La química del amor: ¿por qué nos enamoramos?

La química del amor: ¿por qué nos enamoramos?

La química del amor: ¿por qué nos enamoramos?

Escrito y verificado por el psicólogo. ObtenerCrecimientoPersonal.

Última actualización: 15 2021 noviembre

Albert Einstein dijo una vez que explicar cómo nos sentimos acerca de alguien especial utilizando términos relacionados con la química del amor es privar a todo de la magia. Sin embargo, hay procesos como la atracción o la pasión más obsesiva en los que la neuroquímica define los límites de un territorio fascinante y extremadamente complejo, que a su vez define parte de lo que somos.



El amor, desde un punto de vista romántico o filosófico, es algo de lo que los poetas y escritores siempre nos han hablado. A todos nos gusta sumergirnos en estos universos literarios en los que se idealiza un sentimiento que a veces, todo hay que decirlo, crea más misterios que certezas. En realidad, sin embargo, son los neurólogos quienes nos pueden aportar datos más precisos sobre el enamoramiento como tal y desde un punto de vista biológico. De una forma menos evocadora, sí, pero en definitiva objetiva y real.

"El encuentro de dos personalidades es como el contacto de dos sustancias químicas: si hay alguna reacción, ambas se transforman"

-CG Jung-

Los antropólogos también nos ofrecen una perspectiva interesante que se integra muy bien con la química del amor que conocemos a través de la neurociencia. De hecho, en nuestra sed de conocimiento siempre hemos tratado de identificar los procesos que subyacen a los lazos duraderos, de aquellas parejas capaces de construir un compromiso estable y feliz.

Los antropólogos nos dicen que la humanidad parece hacer uso de tres "tendencias" cerebrales distintas. El primero es donde el impulso sexual impulsa la mayoría de nuestros comportamientos. El segundo hace referencia al “amor romántico”, en el que se crean relaciones adictivas con un alto coste emocional y personal. El tercero es el que constituye el apego más sano, en el que la pareja construye una complicidad significativa de la que se benefician ambos miembros.



Pero además de entender qué es lo que garantiza la estabilidad y la felicidad de una pareja, hay otro aspecto que nos interesa. Hablamos de enamorarnos, hablamos de la química del amor, de ese proceso extraño, intenso y desconcertante que a veces lleva nuestra mirada, nuestra mente y nuestro corazón a volverse hacia la persona menos adecuada. O por el contrario, hacia lo más correcto, lo definitivo...

La química del amor y sus ingredientes.

Es muy probable que más de uno de nuestros lectores piense que enamorarse se explica solo desde un punto de vista neuroquímico, que la atracción es el resultado de una fórmula cuyas variables se adaptan a esta química del amor y los neurotransmisores que median en este proceso. . Allí donde nuestro caprichoso cerebro orquesta esta magia, este deseo y esta obsesión a su antojo...

No es asi. Cada uno de nosotros tiene preferencias específicas, muy profundas, idiosincrásicas y, a veces, incluso inconscientes.. Además, hay pruebas claras de que tendemos a enamorarnos de personas con características similares a las nuestras: nivel de inteligencia, sentido del humor, valores…

Sin embargo, en todo esto hay algo que llama la atención, algo fascinante. Podemos encontrarnos en una habitación con 30 personas con características similares a las nuestras, gustos similares y valores similares, pero no nos enamoramos de todos. El poeta y filósofo indio Kabir dijo que el camino del amor es angosto y en el corazon solo hay lugar para una persona. Entonces, ¿qué otros factores causan este hechizo, la llamada química del amor?


"Dopamina, norepinefrina, serotonina... cuando nos enamoramos somos una fábrica de drogas naturales"

-Helen Fisher-

El aroma de los genes

Intangibles, invisibles e imperceptibles. Si decimos que en este mismo momento nuestros genes están desprendiendo un olor particular, capaz de llamar la atención de algunas personas y no de otras, lo más probable es que más de uno de los lectores levante una ceja con escepticismo.


