Eres responsable de lo que dices, no de lo que otros entienden.

Eres responsable de lo que dices, no de lo que otros entienden.

Entre lo que piensas

Qué quieres decir,

Lo que crees que estás diciendo

Que dices,

Lo que quieres escuchar

Que sientes,

Lo que crees que entiendes

Lo que quieres entender

Y que entiendes ...

¡Hay 9 posibilidades de que no entiendas!

Encajar perfectamente todas las piezas del mosaico de comunicación puede resultar muy complicado. A veces otros malinterpretan nuestras palabras e intenciones, otras veces somos nosotros los que cometemos este error.



En cualquier caso, los malentendidos forman parte de la experiencia comunicativa y, aunque nos esforzamos por ser más claros y precisos, siempre hay un resquicio para la resignificación. Por eso es importante entender que somos responsables de lo que decimos, pero no de lo que entienden los demás.

No asumas responsabilidades que no sean tuyas

Hay personas que son auténticos especialistas en encontrar las intenciones que se esconden en las palabras de los demás. Estas personas tejen un hilo para crear un círculo de confusión hasta que terminan culpándote por cosas que realmente no dijiste, hasta el punto de que te hacen sentir mal.

Es vital que aprendas a reconocerlos porque pueden arrastrarte a su mundo, adjuntarte intenciones que no son reales y hacerte asumir responsabilidades que no son tuyas.

Cuando necesite comunicar una idea, es importante que transmita su mensaje con claridad y trate de aclarar cualquier malentendido, pero no puede asumir la responsabilidad de las interpretaciones de los demás porque pueden ser tan variadas como sus experiencias de vida, creencias, expectativas. y prejuicios.

A veces, las personas solo entienden lo que quieren comprender, lo que se adapta a su cosmovisión. En este caso, no debes permitir que carguen con su carga de intenciones sobre tus hombros porque corres el riesgo de convertirte en el "chico malo" sin serlo.



Estas personas también pueden aprovecharse de ti atribuyéndote intenciones que en realidad no tienes. De hecho, esta es una técnica que los vendedores suelen utilizar cuando asumen que estamos dispuestos a comprar aunque no lo estemos. El resultado es que podemos terminar comprándole o haciéndole un gran favor a alguien solo porque nos da vergüenza rectificar y explicar que nuestra verdadera intención no era esa.

Por esta razón, no debes permitir que los malentendidos ajenos atenten contra tu autoestima o te hagan tomar decisiones con las que no te sientes cómodo.

Las 3 principales causas de malas interpretaciones

1. La ilusión de transparencia

La ilusión de transparencia es la tendencia a pensar que otros comparten nuestro estado de ánimo. En la práctica, sobrestimamos los puntos en común con los demás, creyendo que comparten nuestras opiniones, intenciones y sentimientos. Esta ilusión nos lleva a atribuir a los demás intenciones, creencias y opiniones que no son realmente las suyas, sino una proyección de la nuestra. Pero en la mayoría de los casos no somos conscientes de este fenómeno.

Un experimento realizado en la Universidad de Stanford mostró cómo sobrestimamos este fenómeno. Los psicólogos pidieron a los participantes que marcaran el ritmo de dos conocidos temas musicales en la mesa: Feliz cumpleaños y el Himno Nacional. Luego tenían que indicar las probabilidades de que la otra persona identificara el tema.

El 50% de las personas creía que un oyente podía identificar fácilmente la canción, pero en realidad solo el 2,5% logró hacerlo. Esto se debe a que no tenemos en cuenta que aunque la canción esté zumbando en nuestra mente, la otra persona solo escucha los ligeros golpecitos en la mesa.


En otras palabras, evaluamos desde nuestra posición sin ponernos en el lugar del otro. Creemos que somos "transparentes" y que nuestro interlocutor comprenderá fácilmente nuestras intenciones.


