Falacia de la mala pendiente: detener el cambio recurriendo al miedo

Falacia de la mala pendiente: detener el cambio recurriendo al miedo

Una falacia es un argumento que a primera vista parece válido, pero en realidad no lo es. Todos caemos en la trampa. Algunas falacias se cometen intencionalmente para persuadir o manipular a otros, mientras que otras no son intencionales sino debido a errores en la lógica del pensamiento o ignorancia. La falacia de la mala pendiente, también conocida como la falacia de la pendiente resbaladiza o la falacia del plano inclinado, es una de las más comunes y dañinas, pero se entiende poco, por lo que es difícil de detectar y eliminar.



¿Cuál es la falacia de la mala porcelana?

Esta falacia se basa en la idea de que tomar la acción A nos arrastrará por una pendiente resbaladiza que inevitablemente nos llevará a la acción B. Y, por supuesto, B es horrible. Por lo tanto, si no queremos terminar en el escenario B, es mejor no tomar nunca la acción A.

Básicamente, es un método sesgado de persuasión o manipulación que sirve como advertencia ante un resultado que la persona que presenta el tema no quiere materializar porque lo considera negativo o incluso dañino.

Sin embargo, en términos generales, este razonamiento suele ser incorrecto porque no proporciona argumentos para probar la existencia de la pendiente resbaladiza. En otras palabras, cuando no se prueba la inevitabilidad, el razonamiento se convierte en una falacia.

La falacia de la pendiente resbaladiza se utiliza a menudo como un "argumento" para sostener propuestas revolucionarias nuevas o diferentes que generan miedo en el poder o en un sector generalmente más conservador de la población. Por ejemplo, este argumento se utilizó para evitar la legalización de la marihuana con fines medicinales. Los detractores de esta propuesta argumentan que allanaría el camino para la plena legalización de todo tipo de drogas y, por tanto, conduciría a un aumento exponencial del consumo de sustancias nocivas. Sin embargo, legalizar una sustancia con fines medicinales de ninguna manera implica legalizar el uso de otras sustancias nocivas.



La falacia de la mala porcelana también se ha utilizado contra la eutanasia voluntaria para indicar que debería prohibirse desde el principio porque si no lo hacemos, tarde o temprano nos veremos obligados a aceptar otros tipos de eutanasia que son inaceptables. Pero aceptar la eutanasia voluntaria para los enfermos terminales no significa necesariamente aceptar otras formas de eutanasia.

Las leyes de control de armas en países como Estados Unidos también han sido cuestionadas por argumentos que aprovechan la pendiente resbaladiza. Hay quienes argumentan que si se impone algún tipo de control de armas, el siguiente paso será eliminarlas por completo. Y si eso sucede, no podrán defenderse de los criminales y los ataques terroristas, en cuyo caso los terroristas y los criminales eventualmente se apoderarán del país. Evidentemente, una cosa no conduce inevitablemente a la otra.

Riesgo y miedo como disuasivos

La falacia del plano inclinado se basa en el riesgo “inevitable” y el miedo que genera. De esta forma, sus argumentos activan nuestro cerebro emocional y desactivan nuestro pensamiento lógico, impidiéndonos evaluar racionalmente los riesgos.

Sin embargo, un riesgo no es más que la probabilidad de que ocurra un evento con un impacto negativo o que ciertos factores o decisiones aumenten la probabilidad de que suceda. La vida es un riesgo, pero articular el discurso narrativo en torno a una cadena de riesgos que no necesariamente tienen una relación causal implica generar innecesariamente miedo, ansiedad e ira para poder manipular.

Cuando estos estados afectivos toman el control, hay un secuestro emocional real y somos incapaces de pensar con claridad. La mera posibilidad de que ocurra B nos asusta tanto que preferimos evitar A, aunque solo sea por precaución excesiva.


Pero sucumbir a la falacia de la pendiente resbaladiza puede encerrarnos en una zona de confort demasiado estrecha en la que nunca intentamos nada nuevo ni nos atrevemos a emprender nuevos proyectos. A nivel social, esta falacia nos condena a la inmovilidad, ligándonos a valores conservadores y viejas formas de hacer las cosas que no involucran la evolución natural. Por tanto, este comportamiento excesivamente cauteloso acaba siendo desadaptativo.


¿Cómo detectar y desmontar la falacia de la mala pendiente?

La mejor arma que tenemos contra la falacia de la pendiente resbaladiza es el pensamiento crítico. El pensamiento crítico nos permitirá darnos cuenta de que no existe una relación lineal entre A y B. Sin embargo, para pensar con claridad, primero debemos tomar una distancia psicológica suficiente que nos permita desprendernos emocionalmente de los argumentos presentados por otras personas.

Si la perspectiva de B genera miedo y ansiedad, no podremos darnos cuenta de la falacia que esconde. Por tanto, debemos preguntarnos: ¿cuál es la relación entre A y B? ¿La acción A conducirá inevitablemente a B? ¿Qué puedo hacer para evitar B? Debemos tener en cuenta que el simple "podría suceder" no es una respuesta válida. En cambio, es necesario anticipar los posibles resultados de la acción A evaluando las posibilidades reales de que ocurra B.

En cualquier caso, debemos tener en cuenta que no podemos predecir el futuro, por lo que no es posible garantizar con un 100% de certeza que sucederá un determinado evento. Además, hay un período de tiempo entre la ocurrencia de A y B en el que pueden intervenir varios factores que aumentan o disminuyen las posibilidades de que ocurra el evento no deseado.


La falacia de la pendiente resbaladiza supone que el proceso de transición entre A y B es directo y casi inmediato, no prevé la posibilidad de detenerse en el medio. Pero en la vida real, ese no es siempre el caso. De hecho, a menudo tenemos la oportunidad de detenernos antes de llegar al punto sin retorno. Muchas veces podemos detener la transición entre el punto de inicio y el punto final.

Todas las advertencias de pendientes resbaladizas no son falaces

Vale la pena decir que todos los argumentos de pendientes resbaladizas no son intrínsecamente falaces. En algunos casos, la advertencia puede basarse en una forma lógica de razonamiento que indica una alta probabilidad de que ocurra el evento no deseado.


Por ejemplo, pensar que permitir que las personas enciendan incendios en los bosques y dejarlos desatendidos probablemente terminará en incendios no es una falacia, sino una predicción de sentido común.

Para determinar si una pendiente resbaladiza realmente existe o es una falacia, es necesario considerar todos los factores que conducen al evento final (B) y la conexión entre ellos. Cuantos más factores falten en esa pendiente, más desconectados estarán y cuanto mayor sea la distancia entre los puntos A y B, es más probable que sea una falacia.

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