La melancolía que se apodera de la mente

La melancolía que se apodera de la mente

La melancolía afecta a alrededor del 2 % de la población y, en general, responde muy bien a los enfoques terapéuticos actuales

La melancolía que se apodera de la mente

Escrito y verificado por el psicólogo. ObtenerCrecimientoPersonal.

Última actualización: 15 2021 noviembre

La melancolía tiene muy poco poético y evocativo. Es un vacío informe, un anhelo del ayer que empaña el presente. Pocos estados nos sumergen en tal estado de inmovilidad, cansancio y agotamiento psíquico hasta el punto de delinear una forma muy particular de depresión que en muchos casos puede llegar a ser bastante severa.



Víctor Hugo decía que la melancolía es la alegría de estar triste. Stendhal opinaba que las personas que se dedican a la escritura, la pintura o la poesía son propensas a la melancolía. Como vemos, este estado emocional siempre ha estado relacionado con el impulso natural que conecta al ser humano con la creatividad. Al lado más virtuoso y profundo de nuestro ser que explota la tristeza a su favor.

"La melancolía es una neblina llena de tristeza que lo cubre todo".

-HG Longfellow-

Sin melancolía, la tinta se acaba, solían pensar los románticos. Sin embargo, lo que los artistas de esa época olvidaron es que los griegos acuñaron este término para diagnosticar lo que hoy conocemos como depresión. Fue Hipócrates quien sugirió que la melancolía era un exceso de bilis negra, que contribuía a que la persona se sintiera desmoralizada, asustada, triste, etc.

Posteriormente, Sigmund Freud comenzó a profundizar en esta idea para darle una verdadera base clínica. La melancolía, por tanto, no es mera tristeza, al menos no ese estado estimulante capaz de sacar a relucir nuestras musas. Es como la metáfora cinematográfica que nos presenta Lars Von Trier en su famosa película. Un planeta llamado depresión que, en cualquier momento, puede chocar contra nosotros destruyéndolo todo.



Cuando la melancolía llama a nuestra puerta

Todos podemos experimentar tristeza en un momento dado. Percibir ese vacío en el que se cuela la melancolía, en el que se introducen recuerdos del ayer que nos hacen ver el presente con un aura de dolor. Normalmente estos estados son puntuales y limitados en el tiempo. No solo eso, los psicólogos también nos recuerdan que aunque la tristeza muchas veces tiene un efecto halo (lo cubre todo), deja espacio para otros sentimientos, pensamientos y motivaciones.

Sin embargo, cuando la melancolía se instala en nuestras vidas, no deja ni un rincón libre. La persona deja de sentir placer, curiosidad, interés. Rey, Savard y Post (1980) definen el estado melancólico como “inaccesibilidad afectiva”. La persona tiene una clara incapacidad para experimentar cualquier tipo de sentimiento, incluida la tristeza. En realidad hay una alteración completa de la emoción.

Por otro lado, hay que recordar un aspecto no menos importante. En la nueva edición del DSM-V (Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales) la melancolía parece ser descrita como un subgénero de la depresión mayor. Hay quienes no están de acuerdo con esta clasificación y prefieren verlo como un trastorno afectivo reconocible y separable. Sin embargo, debemos tener claro que se trata de un trastorno depresivo con unas características bien definidas. Veámoslos a continuación. 

¿Cuáles son los síntomas de la melancolía?

La principal característica de la persona melancólica es la incapacidad de sentir afecto.. No hay alegría, ni interés, y mucho menos la típica emotividad asociada a la tristeza que puede traducirse en lágrimas o en una expresión de malestar. La melancolía es quietud, vacío y un deseo perenne de algo que el sujeto es incapaz de definir.


También se destacan el retraso psicomotor, la dificultad para pensar, el agotamiento físico y mental perenne. Otro rasgo frecuente es la incapacidad de explicar el propio estado emocional, de conectar con la propia realidad interior y de poder comunicar con palabras lo que está pasando, lo que se siente.


Finalmente, un factor que suele diferenciar la depresión melancólica de otras formas de depresión es la incapacidad para pensar. En otros trastornos depresivos el sujeto experimenta un gran número de pensamientos nerviosos, obsesivos y agotadores, entre los que no faltan las ideas suicidas. En la melancolía esto no sucede.


En palabras del psicólogo Giovanni Stanghellini, “si la depresión mayor es un naufragio con espectador, la melancolía se asemeja a un naufragio sin espectador”. En otras palabras, mientras que la persona deprimida generalmente trata de encontrarle sentido a su depresión, la persona melancólica está confinada a sí misma y no ve ni siente nada..

Abordaje terapéutico para tratar la melancolía

El tratamiento que recibirá la persona melancólica dependerá del diagnóstico recibido. Como sabemos, no existe un único tipo de depresión, por lo que cuando la melancolía aparece como categoría descriptiva pueden ocurrir varias cosas. La primera es que estamos en presencia de una persona con depresión mayor, depresión melancólica bipolar, síndrome de Cotard o una melancolía delirante o no delirante.

Todo dependerá de la valoración de los profesionales y del caso particular de cada paciente. En la mayoría de los casos, y dado que muchas veces la raíz de este cuadro clínico es biológica, la persona responde muy bien al tratamiento farmacológico. De igual forma, la terapia cognitivo-conductual se presenta como una estrategia con buenos resultados.


Finalmente, en casos más severos como depresiones profundas, se requerirán otros tratamientos psiquiátricos y un seguimiento más cercano y constante. En todo caso, es uno condición psicológica que afecta a alrededor del 2% de la población y que en general responde muy bien a los enfoques terapéuticos que tenemos hoy.

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