¿Estamos seguros de que la forma en que nos definimos es cierta? ¿O tenemos una visión distorsionada de nosotros mismos?
Última actualización: 09 septiembre, 2020
¿Crees que tus amigos o un familiar te describirÃan con las mismas palabras que usarÃas tú? En general, la autoimagen es verdadera, entonces, ¿es objetiva o quizás está distorsionada? Para saber si la forma en que nos definimos se corresponde con la realidad, basta con hacer un pequeño juego.
El experimento es sencillo: la próxima vez que te reúnas con amigos o familiares, cada uno a su vez deberá definir uno de los presentes utilizando 3 adjetivos. ¿Crees que las caracterÃsticas que otros ven en ti son ciertas? ¿Por qué no coinciden?
Este fenómeno se produce debido a algunas distorsiones cognitivas. Tal Las distorsiones ofrecen una imagen propia irreal o idealizada o distorsionada y pesimista.. Entonces, cuando pensamos que conducimos mejor que los demás, hablamos de distorsión positiva; creer que eres más feo que los demás es una distorsión negativa.
Autoimagen y comparación con la realidad
Cómo nos describimos afecta nuestro estado de ánimo. Según algunos estudios recientes, tendemos a ver la realidad según distorsiones cognitivas positivas y a acoger la información que nos resulta familiar o más cercana a lo que sabemos.
Al mismo tiempo, tendemos a juzgar nuestro comportamiento pasado mejor de lo que realmente fue. pensamos que hemos tenido menos éxitos y más fracasos que los reales.
¿La forma en que te defines corresponde a la verdad?
Distorsiones o sesgos cognitivos
Hay varias distorsiones cognitivas que entran en juego cuando se trata de procesar información; los más comunes afectan la forma en que nos definimos, son:
- Percepción selectiva: se activa cuando dirigimos nuestra atención a información con contenido positivo, sobre acciones y autoimagen.
- Sesgo de confirmación: en este caso, nuestro esfuerzo se dirige a confirmar hipótesis que ya tenÃamos, buscando asà la confirmación de nuestras ideas o de la imagen que tenemos de nosotros mismos.
- Complacencia: tendemos a percibirnos como dueños de nuestros éxitos y solo espectadores pasivos de nuestros fracasos.
- sesgo optimista: tendemos a pensar que hemos tenido más experiencias positivas que otros; por lo tanto, es menos probable que nos sucedan eventos desagradables.
- Ilusión de invulnerabilidad: es la consecuencia directa del sesgo optimista; es decir, tendemos a pensar que es menos probable que tengamos experiencias negativas; creemos que somos inmunes o capaces de controlar los eventos mejor de lo que realmente lo hacemos.
¿Cómo afectan las distorsiones cognitivas a la autoimagen?
¿Cómo podemos cambiar algo de nosotros que ni siquiera consideramos malo? ¿Cómo podemos crecer si no somos capaces de ver dónde nos equivocamos o dónde podemos mejorar?
Creemos que otros son responsables de nuestra ruina o conocernos a la perfección solo porque pasamos todo el dÃa solos, pero en realidad no es asà en absoluto.
Si cada vez que un imprevisto o un fracaso nos preguntáramos qué salió mal, cuánto dependÃa de nosotros, en lo que podemos mejorar o cambiar para no volver a vivir las mismas consecuencias, entonces podrÃamos decir que estamos más cerca de conocernos, de crecer, de la realidad.
Las distorsiones cognitivas tienden a darnos un punto de vista más positivo sobre nuestra persona. Una percepción distorsionada que en unos casos nos ayudará, mientras que en otros nos estorbará. Por ejemplo, si creemos que estamos conduciendo mejor de lo que realmente lo hacemos, probablemente seremos más asertivos, pero también más intransigentes.
Por ello es importante conocer estas distorsiones cognitivas, ser conscientes de su poder y utilizar sus efectos a nuestro favor.
Conocer y saber cómo funcionan las distorsiones cognitivas es fundamental si queremos influir en nuestra forma de definirnos.