Generosidad: un caldo de verduras y tres paquetes de analgésicos.

Generosidad: un caldo de verduras y tres paquetes de analgésicos.En un barrio de Bangkok, un niño desesperado robó tres paquetes de analgésicos para su madre enferma. El farmacéutico lo descubrió, lo tomó del brazo y lo abofeteó provocando una conmoción que llamó la atención de los vecinos, el dueño de un pequeño restaurante que estaba frente a la farmacia vio toda la escena. Sin embargo, en lugar de considerarlo un delincuente común, se acercó al niño y le preguntó por qué había robado las medicinas. El niño, visiblemente avergonzado por lo que había hecho, bajó la cabeza y respondió que su madre estaba enferma. Entonces el hombre sacó el dinero de su billetera para pagarle al farmacéutico, luego se lo dio al niño junto con un caldo de verduras. Treinta años después, el dueño del restaurante se desmayó y cayó, golpeándose la cabeza con un bordillo. Su situación era terrible y necesitaba una cirugía inmediata, pero su hija no tenía dinero para pagarla. Su padre nunca había sido codicioso y no había amasado una gran fortuna. Desesperado, pensó que si hubiera sido menos generoso y hubiera pensado más en sí mismo, ahora podría tener el dinero para pagar el hospital.

Sin embargo, cuando estaba al borde de la desesperación, recibió un documento que decía: "Todos los gastos médicos se pagaron con 3 paquetes de analgésicos y un caldo de verduras".



El niño que le había robado las medicinas a su madre se había hecho médico, trabajaba en el hospital y consciente de la situación de la persona que lo había ayudado muchos años antes, decidió devolverle el gesto de generosidad.

Esta es la historia que se cuenta en un anuncio de una empresa de telefonía móvil tailandesa y tiene como objetivo motivar a las personas a abrazar la generosidad.


El mejor remedio para la depresión y el estrés.

Los beneficios de la generosidad se han estudiado en el laboratorio y no dejan lugar a dudas. Un estudio realizado en la Universidad de Michigan examinó a 423 parejas mayores durante un período de cinco años. Resultó que la esperanza de vida se duplicó entre quienes se ofrecieron como voluntarios o trataron de ayudar a otros.


Otro estudio, esta vez realizado en la Universidad de Buffalo, analizó los eventos estresantes a los que fueron sometidas 846 personas durante cinco años. Al final del estudio se encontró que aquellos que estaban acostumbrados a ayudar a otros sufrían menos estrés y tenían sistemas inmunológicos más fuertes.

La guinda del pastel es una investigación realizada en la Universidad de Manchester. Estos psicólogos analizaron un total de 74 estudios y concluyeron que la generosidad y el voluntariado podrían prevenir y aliviar los síntomas de la depresión. De hecho, llegaron a la conclusión de que la generosidad es mucho más eficaz que la psicoterapia para tratar la depresión.

¿Cómo puedes ser más generoso?

En una sociedad como la nuestra, que potencia los valores individuales y la competencia, la generosidad no es el pan de cada día. Sin embargo, podemos aprender a ser más generosos. De hecho, un estudio muy interesante de la Universidad de Harvard nos da una idea de cuándo decidimos si ser más generosos o egoístas.

Más de 2.000 personas de todo el mundo participaron en este experimento. Se formaron grupos de 4 y se les pidió que donaran parte del dinero que recibieran para participar en el experimento. El dinero se invertiría en un proyecto grupal.


El punto era que lo que representaba una buena inversión para el grupo no era bueno para el individuo. En algunos casos se les pidió que decidieran de inmediato, otras veces se les dio más tiempo para evaluar las diferentes opciones.

En este punto los psicólogos han notado que cuando nos dejamos llevar por el primer impulso tendemos a preocuparnos más por los demás y somos más generosos. Sin embargo, si nos detenemos y pensamos, encontramos razones para no ser altruistas. De hecho, durante el experimento se pudo descubrir que 10 segundos son suficientes para cambiar de decisión y por lo tanto para sofocar el instinto de generosidad.



El 67% de las personas tomó una decisión impulsiva y donó su dinero. Pero cuando se les dio más tiempo para pensar, solo el 53% accedió a donar su dinero. Esta es una diferencia significativa, especialmente considerando que el único factor que ha cambiado es la cantidad de tiempo.

En este experimento se observó que cuando nos encontramos en una situación en la que tenemos que preocuparnos por los intereses de otra persona, se activan dos sistemas cerebrales: uno es rápido e intuitivo, y nos empuja a ser más generosos, el otro es más lento y racional y nos lleva a actuar de manera más egoísta. Por tanto, si queremos cambiar hábitos y actuar con más generosidad, debemos seguir el primer impulso sin pensar.

Recuerde que la generosidad no se trata solo de voluntariado o posesiones materiales, también se trata de apoyo emocional. No siempre tenemos la oportunidad de hacer gestos sensacionales, pero incluso los pequeños gestos diarios pueden hacer más felices a las personas que nos rodean.


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