La ira oculta, la emoción que condiciona la personalidad

La ira oculta, la emoción que condiciona la personalidad

La ira oculta a menudo surge de decepciones, traumas no procesados ​​y eventos desafortunados imprevistos que salpican la vida de un individuo. Todo esto, si no se maneja adecuadamente, le da al sujeto un mal humor y un malestar que termina por somatizarse.

La ira oculta, la emoción que condiciona la personalidad

Escrito y verificado por el psicólogo. ObtenerCrecimientoPersonal.

Última actualización: 15 2021 noviembre

La ira oculta, silenciada y tragada a la fuerza, puede afectar nuestra personalidad. Las decepciones vividas, los fracasos, los daños sufridos y no gestionados, los sueños rotos y cada caída en el camino de la vida dejan en nosotros una huella que muchas veces se convierte en ira. La falta de manejo de estas realidades internas trae consigo un malestar constante.



La ira es una de las emociones menos conocidas de gran parte de la población. Suele asociarse a esas explosiones en las que aflora el lado oscuro del ser humano, y en las que acabamos diciendo o haciendo cosas de las que luego nos arrepentimos. Bueno, lo más significativo en este sentido es que en la mayoría de los casos la ira no aflora, no se manifiesta, sino que se esconde y acecha bajo la superficie.

Además, esta emoción trae consigo un problema cuantitativo; es decir, cuanto más se acumula, más angustia psicológica genera. La ira oculta no se traduce en una cara perpetuamente enojada o en alguien que camina empujando, gritando o respondiendo de manera inapropiada. esta emocion genera angustia, cansancio, resulta en mal humor, ansiedad y, en muchos casos, hasta en un trastorno depresivo.

"La ira es la guardaespaldas de la tristeza".

-Liza Palmer-

Ira oculta, una emoción oculta a la que no prestamos atención

Puede ser sorprendente, pero el ser humano puede vivir prácticamente toda su existencia escondiendo su ira. Por ejemplo, sufrir abandono o abuso por parte de los padres puede ser, en muchos casos, la raíz de un problema de configuración de la personalidad.



La ira, después de todo, no es más que la combinación de diferentes emociones que forman una pesada carga llevada más o menos a lo largo del tiempo. Incluye tristeza, un sentimiento de injusticia, angustia y, a menudo, incluso miedo. El miedo a que ciertas cosas puedan resurgir y el miedo a volver a sentirse vulnerable. Todo esto, catalizado por la ira, se convierte en un malestar informe y duradero que ocupa todo el espacio y al mismo tiempo lo oscurece.

Ira, furia, rabia, rabia, agresión, tensión, pérdida de control… Estos son los primeros términos que vienen a la mente cuando pensamos en la ira. Volver a conectarlo con estos términos no está mal, pero la verdad es que la mayoría de las personas no reaccionan así en absoluto cuando experimentan la emoción en cuestión.

El Dr. Thomas Denson de la Universidad de Michigan (Estados Unidos) explica en su estudio que existen varias formas de experimentar la ira. Hay quienes la expresan y quienes la silencian, llevándola dentro de sí de manera oculta. Estos últimos, caracterizados por una ira oculta, tienden a alimentarla a través del pensamiento rumiante. Y esto termina teniendo un impacto negativo en el comportamiento y la personalidad.

¿Cuáles son las características de la ira oculta?

Habiendo vivido varias decepciones amorosas. Haber experimentado la traición de una persona cercana o familiar. No haber alcanzado una meta importante para la realización personal. Todas estas realidades están entre los ejemplos en el origen del sentimiento de ira oculta que muchos sienten.

Veamos cuáles son los signos más comunes:


  • Desconfianza general y una evidente dificultad para confiar en los demás.
  • Comportamientos y reacciones sarcásticos, cínicos, a menudo frívolos.
  • Cambios de humor constantes
  • Tendencia a procrastinar. Cumplir con sus deberes es extremadamente difícil para ellos.
  • Irritabilidad.
  • Dificultad para disfrutar de los momentos de ocio.
  • Insomnio, pesadillas, despertares constantes.
  • Agotamiento físico y mental.

¿Cómo puedes manejar la ira?

Los libros o artículos sobre el manejo de la ira a menudo abordan el tema con un enfoque parcial, especialmente cuando se trata de la ira oculta. Para trabajar esta emoción no basta con practicar ejercicios de relajación o buscar un medio de expresión. Estas técnicas ayudan, pero no resuelven el problema de raíz.



El mejor enfoque es aquel que tiene en cuenta los siguientes aspectos:

la vulnerabilidad

Para gestionar la ira oculta hay que ir a la raíz del problema y en la mayoría de los casos es el sentimiento de vulnerabilidad.. Cuando te sientes devaluado, traicionado, cuando vives injusticias, cuando te sientes frustrado o enojado con algo o alguien, es cuando aparece la ira. Primero, por lo tanto, debemos aclarar su origen.

Autoestima

El segundo paso es trabajar la autoestima.. No siempre será posible resolver los problemas que han dado lugar a la ira oculta. Por lo tanto, será necesario trabajar sobre uno mismo para recuperar la dignidad, el valor, el potencial humano y la autoestima.

Más pensamientos útiles

La ira oculta tiene un gran poder sobre el pensamiento de los rumiantes. Nuestra mente siempre está enfocada en ese dolor específico, esa decepción, ese hecho del pasado.. Este enfoque a menudo empaña el juicio y conduce a un desgaste psicológico extremo. Por eso es necesario un cuidadoso, útil y saludable trabajo en el diálogo interior.

Trabajar en la integración de la ira oculta sin alimentarla

La ira es un fuego que alimenta nuestros pensamientos día tras día. Lo intensificamos con quietud, con procrastinación y con la mente siempre enfocada en los hechos del pasado. Si realmente queremos integrar y sanar la ira oculta, debemos soltar la carga que aún tenemos en el pasado y permitirnos avanzar mientras sanamos las heridas.


Es posible lograr esto fijándose metas futuras, fomentando el cambio, involucrándose en áreas en las que uno se siente competente y en las que hacer nuevas amistades positivas. A veces es necesario empezar todo de nuevo para dejar atrás esos agobios que no nos dejaban respirar.

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