cuando me levante, esa idea ridícula nos condenará a estar unidos para siempre, con un vínculo que va más allá de la genética.. Me levanto, la tomo en mis brazos y camino lentamente. Los primeros pasos de un largo camino que todavía no puedo concebir; una parte de mí sigue esperando que llegue el dolor, otra acaricia esa carita salada que es parte del inmenso legado que me has confiado.


La acuesto en tu lado de la cama, le doy tu almohada. Ella deja que tu toque delicado la abrace. La miro y le canto una nana que me sigue sonando muy lejos. Sin embargo, creo que la escucha, porque con sus manos agarra una de las mías y acaricia las ondas que deja el agua, antes de finalmente quedarse dormida.

Añade un comentario de La ridícula idea de no volver a verte
¡Comentario enviado con éxito! Lo revisaremos en las próximas horas.