La desesperación, el dolor de la depresión.

La desesperación, el dolor de la depresión.

Hay momentos en los que nos sentimos desesperados, angustiados por la búsqueda de sentido en lo que nos rodea, enojados con nosotros mismos y con los demás... Detrás de estas realidades psicológicas adversas, muy a menudo se esconde la segunda cara de la depresión.

La desesperación, el dolor de la depresión.

Escrito y verificado por el psicólogo. ObtenerCrecimientoPersonal.

Última actualización: 15 2021 noviembre

La desesperación es el eco que surge del vacío. Es la ira que sigue cuando se pierde toda esperanza, es la tristeza transformada en lamento de quien cree haberlo perdido todo y ya no percibe la luz en el horizonte ni el sentido de su presente. Pocos estados psicológicos pueden ser tan peligrosos como este pico en el que la persona ya no sabe qué camino tomar o en qué camino confiar.



Sabemos que la desesperación es una experiencia humana común. Varios filósofos han hablado de ello durante siglos, incluido Søren Kierkegaard, quien lo definió como falta de ingenio, sentido y desafío. Jean-Paul Sartre, por su parte, afirmó que en esta dimensión hay una frustrante incapacidad para avanzar, así como un pesimismo casi cobarde muchas veces insinuado por la propia sociedad.

"Pero lo que llamamos desesperación es en realidad la dolorosa impaciencia de la esperanza incumplida".

-George Eliot-

Desde un punto de vista psicológico, nadie ha ahondado en la desesperación humana como Viktor Frankl. El padre de la logoterapia, que sobrevivió a varios campos de concentración nazis, definió este concepto a través de ideas muy simples: sufrimiento y pérdida de sentido.

Estas experiencias son sin duda las más angustiosas para una persona, pero es posible sobrevivir a ellas. Depende de nosotros desafiarlos y enfrentar la vida con nuevos y mejores recursos.



La desesperación en psicología: una emoción angustiosa

Si privamos a una persona de sus propósitos, de la visión que tiene de ellos y del sentido que le da a su vida, terminaríamos catapultándolo a la desesperación más absoluta. Como esto, aunque muchas veces definimos esta dimensión como una mezcla de tristeza y desesperanza, es bueno señalar que va más allá.

La desesperación es sinónimo de vacío, caer en un estado de ánimo en el que ninguna de nuestras preguntas tiene respuesta. Es común, en esta fase, que surjan interrogantes como: ¿cuál es el sentido de la vida? ¿Qué estoy haciendo en el mundo? ¿Qué puedo hacer en esta situación si nada tiene sentido? Estas preguntas solo alimentan el ciclo de la desesperación, transportando a la persona a un rincón de oscuridad psicológica donde queda atrapada.

Impulsado por la ansiedad

El estudio realizado por el Dr. Martin Bürgy, de la Universidad de Stuttgart en Alemania, indica que hasta hace poco la desesperación era tratada como un fenómeno psicopatológico menor. Ha estado relegada durante décadas al universo filosófico ligado sobre todo a los problemas existenciales.

La psicología cognitiva, por otro lado, enfatiza la importancia clínica de esta emoción. La desesperación puede aparecer puntualmente en nuestra vida. Podemos sentirlo cuando en un momento dado todo parece ir en nuestra contra, haciéndonos sentir estancados y perdidos. Pero también hay casos en los que la situación se complica.

Esto sucede cuando caemos en ciclos de pensamientos obsesivos que alimentan la negatividad y la vulnerabilidad. A estos pensamientos negativos se suma un complejo entramado de emociones como la tristeza, la angustia, la ira, la frustración…


En otras palabras, es fácil que la desesperación aparezca inicialmente como resultado de la ansiedad. Si la situación continúa en el tiempo, la persona sufrirá casi inevitablemente un trastorno depresivo.


La desesperación te obliga a enfrentarte a ti mismo

La depresión llevada al extremo acaba generando ideas extremas en la mente de quienes la padecen. La idea del suicidio es el resultado de la pérdida total del sentido y la esperanza, sin duda el aspecto más peligroso en estos casos y para el que se vuelve crucial contar con ayuda psicológica.

Por lo tanto, es común que la desesperación se presenta como una constante en el caso de la depresión mayor y también en el trastorno bipolar. Son situaciones delicadas que requieren tratamiento farmacológico además de terapia psicológica. Como apuntábamos al principio, estas realidades se pueden superar gracias a la ayuda especializada y al compromiso propio.


Para ello, necesitamos reflexionar sobre algunas cuestiones.

La ira que surge de la desesperación puede ayudar

La ira es hoy una emoción desconocida. Es enérgico, poderoso, exigente y si lo encauzamos bien puede ayudar a transformar situaciones.

La desesperación también se compone de esa ira que no nos hace dar sentido a nada. Uno está enojado consigo mismo y también con el mundo. Pero esto, si bien puede sorprendernos, es positivo. Sería peor si lo intentaras apatía, inacción, sensación de vacío o indiferencia total.

Si tratamos de canalizar la ira a nuestro favor, las cosas podrían cambiar lentamente y encontrar un nuevo equilibrio. Solo tenemos que canalizar la energía, para que el potencial positivo se libere en nuestra realidad.

Cara a cara contigo mismo para empezar de nuevo

Hay quienes dicen que la desesperación es la prisión del ego. Es nuestro lado más oscuro, el que nos lleva débiles y perdidos. Carl Jung defendía que la finalidad de la terapia psicológica es la transformación y, sobre todo, el logro de una individualización que permita al paciente encontrar su propio sentido vital.


La desesperación nos obliga a hablar con nosotros mismos, a ver lo peor de nuestro ser. Por esta razón, es nuestra obligación aceptar nuestra "sombra", como la define Jung, para aprender a prescindir de ella. Necesitamos llegar a ese lado brillante y fuerte donde podemos encontrar esperanza y seguridad. Es un camino que ciertamente no está exento de dificultades, pero que sin duda vale la pena emprender para dejar atrás el sufrimiento.

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