Evidentemente, la ilusión de transparencia afecta dos veces a la comunicación. Por un lado, se asegura de que no nos expresemos con tanta claridad como pensamos y, por otro lado, puede hacernos atribuir a los demás intenciones que en realidad existen solo en nuestras mentes.

2. Pensamiento perezoso

Otra causa de malas interpretaciones es lo que podríamos llamar "pensamiento vago". Básicamente, quien escucha nuestro mensaje se encuentra entre dos fuerzas cognitivas que afectan su capacidad para decodificar correctamente nuestras palabras e intenciones.

Hay dos sistemas de procesamiento. El primer sistema procesa la información de forma rápida, intuitiva y automática. Según este sistema, cuando vemos a alguien sonriendo, simplemente pensamos que la persona está feliz. Este es un sistema muy esencial que utiliza atajos para sacar conclusiones rápidas sobre la otra persona a partir de pequeños detalles, como expresiones faciales o lenguaje corporal. De hecho, es el sistema que nos permite formarnos nuestras primeras impresiones.

El segundo sistema procesa la información de forma consciente y racional. Este sistema se encarga de evaluar y actualizar las primeras impresiones, prejuicios y otros pensamientos impulsivos. Pero este sistema requiere más esfuerzo cognitivo, es como volver sobre nuestros pasos y en ocasiones nos obliga a reconocer que nos hemos equivocado.

Por supuesto, es mucho más fácil dejarse llevar por las primeras impresiones que poner en marcha el segundo sistema de procesamiento de información. Ésta es la razón por la que las personas que podrían ser llamadas "pensadores vagos" tienen más probabilidades de malinterpretar los mensajes de otras personas, atribuyéndoles malas intenciones. La arrogancia y la rigidez mental también pueden llevarlos a aferrarse a su primera impresión, solidificando así el malentendido.


3. La proyección

La proyección es un mecanismo de defensa en el que proyectamos nuestros pensamientos, sentimientos o impulsos no deseados en otra persona que realmente no tiene estos pensamientos, sentimientos o impulsos. Lo que pasa es que somos incapaces de aceptar esa realidad, ya sea porque es demasiado dolorosa o porque nos provoca una disonancia cognitiva, así que simplemente la proyectamos sobre el otro.


Por eso alguien puede decirnos que estamos enojados cuando en realidad quien está enojado es él, pero como no quiere reconocerlo, proyecta ese enojo sobre nosotros.

Esa persona también puede proyectarnos intenciones negativas que le ayuden a reafirmar su imagen, haciéndola mejor y más positiva que la nuestra.

Efectivamente, la proyección es una de las causas más comunes de malentendidos en la comunicación, pero también es una de las más difíciles de refutar, ya que aceptar nuestros argumentos también significaría cambiar algo dentro de nosotros. Este mecanismo de defensa suele ser el resultado de la falta de autoconocimiento y la inseguridad personal. Suele encontrarse en personas que tienen un pensamiento rígido y que son incapaces de aceptar la ambivalencia emocional o cognitiva que todos tenemos.

Por supuesto, también hay muchas otras causas de malentendidos. Por ejemplo, una persona puede ser más susceptible en ciertas áreas, los llamados "puntos calientes". Aquellos con baja autoestima también pueden ser más propensos a malinterpretar las palabras de otros y aquellos con pensamientos muy rígidos.

Sé específico, vuelve a explicarte y si no hay otra alternativa olvídalo

Para solucionar el problema de las intenciones comunicativas, lo más pragmático es intentar ser lo más claro y preciso posible. No dejes nada al azar, esperando que tu interlocutor sea capaz de interpretar correctamente las señales enviadas por ti, porque hay muchas posibilidades de que esto no suceda, sobre todo si no te une un vínculo profundo.

Sentirse comprendido es una necesidad humana, pero solo podemos asumir la responsabilidad que nos pertenece. Podemos analizar lo que hemos hecho mal y tratar de mejorarlo, pero lo que no podemos permitirnos es convertirnos en el blanco de los conflictos o sentimientos negativos de otras personas escondidos por malas interpretaciones de nuestras palabras.

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