Sin embargo, más que genes, la persona responsable de este olor particular del que no somos conscientes, pero que impulsa nuestro comportamiento atractivo, es nuestro sistema inmunológico, específicamente las proteínas MHC.

Estas proteínas tienen una función específica dentro de nuestro organismo: activan la función defensiva.

Por ejemplo, se sabe que las mujeres se sienten subconscientemente más atraídas por hombres con sistemas inmunológicos diferentes al suyo. Y si este olor les guía en este proceso al preferir perfiles genéticos distintos al suyo es por una razón muy sencilla: la descendencia generada con esta pareja tendrá una carga genética más variada.

Dopamina: estoy bien contigo, "necesito" estar cerca de ti y no sé por qué

Es posible que tengamos una persona muy atractiva frente a nosotros, pero es posible que no estemos en la misma página. No nos hace sentir bien, la conversación no fluye con fluidez, no hay armonía, no nos sentimos cómodos, no hay conexión. Muchos sin duda dirían que “no hay química”, y no se equivocarían.

La química del amor es auténtica y lo es por una sencilla razón: cada emoción es desencadenada por un neurotransmisor específico, un componente químico que libera el cerebro en función de una serie de estímulos y factores más o menos conscientes.


Tomemos, por ejemplo, la dopamina, ese componente biológico que nos "excita". Es una sustancia química relacionada esencialmente con el placer y la euforia. Hay personas que rápidamente se convierten en objeto de todas nuestras motivaciones, casi instintivamente. Estar con ellos genera un placer indiscutible, un bienestar sensacional, una atracción a veces ciega.

La dopamina es también ese neurotransmisor que hace el papel de hormona y que se asocia a un sistema de recompensa muy potente, hasta el punto de tener hasta 5 tipos de transmisores en el interior del cerebro.


Una cosa que todos hemos experimentado es la necesidad persistente de estar con una persona y no con otra. Enamorarse nos vuelve selectivos y es la dopamina la que nos obliga a centrar “todo nuestro mundo” en esa persona en concreto, hasta el punto de que se convierte en una “obsesión”.

Norepinefrina: cerca de ti todo es más intenso

Sabemos que una persona nos atrae porque nos provoca un carrusel de sensaciones caóticas, intensas, contradictorias y en ocasiones incontrolables.. Nos sudan las manos, comemos menos, dormimos pocas horas o nada, pensamos con menos claridad. Así, casi sin darnos cuenta, nos encontramos transformados en un pequeño satélite que orbita alrededor de un único pensamiento: la imagen de la persona amada.

¿Hemos perdido la razón? Absolutamente. Estamos bajo el control de la noradrenalina, que estimula la producción de adrenalina. Es lo que hace que se aceleren los latidos de nuestro corazón, que nos suden las manos, que active al máximo todas nuestras neuronas noradrenérgicas.

El sistema de norepinefrina tiene poco más de 1500 neuronas a cada lado del cerebro, no es mucho, pero cuando se activan generan una abrumadora sensación de alegría, entusiasmo, nerviosismo inconmensurable, al punto de desactivar el apetito y/o inducción a dormir.

Cariño, me haces explotar la "feniletilamina"

Cuando estamos enamorados, estamos completamente dominados por un compuesto orgánico: la feniletilamina. Como la palabra ya sugiere, es un elemento que guarda muchas similitudes con las anfetaminas, y que junto a la dopamina y la serotonina constituye la receta perfecta para un amor de película.

¿Sabías que el chocolate contiene feniletilamina? Sin embargo, su concentración no es tan alta como en el queso. Sin embargo, la feniletilamina del chocolate se metaboliza mucho más rápido que la de algunos productos lácteos.

Si nos preguntamos cuál es la función exacta de este compuesto orgánico, es sencillamente sorprendente. Es como un dispositivo biológico que intenta "intensificar" todas nuestras emociones.

