Expectativas: 3 razones para deshacerse de ellas

Expectativas: 3 razones para deshacerse de ellas "Aparecerá con un regalo para sorprenderme, ya que no nos hemos visto en tanto tiempo". "Debo haber fallado un 9 en el examen, fue así de fácil". "Cuando llegue a casa me invitará a celebrar su ascenso a lo grande". "Definitivamente saldremos, es su día libre".

Estas y otras expectativas forman parte de nuestra vida diaria. Muchas veces ni siquiera nos damos cuenta, pero están ahí, siempre al acecho con su carga de ilusión y ficción. Sin embargo, ¿qué sucede cuando se frustran las expectativas, cuando la persona no se comporta como se esperaba? La actitud más común es reaccionar de manera negativa, triste o enojada.



¿Pueden ser positivas las expectativas?

La filosofía budista se refiere a la "mente en espera" para referirse a aquellos que simplemente esperan algo, pero no hacen nada para lograrlo. Desde este punto de vista, las expectativas serían tan inútiles como un baile indio para atraer la lluvia. En realidad, serían contraproducentes, porque cuando no se materializan solo generan dolor, tristeza e ira.

De hecho, las expectativas no son más que suposiciones sobre el futuro, sobre la probabilidad de que suceda algo. Se trata de una anticipación basada en algunas huellas que hemos extraído de la realidad. En este sentido, las expectativas no son dañinas en sí mismas, ya que nos ayudan a formarnos una imagen de lo que nos depara el futuro.

Sin embargo, el problema es que en la vida cotidiana no nos comportamos como matemáticos sino que asumimos muchas de nuestras expectativas como verdades absolutas, como si fueran a realizarse con certeza. Cuando nos damos cuenta de que se trata simplemente de probabilidades, cuando no se satisfacen, nos sentimos frustrados.

Por esta razón, el budismo pone tanto énfasis en aprender a dominar nuestras expectativas, abriéndonos verdaderamente al mundo y no anticipándonos de la "manera esperada" porque entonces adoptaríamos una actitud poco realista que nos dañaría con el tiempo.



Los beneficios de aprender a dominar sus expectativas

1. Asuma la responsabilidad de sus decisiones. Las expectativas no son hechos históricos son simples probabilidades, entender esta diferencia, que no es solo terminológica, nos permitirá tomar el control de nuestra vida. Esto quiere decir que si quieres que suceda algo, debes tomar una actitud proactiva y dar los pasos necesarios para hacer realidad este deseo, no esperes pacientemente a que los demás adivinen lo que quieres o esperas de ellos.

Paradójicamente, esperar menos y actuar más nos permite recuperar el control, pero sin sentirnos abrumados, ya que implica una mayor confianza en conocernos a nosotros mismos y en nuestro potencial. Personas que no se sientan esperando que otros vengan y cumplan con sus expectativas, sino que luchan por lo que quieren, no asumen el papel de víctimas o mártires, sino que hacen que las cosas sucedan.

2. Separe los deseos de los deberes. La mayor parte del tiempo vivimos con el piloto automático activado, asumiendo la actitud de la oveja; es decir, simplemente dedicarnos a realizar las tareas que se nos encomiendan. Sin embargo, los deberes no son más que expectativas que nos imponen los demás, el grupo o la sociedad.

Cuando no cumplimos con nuestros deberes, nos sentimos culpables. Pero si los respetamos, esperamos una recompensa y cuando no llega, nos enojamos. De una forma u otra, siempre nos sentimos como un perdedor porque estamos inmersos en un estado emocional negativo perenne. Sin embargo, deshacerse de nuestras expectativas también significa comprender que debemos cumplir con las expectativas de los demás. Y es un proceso liberador a través del cual entrarás en contacto con tus verdaderos deseos y tus pasiones, que son dos ingredientes clave para lograr lo que buscas en la vida.



3. Disfrute de su presente. Las expectativas se componen de residuos del pasado que se utilizaron para hacer la predicción y deseos para el futuro, pero la verdad es que ni siquiera contienen una pizca de nuestro presente, que es todo lo que realmente tenemos. Las expectativas sin acciones solo sirven para encerrarnos en la trampa del futuro, limitándonos al rol del ajedrecista que se sienta esperando a que su oponente se mueva, mientras todos los posibles contraataques pasan por su mente. Excepto que en la vida, permanecer demasiado tiempo en el papel de ajedrecista hace que perdamos nuestro presente.


Además, las expectativas a menudo se convierten en lentes que nos impiden ver el mundo con claridad. Mientras espera algo poco realista, las oportunidades a menudo se pierden, como en una estación esperando perpetuamente un tren que nunca llega mientras otros a nuestro alrededor parten hacia su destino. Por el contrario, cuando las expectativas son realistas, somos capaces de vivir nuestro presente intensamente aprovechando las oportunidades que nos brinda.


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