La inteligencia de la vida

    La inteligencia de la vida

    La inteligencia de la vida

    Última actualización: 30 marzo, 2015

    Si recientemente entró a una librería o pasó frente a un escaparate, es posible que se haya dado cuenta de que los libros de autoayuda son muy populares. La mayoría de estas publicaciones son muy críticas con los valores modernos. sociedad de consumo, a lo que parece que todos hemos sido educados: comprométete a estudiar para conseguir un buen trabajo, para ganar más dinero, para poder vivir como quieras, para comprar la casa de tus sueños… Incluso para poder pagar un bonito funeral, que cada vez son más caros . En resumen: debemos actuar siempre pensando en el “nosotros” del futuro.



    Para contrarrestar este punto de vista, la mayoría de los libros de autoayuda reportan una gran verdad: el tiempo no se detiene y, si hacemos como el caballo que persigue la zanahoria que tiene delante de los ojos sin mirar a su alrededor, la vida pasará y ni nos daremos cuenta. Por el contrario, la verdadera revolución que estamos llamados a realizar es la de captar el momento que vivimos, valorando su importancia. En cierto sentido, significa volver a ese "carpe diem" del pasado, aunque con diferentes matices.

    En ese momento se enfatizó el valor del presente porque no había muchas esperanzas que poner en el futuro. Tenías que disfrutar cada momento, porque al día siguiente podía suceder que te encontraras con un enemigo en el bosque y tu vida terminara, o que enojaras a alguien más poderoso que tú y terminaras mal. La religión occidental también veía esta vida como un valle de lágrimas que precedía a la salvación.

    Hoy todo es diferente, vivimos mucho más y la mortalidad ha disminuido. Pero lo que nos aterra está precisamente ahí velocidad del paso del tiempo: demasiado rápido para permitirnos realizar todos los sueños que nos gustaría. Para hacerlos realidad, necesitamos precisamente eso: más tiempo disponible o, en su traducción económica, más dinero.



    Precisamente para esto no hay tiempo que perder. Tenemos que trabajar duro y vivir por un presente que pagamos con lo que más tememos gastar: el tiempo. Ser capaz de evaluar cuánto vale un sueño, qué obtendremos de su consecución y, por tanto, cuánto tiempo de nuestra vida es bueno invertir en él requiere de una inteligencia que poco tiene que ver con la que nos permite resolver problemas matemáticos, descubrir el significado de una palabra o hacer malabares con juegos de lógica. Más bien, es una inteligencia que tiene que ver con nuestro ser más interno.

    Obtener algo que tanto anhelamos puede llenarnos de entusiasmo, pero también puede requerir que aceptemos hacer un trabajo que no nos gusta, y eso hace que todos los días sean pesados. Este tipo de sueños son muy caros y, si desistimos a mitad de camino, nadie nos devolverá lo que hemos perdido por el camino. Debido a esto, utilizando la inteligencia de la vida, es bueno comprender que muchas veces es mejor, para nuestra propia felicidad, optar por sueños o deseos que nos permitan disfrutar también del camino o sueños que requieren ciertos sacrificios y esfuerzos, pero no por mucho tiempo.


    Por último, si este artículo te ha dejado un regusto amargo, nos gustaría decirte que la felicidad no es algo racional: no se puede entender ni vivir alejado de los sentimientos y la magia. Sin embargo, siempre es posible utilizar la racionalidad para decidir qué objetivos merecen una inversión de nuestro tiempo, por qué caminos es más probable que encontremos la felicidad y en qué lugares nos esperan las emociones más intensas.. Hay pocas sensaciones comparables a la sensación de plenitud que produce la conciencia de que, aunque pasen los años, hemos aprovechado cada segundo de nuestro tiempo: ya sea el presente o el futuro.


    Imagen cortesía de Petar Paunchev

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