La feniletilamina es como el azúcar de una bebida o pintura que untamos sobre un lienzo: hace que todo sea más intenso. Intensifica la acción de la dopamina y la serotonina, constituye la auténtica química del amor para hacernos sentir felices, realizados e increíblemente motivados...

Serotonina y oxitocina: la unión que consolida nuestro amor

Los neuroquímicos de los que hemos hablado hasta ahora (dopamina, norepinefrina y feniletilamina) son las tres chispas con indudable poder en la base de los primeros momentos del enamoramiento, en los que el deseo, el nerviosismo, la pasión y la obsesión por la persona amada guían a todos. nuestros comportamientos.

Sin embargo, esto no significa que la oxitocina y la serotonina no estén presentes en esta primera fase. Los hay, pero es más tarde cuando cobran mayor importancia, cuando ambos neurotransmisores intensificarán aún más nuestros vínculos, haciéndonos entrar en una fase más satisfactoria en la que consolidar el vínculo.

Veámoslos en detalle:

  • La oxitocina es la hormona que origina el amor verdadero. Ya no hablamos del simple “enamoramiento” o atracción (en la que más intervienen las sustancias vistas hasta ahora), nos referimos a la necesidad de cuidar a la persona amada, de darle cariño, de acariciarla, de ser parte de ella en un compromiso a largo plazo.

Cabe destacar, además, que la oxitocina es la principal responsable de la creación de vínculos afectivos, no solo los relacionados con la maternidad o la sexualidad. Se sabe, por ejemplo, que cuanto mayor es nuestro contacto físico, cuanto más nos acariciamos, abrazamos, besamos, más liberará oxitocina nuestro cerebro.

  • Por su parte, la serotonina se puede definir con una sola palabra: felicidad.. Si adquiere mayor relevancia en una etapa posterior del enamoramiento es por una razón muy sencilla. Comienza un período en el que nos damos cuenta de que estar al lado de esa persona en particular equivale a experimentar una felicidad más intensa. Por lo tanto, es necesario invertir nuestras fuerzas y comprometernos con esta relación para preservar este estado emocional tan positivo.

Cuando las cosas van bien, la serotonina nos da bienestar, nos da optimismo, buen humor, satisfacción. Sin embargo, cuando después de enamorarnos sobresaltamos y sentimos que la otra persona se aleja, que la situación se enfría o que no pasa del plano sexual, los niveles de serotonina pueden caer en picado, llevándonos en ocasiones a un estado de vulnerabilidad y angustia muy intensa, en la que también puede presentarse depresión.

En conclusión, como hemos visto, la química del amor orquesta gran parte de nuestro comportamiento, lo queramos o no. Lo hace tanto durante el enamoramiento como en las fases posteriores en las que intervienen otros factores encaminados a construir compromiso y estabilidad en la pareja.

La Dra. Helen Fisher nos dice que los humanos no son la única criatura capaz de enamorarse. Como también señaló Darwin en su tiempo, en el mundo existen más de 100 especies, elefantes, aves, roedores, que eligen una pareja con la que quedarse de por vida. Experimentan lo que los expertos han llamado "amor romántico primitivo". Pero al final siempre es amor...

Definir esta emoción universal en términos químicos quizás no sea muy evocador, como decía Einstein. Pero eso es lo que al final somos todos: un maravilloso entrelazamiento de células, reacciones eléctricas e impulsos nerviosos capaces de ofrecernos la felicidad más exquisita...

Referencias bibliograficas

Juliano, F.; Allard J. (2001). Dopamina y función sexual. Int J Impot Press.

Sabelli H, modulación Javaid J. Phenylethlyamine del afecto: implicaciones terapéuticas y diagnósticas. Revista de Neuropsiquiatría 1995; 7:6-14.

Fischer, H. (2004). Por qué amamos: la naturaleza y la química del amor romántico. Nueva York: Henry Holt.

Fischer, Helen (2005). Porque amamos. Corbaccio

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