La ilusión de Moisés, o por qué es más fácil engañarnos a nosotros mismos de lo que pensamos

La ilusión de Moisés, o por qué es más fácil engañarnos a nosotros mismos de lo que pensamos

Deténgase un segundo y responda estas sencillas preguntas:

En la Biblia, ¿qué animal se tragó a Jonás?

¿Cuántos animales de cada tipo introdujo Moisés en el arca?

Si eres como la mayoría de las personas, habrás respondido "ballena" a la primera pregunta y "dos" a la segunda. Muy pocas personas se dan cuenta de que no fue Moisés, sino Noé, quien construyó el arca, según la Biblia.

Este fenómeno se conoce como la "ilusión de Moisés" y tiene profundas implicaciones en la vida diaria porque refleja nuestra incapacidad para detectar errores en el mundo. Incluso si conocemos la información correcta, tenemos la tendencia a pasar por alto los errores.



Ceguera a los errores

En 1981, dos psicólogos, Thomas D. Erickson de la Universidad de California y Mark E. Mattson de la Universidad Estatal de Nueva York, encontraron que el 80% de las personas no notaron el error en las preguntas.

Lo curioso fue que los participantes no notaron el error incluso cuando se les advirtió que algunas preguntas podían estar equivocadas o cuando se quitó la presión del tiempo, para que pudieran pensar con más tranquilidad.

Los psicólogos de la Universidad de Duke dieron un paso más al replicar el experimento, pero destacaron algunos datos importantes en rojo que los participantes debían evaluar con más cuidado. Los resultados fueron desastrosos.

La mayoría de las personas no solo continuaron sin notar el error, sino que en una prueba posterior incluyeron los datos incorrectos en sus respuestas, lo que indica que los habían incorporado a su cosmovisión.

El caso es que unos días antes de la prueba los psicólogos habían evaluado sus conocimientos y estaban en lo cierto. Esto significa que, aunque aparentemente no nos fijamos en los detalles incorrectos, nuestras mentes se dan cuenta y los incorporan a nuestro sistema de conocimiento.


Todo es cierto hasta que se demuestre lo contrario

Todos pensamos que somos inteligentes y que si vemos un error o información falsa, lo notaremos y no lo creeremos. Pero en realidad, todos podemos engañarnos. La ilusión de Moisés se basa en la forma en que procesamos la información.


Spinoza planteó la hipótesis de que cuando nos enfrentamos a una idea, en lugar de seguir un camino lógico de evaluación para aceptarla o rechazarla, la aceptamos automáticamente. El rechazo sería un segundo paso que requiere más esfuerzo cognitivo.

La ciencia confirma su hipótesis. Investigadores de la Universidad de Texas pidieron a un grupo de personas que se convirtieran en jueces indicando la sentencia para condenar a dos delincuentes que habían cometido un delito. La "trampa" era que los informes policiales contenían declaraciones verdaderas y falsas, cada una en diferentes colores.

Aunque se advirtió a los participantes que los informes contenían datos falsos y se les dijo lo que eran, estos sugirieron casi el doble de años en prisión cuando las declaraciones falsas exacerbaron la gravedad del crimen. Esto muestra que, inicialmente, asumimos lo que leemos u oímos como verdadero y solo después de una reflexión podemos clasificarlo como falso.

¿Por qué estamos sesgados positivamente?

La teoría de la verdad por defecto

Todos somos propensos a lo que se conoce como "sesgo de la verdad", que ocurre independientemente de la fuente de información o conocimiento previo que tengamos.

Con base en la teoría de la verdad por defecto (TDT), siempre asumimos que los demás son honestos. No pensamos en el engaño como una posibilidad en la comunicación hasta que tengamos pistas que nos hagan dudar. De hecho, un estudio de la Universidad de Alabama indica que nuestra precisión en la detección de mentiras es inferior al 50%.


La tendencia inicial a considerar las declaraciones como verdaderas es probablemente una propensión a facilitar la comunicación. Después de todo, es mucho más fácil asumir que la persona que tenemos enfrente nos dice la verdad que pasar por un "detector de mentiras" todo lo que dice.


De hecho, no caemos en el engaño de Moisés cuando la información es evidentemente incorrecta. Los psicólogos de la Universidad de Northwestern han descubierto que tenemos menos confianza en las inexactitudes increíbles que en las plausibles. Entonces, ¿qué pasaría si nos preguntaran "¿Cuántos animales de cada tipo trajo Kennedy al arca?" hubiéramos notado el error de inmediato. El problema es cuando la información es plausible.


¿Es posible escapar de la ilusión de Moisés?

Tener más experiencia o mayor conocimiento de determinados temas nos permitirá estar mejor preparados para detectar errores, falsedades y desinformación. Un estudio realizado en la Universidad de Duke, por ejemplo, encontró que los estudiantes de historia detectan mejor los errores históricos que los estudiantes de biología y viceversa. Sin embargo, el conocimiento previo no es suficiente porque no lo usamos muchas veces.

Un experimento realizado en la Universidad de Vanderbilt encontró que la forma más efectiva de reducir la ilusión de Moisés es actuar como si estuviéramos verificando los hechos. Es decir, adopte una actitud crítica desde el principio y compruebe toda la información.


Es un esfuerzo cognitivo considerable, pero activar nuestro pensamiento crítico es la única forma de protegernos de la manipulación, el engaño y la desinformación.

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