Formar parte de un grupo nos hace olvidar nuestros valores

Formar parte de un grupo nos hace olvidar nuestros valores

Cuando las personas están incluidas en un grupo perciben que son parte de algo más grande que ellos mismos y, en ocasiones, esto los lleva a liberarse de sus valores morales al hacerles tomar decisiones y acciones que nunca habrían hecho si habían estado solos. O al menos esto es lo que ha sucedido a lo largo de los siglos.

Ahora, un estudio muy interesante realizado en la Universidad Carnegie Mellon ha profundizado en el fenómeno para ayudarnos a comprender cómo es posible que las personas "buenas" puedan cometer malas acciones u obviar sus principios morales.



Este estudio comparó cómo funcionaba el cerebro de las personas cuando estaban solas y cuando estaban en grupo. La investigación se inspiró en una experiencia que tuvo el experimentador durante un partido de fútbol. En ese momento, el esposo llevaba la gorra de su equipo, pero estaba rodeado de fanáticos del equipo contrario y, por lo tanto, se ofendió repetidamente. La psicóloga pensó entonces que si ella misma hubiera usado el mismo sombrero, los hombres se habrían medido un poco la lengua ya que era una mujer. Pero estaba equivocado. En ese momento comenzó a preguntarse si había alguna razón neurológica que justificara lo sucedido.

Cuando el "yo contra ti" se convierte en "nosotros contra ellos"

Básicamente, hay dos razones principales por las que las personas se comportan de manera diferente cuando forman parte de un grupo, estas son:

1. Se sienten anónimos

2. Creen que es menos probable que sean castigados por su comportamiento.

Sin embargo, este estudio tenía la intención de ir un paso más allá, los investigadores se preguntaban si, cuando estamos en un grupo, también perdemos nuestra moralidad.


Luego se pidió a varias personas que respondieran algunas preguntas para establecer cuál era su concepto de moralidad. Así, los investigadores pudieron crear instrucciones personalizadas como: "Robé comida de un frigorífico común" o "Siempre me disculpo después de tropezar con alguien".


Más tarde, estas personas se involucraron en un juego y, mientras jugaban, se les escaneó el cerebro. La diferencia fue que en algunos casos jugaban solos mientras que en otros estaban en grupo.

¿Cuáles fueron los resultados?

Cuando las personas jugaban solas y se enfrentaban a juicios morales, sus cerebros mostraban una mayor actividad en la corteza prefrontal medial, un área asociada con el pensamiento sobre nosotros mismos. Estos hallazgos no son inusuales cuando se considera que las personas se identificaron profundamente con las afirmaciones que se les muestran.

El hallazgo sorprendente fue que cuando las personas jugaban en grupos, estas mismas declaraciones morales generaban una respuesta menos intensa, lo que sugiere un nivel más débil de identificación con sus propios ideales y creencias.


La difusión del ego

Según los investigadores, nuestros juicios morales se vuelven más flexibles cuando formamos parte de un grupo porque sentimos que nuestra personalidad se diluye. Nos volvemos anónimos porque nuestras prioridades cambian de "yo" a "nosotros". Por tanto, adaptamos nuestros valores a las creencias de la masa, lo que también repercute en nuestro cerebro. Esta transformación se convierte en un boomerang ya que al detenernos a reconocer como propios nuestros determinados valores no sentimos remordimientos y damos rienda suelta a conductas deshonestas o incluso violentas.


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