Es hablando que se hace el amor

Es hablando que se hace el amor

Es hablando que se hace el amor

Última actualización: 18 de febrero de 2022

El amor se hace hablando. Pero no hablando sólo con palabras, sino hablando con nuestro cuerpo, nuestra actitud, nuestro lenguaje, nuestra mirada. Porque no podemos reducir una expresión tan intensa a un simple acto sexual.

Hacer el amor es hacer poesía, con el cuerpo y la mente, con todo el ser. Porque el amor se hace con almas y cuerpos entrelazados, unidos en una máxima expresión emocional.



Por lo tanto, Lacan tenía razón cuando decía que "es claro que hablando se hace el amor". El amor no puede reducirse a un acto carnal "banal"; es con la mirada, con la propia esencia, con todo de uno mismo que se transmite la ternura, el misterio y el calor del deseo.

“Lo que me gusta de tu cuerpo es el sexo.

Lo que me gusta de tu sexo es tu boca.

Lo que me gusta de tu boca es tu lengua.

Lo que me gusta de tu lenguaje es la palabra”.

(Julio Cortázar)

El erotismo detrás de las miradas: la antesala de la desnudez emocional

Uno no se desnuda del todo hasta que el erotismo de la mirada traspasa la barrera carnal. Nos seducimos a través de diferentes gestos, conectamos a través de las emociones, nos envolvemos gracias a las etiquetas que la etiqueta del amor nos empuja a crear.

Las palabras, edificantes en su máxima expresión, nos acercan a la desnudez emocional, esa que se vislumbra en el horizonte, pero que pocas parejas realmente logran alcanzar.

Es difícil recrear este concepto en una sociedad que ha recibido una educación centrada en el coito. Nos enseñaron que debemos hacer el amor con el mero contacto sexual. Pero este no es el caso: el contacto sexual es solo una parte de hacer el amor.



Solemos darnos cuenta de esto cuando notamos que algo anda mal, cuando nos saltamos un paso y algo sale mal, cuando no dialogamos con el cuerpo, ni con las miradas, ni con las caricias. Entonces, al disculparnos por nuestras necesidades emocionales, las comunicamos enfáticamente.

Nos convencemos de que el error reside en nuestro cuerpo, cuando en realidad no hemos permitido que nuestra mente se conecte con el otro. Olvidamos que el juego previo no ha sido cuestión de 30 minutos, sino de horas y horas, y que sin duda es mucho más íntimo que el tiempo, que nos pertenece.

Sin embargo, teorizar sobre el amor significa elegir un tipo específico de amor. Por lo tanto, depende del lector identificarse o no con este punto de vista.

Pero la reflexión que les queremos traer hoy pretende resaltar el hecho de que hacer el amor y tener sexo no es lo mismo. De la manera más absoluta. Al menos no en la concepción del amor que compartimos a nivel cultural. Tener sexo puede significar amar la piel del otro, pero no su interioridad, no su esencia que va más allá del contacto.

Desnudez emocional: el mejor juego previo

Citemos una vez más al gran Lacan: “el amor es quien se encuentra con el otro siendo él mismo”. El mundo sería completamente diferente si, antes de desnudar nuestro cuerpo, desvistáramos nuestra alma.


Porque, como ya hemos dicho, el encuentro más íntimo entre dos personas no es sexual, sino la desnudez emocional. Este intercambio se produce cuando superamos el miedo y nos mostramos al otro tal y como somos. en cada una de nuestras facetas.

No es un objetivo fácil de alcanzar. La desnudez emocional no se alcanza fácilmente con cualquiera. Se necesita tiempo, fuerza y ​​ganas de escuchar, sentir y abrazar las emociones.


Escucharnos, conectar y conocer nuestra herencia emocional, o escanear la emocionalidad de nuestro cuerpo, es fundamental para ver claramente miedos, conflictos, inseguridades, aciertos y aprendizajes.


Porque sólo hacemos el amor de verdad cuando conocemos nuestra filosofía emocional, cuando exploramos nuestras debilidades, cuando tomamos conciencia de lo que nos hiere y de lo que nos da vida.

Es fundamental contemplar la imagen en nuestro espejo emocional para proyectarnos en las ropas que nos visten, que pueden ser miradas, palabras, caricias o cariño. Así se hace el amor.

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