La bondad, sin acción, es inútil

La bondad, sin acción, es inútil

La bondad, sin acción, es inútil

Última actualización: 09 de abril de 2017

La bondad es el único símbolo verdadero de la superioridad del ser humano; sin embargo, si no va acompañada de acciones, es inútil. Todos conocemos a las típicas personas que hablan mucho y hacen poco, que están llenas de palabras nobles y acciones egoístas. Sin embargo, si queremos comenzar a cambiar el mundo, es necesario traducir la verdadera nobleza de nuestro corazón en acción.



Este principio, que a primera vista puede parecer obvio, contiene en sí mismo un hecho evidente: hay muchos que practican una especie de inmovilidad para la que basta con considerarse "buenas personas" para sentirse satisfechos consigo mismos. En realidad, sin embargo, estas personas son incapaces de ver las necesidades de quienes les rodean, situaciones concretas que requieren una especie de empatía elemental que no vemos a nuestro alrededor tanto como nos gustaría.

"Si quieres cambiar el mundo, primero cámbiate a ti mismo".

-Gandhi-

Alguien dijo una vez que para eliminar todas las formas del mal bastaría que las personas buenas actuaran, que hicieran algo. La bondad no es un ente abstracto, no es un jugo concentrado para beber para ennoblecer nuestro corazón y que nos lleva a hacer una donación a una ONG, y ni siquiera es una etiqueta para lucirnos frente a los demás.

La bondad no se elige, se siente. Y requiere que actuemos, que demos respuestas, que asistamos y protejamos, incluso cuando todos los que nos rodean no nos entiendan ni nos critiquen. La bondad, por lo tanto, es una verdadera empresa heroica.

Hoy queremos invitarte a reflexionar sobre este tema.



Las buenas personas están hechas de una sustancia diferente.

Somos conscientes de que este tema podría generar opiniones encontradas. En primer lugar, muchos se preguntarán qué entendemos por "buenas personas", qué los diferencia de los demás y por qué se dice que son héroes anónimos y silenciosos de los que nadie habla nunca.

Bueno, tienes que aclarar eso. cuando decimos que hay gente "buena", no quiere decir que todos los demás sean "malos". No estamos estableciendo ninguna dicotomía.

La bondad es, ante todo, la ausencia de egocentrismo. Si aislamos esta variable en nuestra ecuación, obtendremos un perfil de comportamiento habitado por dimensiones como la empatía, la compasión y el altruismo. Un rasgo extraordinario de estas personalidades es el hecho de que parecen estar hechos de un material invisible. Pero basta con cavar más allá de la primera capa de su piel para descubrir que, en el fondo, brillan: son personas que anteponen las necesidades de los demás a las propias.

Esta es una característica que no vemos muy a menudo. No todos priorizamos a nuestros semejantes hasta el punto de relativizar nuestras necesidades, y no hacerlo o no sentirlo, no nos convierte en malas personas. Sencillamente, esa especie de sacrificio o voluntad desinteresada nos es ajena y hasta nos parece contradictoria. Quizás por eso no entendemos por qué muchos cooperantes arriesgan su vida para ayudar a personas lejanas y desconocidas.

De hecho, a veces, ni siquiera entendemos a ese amigo o vecino, a ese hermano o compañero de trabajo que se desvive por los compañeros o vecinos, sin esperar nada a cambio. La bondad, como otras motivaciones, no siempre se comprende, y es precisamente por esta incomprensión que rara vez obtiene el reconocimiento que merece.



"La grandeza nunca existirá donde falte la bondad, el respeto, la humildad y la verdad".

-Leo Tolstoi-

Ningún acto de bondad, por pequeño que sea, será una pérdida de tiempo. De lo contrario, bastará con dar un primer paso y actuar para que, poco a poco, pequeños, pero grandes, cambios se produzcan en el cerebro. No debería sorprenderte, de hecho, descubrir que los actos de generosidad o altruismo activan en nuestro cerebro los mismos mecanismos neuronales que la empatía.


Cuando hacemos algo importante por otra persona, en nuestro cerebro se libera una ráfaga de endorfinas que, en cierto sentido, refuerzan el comportamiento social que dignifica a nuestra especie. La principal prioridad del ser humano es garantizar su supervivencia y por ello el bien acompañado de la acción, y no sólo como aspiración, garantiza este principio fundamental.

Por otro lado, nunca debemos descuidar la transmisión de este tipo de enfoque de la vida a nuestros hijos. Jerome Kagan, psicólogo de la Universidad de Harvard, ha demostrado en sus estudios que los niños pueden crear conexiones positivas con las personas que los rodean. Las caricias emocionales favorecen y potencian la maduración del cerebro infantil de una manera sencillamente maravillosa.

Así, si sembramos en ellos el valor de la empatía, el respeto y el altruismo, toda la sociedad ganará. En la era de la modernidad y la tecnología, es un gran desafío y una responsabilidad en la que todos debemos participar. Porque si nuestra especie ha logrado evolucionar para dar forma a lo que llamamos "humanidad", solo nos falta dar un paso más para crear una verdadera conciencia común, una realidad basada en el respeto mutuo, la compasión y el valor del otro como parte de Nosotros mismos.


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