¿Hambre emocional o hambre fisiológica?

¿Hambre emocional o hambre fisiológica?

Las emociones también estimulan el hambre. Este tipo de apetito, además del sobrepeso o problemas de salud, provoca principalmente infelicidad, sufrimiento y culpa. Por lo tanto, es importante aprender a distinguir el hambre emocional del hambre fisiológica.

¿Hambre emocional o hambre fisiológica?

Escrito y verificado por el psicólogo. ObtenerCrecimientoPersonal.

Última actualización: 15 2021 noviembre

También se come la tristeza, así como el estrés o la frustración de un mal día de trabajo. No siempre es fácil distinguir entre el hambre emocional y el hambre fisiológica. Y así es como la ansiedad relacionada con el apetito termina resultando en colesterol, presión arterial alta, sobrepeso y otros problemas de salud. Además de los problemas fisiológicos, se suma otro desafío mucho más complejo.



Hablamos de sufrimiento, insatisfacción, culpa e infelicidad, aunque con diferentes matices. Todos hemos pasado por periodos en los que el nerviosismo nos ha llevado a adoptar patrones alimentarios incorrectos. El período de exámenes o una alta carga de trabajo a menudo favorecen este tipo de comportamientos.

Algunas realidades, sin embargo, pasan desapercibidas. Los trastornos alimentarios, por ejemplo, se manifiestan de esta manera. Por otro lado, la alimentación está íntimamente condicionada por nuestro estado de ánimo y, en ocasiones, caemos en estados de los que es difícil salir. El hambre emocional nunca pedirá un plato de verduras.

La ansiedad prefiere la comida chatarra, por lo que si no afrontamos lo que hay detrás de la ansiedad, corremos el riesgo de reforzar una conducta en la que la comida se convierte en vehículo de descarga emocional. Veamos en las próximas líneas cómo reconocer el hambre emocional y el hambre fisiológica.

Hambre emocional: síntomas, causas y estrategias de afrontamiento

Cuando se convierte en una constante, el hambre emocional refleja un trastorno alimentario. La mayoría de los estudios científicos sobre el tema muestran que los trastornos de ansiedad son, en la mayoría de los casos, el factor etiológico de estos problemas de alimentación.



Una investigación realizada en el Departamento de Psiquiatría de la Universidad de Minnesota (Estados Unidos) nos habla de esta relación. La autora del estudio, la Dra. Corine Webb, afirma que muchas personas tienen poca capacidad para manejar los estados emocionales que alimentan el hambre compulsiva. Sin duda son situaciones complejas que deben ser investigadas.

¿Cómo entender si es hambre emocional y no hambre fisiológica?

Puede sonar simple, pero en realidad no lo es en absoluto; De hecho hay muchas personas que son incapaces de distinguir el hambre emocional del hambre fisiológica. Así que veamos algunas características del hambre emocional.

  • El deseo de comer se presenta de manera repentina e impulsiva, en forma de antojos.
  • Generalmente los episodios de hambre emocional se satisfacen en la soledad.
  • El cerebro busca alimentos que generen sensaciones de placer, auténticos cócteles de serotonina. La llamada comida chatarra es la que mejor realiza esta tarea.
  • El hambre emocional se presenta con mayor intensidad en situaciones caracterizadas por compromisos y presiones. Por ejemplo, hoy deberíamos haber empezado a trabajar en ese proyecto que tendremos que presentar la próxima semana. En cambio, nos encontramos sentados en el sofá comiendo papas fritas, pizza o helado.
  • Es difícil saciar este tipo de hambre. Seguimos comiendo porque tratamos de llenar un vacío, de calmar la ansiedad y engañarla con algo gratificante.
  • Es bueno aclarar que comer por ansiedad genera sentimientos de culpa. Continúas comiendo para calmar tu ansiedad, pero terminas sintiéndote insatisfecho e incómodo.
  • Nos culpamos a nosotros mismos por no poder mantener el control, aun sabiendo que estamos tratando con alimentos dañinos. No poder evitarlo crea más frustración.

¿Cuál es la causa del hambre emocional?

El detonante de la ansiedad está en las emociones. Responden a situaciones muy diferentes, pero en este caso concreto es posible identificar algunas de ellas que son especialmente relevantes:



  • Altos niveles de auto-necesidad.
  • Necesidad constante de tener todo bajo control. Puede parecer irónico, pero tiene una explicación: la necesidad de tener todo en orden y bajo control puede volverse agotadora y generar un efecto rebote repentino. Tal agotamiento busca una válvula de escape en la comida chatarra.
  • Baja autoestima y reconocimiento de la comida como un refugio gratificante.
  • La comida es vista como una forma de escapar de los períodos de mucho estrés o simplemente de un mal día.

Estrategias para calmar y controlar la ansiedad relacionada con la comida

Para calmar la ansiedad relacionada con el hambre emocional, hay un aspecto importante a considerar. Si tal comportamiento se ha repetido durante mucho tiempo, es necesario consultar a un profesional Especializado en trastornos de la conducta alimentaria. Psicólogos y nutricionistas son las figuras más adecuadas en estos casos.


Por el contrario, si se trata de episodios puntuales, o si somos conscientes de caer en hábitos y conductas alimentarias poco saludables solo en determinados momentos, podemos seguir las siguientes pautas:

  • Reconocer las fuentes de estrés y ansiedad que conducen a comer impulsivamente. Tienes que aprender a manejarlos y mantenerlos bajo control mirándolos desde una perspectiva diferente.
  • Introducir cambios en tu rutina, una actividad motivadora que ayuda a canalizar la ansiedad: haz deporte, inscríbete en una clase de baile.
  • Buscando otras recompensas más saludables.
  • Evite comer solo.
  • Planifica tu dieta sin dejar lugar a la improvisación.
  • Compras en el supermercado con una lista detallada de alimentos más saludables. Este hábito te ayudará a evitar la tentación.
  • Aprende a gestionar las emociones a través de técnicas de relajación.

Todos nosotros hemos tenido que lidiar con el vacío del hambre emocional en algún momento de nuestras vidas. Con ese agujero en el estómago que apenas se sacia, a pesar de la comida.


Esos vacíos interiores son siempre producto de una mente que requiere atención, de una autoestima que necesita ser reparada y fortalecida. No dudes, por tanto, en consultar a un buen profesional; la salud, tanto física como mental, es extremadamente importante.

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