Es tan simple ser feliz y tan difícil ser simple

Es tan simple ser feliz y tan difícil ser simple

Es tan simple ser feliz y tan difícil ser simple

Última actualización: 02 agosto 2017

A veces nos conformamos con lo que no nos hace felices: por costumbre, por indecisión, por miedo. El corazón se oxida y la menta queda atrapada tras el alambre de la zona de confort. Olvidamos, quizás, que ser feliz puede ser muy fácil; es complicado, sin embargo, saber definir qué es importante, nutritivo y mágico para nosotros y, por tanto, luchar por conseguirlo.



“Es tan simple ser feliz, pero tan difícil ser simple”, pocas frases contienen una verdad tan evidente. Para entender esto, pensemos en algo por un momento. Muchos de nosotros hemos sido educados a la idea de tener que obtener ciertas cosas para poder definirnos, para alcanzar un cierto estatus, para poder tener ciertas cualidades y habilidades adecuadas para un propósito específico.

Estudiamos y obtenemos calificaciones para conseguir un trabajo. Tenemos un trabajo para lograr un supuesto bienestar y obtenemos una serie de recursos, materiales y bienes y establecemos ciertas relaciones sociales y afectivas que, en teoría, deberían llenarnos de felicidad. Sin embargo, esta fórmula no siempre es correcta, los factores no están en armonía con el producto.

¿Es la felicidad un fraude? Absolutamente no. El auténtico engaño es la forma en que se nos ha hecho creer que podemos alcanzarlo, porque quien se obstina en alcanzar este estado de gracia fracasará indefinidamente. La búsqueda de la felicidad nunca termina bien por una simple razón: es un estado de ser. No se busca, se crea; no se encuentra, se obtiene. Además, hay un aspecto que no podemos subestimar: no todo el mundo necesita las mismas estrategias. Cada uno de nosotros tiene que hacer este trabajo a su manera.   


De Hygge a Lagom: el curioso mundo de las utopías nórdicas

Desde 2015 hasta hoy en cualquier librería se puede encontrar la palabra Higiene El milagro danés para ser feliz ha tenido un éxito asombroso y abrumador, al menos a nivel editorial. Nos invita a alcanzar un bienestar pleno y auténtico a través de la sencillez más pura, más elemental y encaminada a privar de conflictos la convivencia con las personas que amamos.


Por extraño que nos parezca hoy en día el término Hygge comienza a diluirse para dar paso a nuevos aires, acercamientos complementarios e intimistas a través de una nueva palabra: Lagom. Los escandinavos vuelven a transmitirnos otra tendencia que, como siempre, se adorna con simpáticas fotografías que resumen un concepto que intenta contagiar de inmediato entre los instagramers. “Lagom” ha sido tuiteado miles de veces en los últimos meses y Vogue, Elle e incluso la empresa Ikea son portavoces.

El término Lagom se puede traducir como "en la justa medida". Por ejemplo, nos anima a rodearnos de cosas básicas e imprescindibles, a comprar solo lo necesario, a respetar el medio ambiente, a decorar la casa con muebles mínimos, a comer alimentos sanos y necesarios, sin excesos. Finalmente, también nos recuerda que el trabajo nunca debe hacer el esfuerzo de nuestra vida. Como vemos, una vez más se repite la idea de que “menos es más” y que la felicidad se encuentra en la sencillez.

Sin embargo, aunque estos mensajes son positivos y reconfortantes, no podemos ignorar el marketing detrás de estas tendencias. La fiebre nórdica, con sus excelentes novelas policiacas, con su estilo de vida y su maravillosa sociedad del bienestar, nos sigue atrayendo, no hay duda.  


Sin embargo, también hay un poco de una amarga utopía. Así nos lo explica un premiado ya la vez muy criticado ensayo titulado “Gente casi perfecta” del inglés Michael Booth, con el que intenta ofrecer una visión realista de la aparente felicidad nórdica; algo que, en cierto modo, ya podíamos adivinar en los libros de Henning Mankell.

Uno de los aspectos que más llama la atención es el hecho de que los países nórdicos, aparentemente entre los más felices del mundo, ocupan los primeros lugares en cuanto a tasas de suicidio. Aparentemente, hay algo mal...


Crea tu propia receta para ser feliz

Todos estos libros sobre aprender a ser feliz son siempre interesantes y valiosos. Nos ofrecen nuevas perspectivas, nos hacen conscientes de cosas que, quizás, no percibíamos, nos invitan a reflexionar y sin duda a hacer cambios. Sin embargo, debemos tener claro que estos no son manuales de instrucciones ni biblias, lo cual no es fácil para todos, pues a veces vivimos realidades muy diferentes.  


Que nos digan que el trabajo no debe controlar nuestra vida no tiene sentido cuando, por ejemplo, estamos desempleados. Ni siquiera podemos vivir con lo mínimo cuando lo que ya tenemos es básico. Con esto queremos concienciar de que la felicidad debe construirse sobre la piel, debe ser a su medida y en armonía con sus realidades personales.

Esto requiere esfuerzo, voluntad y entender que ser feliz puede ser muy fácil, no hay dudas, pero lo más complicado es tener muy claras tus prioridades, que pueden ser completamente opuestas a las de los demás… Tal cosa requiere valentía, no es una foto de Instagram de una mujer leyendo un libro con calcetines de lana, gafas y una taza de café a su lado.


A veces para ser feliz hay que dejarlo todo y empezar de cero. Otras veces requiere un laborioso trabajo interior, con el que sanar heridas, superar frustraciones y encontrar nuevas motivaciones. Debemos ser capaces de hacer fácil lo difícil, pero también de crear nuestra propia receta para ser felices.

Imágenes cortesía de Ottokim

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