El tiempo no existe: la incomprensión de la gestión del tiempo y la paradoja de la gestión del tiempo

El tiempo no existe: la incomprensión de la gestión del tiempo y la paradoja de la gestión del tiempo

En lo que respecta a la gestión del tiempo hay un malentendido subyacente: imaginamos el tiempo como algo que inevitablemente sufrimos y que, de alguna forma, tenemos que gestionar. ¿Por qué digo que hay un malentendido? El tiempo no debe ser considerado como algo que sufres, sino como algo que vives.. Al adoptar esta visión del tiempo, también cambia nuestro papel en relación con él: ya no somos sujetos pasivos que sufren el inexorable paso del tiempo, sino nos convertimos en dueños de nuestra vida y la sucesión de nuestras acciones, sin ser víctimas de esta ilusión llamada tiempo.



El tiempo es una ilusión porque no existe. Para decirlo en palabras simples y autorizadas es el conocido físico italiano Carlo Rovelli en su libro ¿Qué es el tiempo? ¿Qué es el espacio ?: “El tiempo no existe. Es necesario aprender a pensar en el mundo en términos intemporales, aunque esto es difícil, en el nivel de la intuición, porque estamos acostumbrados a pensar en el tiempo como una cosa separada y fluida ".

Pero, ¿cómo surgió esta concepción (o no concepción) del tiempo?

A lo largo de su historia, la física moderna ha degradado constantemente el tiempo: de una entidad absoluta e incorruptible a una mera ilusión desprovista de realidad física.

Massimo Pauri

Hagamos uno breve historia. El físico inglés Isaac Newton considerado el tiempo como algo absoluto, separado de los eventos del mundo. Imaginó la existencia de un espacio vacío donde pasaba el tiempo, aunque no hubiera nada y no pasara nada. El tiempo, marcado por una especie de "reloj cósmico", simplemente pasaba por sí mismo, independientemente de todo lo demás.



Entonces vino Albert Einstein que desmanteló el concepto de tiempo como entidad absoluta. Para Einstein el tiempo es una dimensión que existe sólo si se coloca en relación con otra dimensión, es decir, el espacio, y viceversa. De esta manera, tanto el tiempo como el espacio dejan de existir por sí mismos. Solo hay una combinación de los dos: tiempo espacial.

Ahora llegamos a los desarrollos más modernos de la mecánica cuántica: nos dice que el espacio no existe; sólo existe el campo gravitacional, que se compone de probabilidades de cuantos espaciales interconectados. La intuición del profesor Rovelli es combinar la teoría de la relatividad de Einstein con la mecánica cuántica: aquí la no existencia del espacio también implica la no existencia del tiempo.

Es un cambio simple, pero desde un punto de vista conceptual el salto es gigantesco. Por lo tanto, debemos imaginar el mundo no como algo que cambia con el tiempo, sino de alguna otra manera. En un nivel fundamental el tiempo no existe: la impresión de pasar el tiempo es un gran malentendido que surge de la forma burda en que observamos el mundo.

Pero si el tiempo no existe, ¿cómo se puede pensar en gestionarlo?

Para responder a esta pregunta, quiero ofrecerles otra concepción del tiempo. Aristóteles dijo que el tiempo era solo una forma de medir cómo se mueven las cosas. Esto significa que si no hay nada en movimiento, no hay tiempo. El tiempo solo no existe, ya que depende de ti. Sólo existe cuando actúas; pero no en cuanto a las horas, minutos y segundos que pasan. Que haya algo fluyendo es una mera creencia y una convención social: el tiempo existe solo como una sucesión de acciones. Todas aquellas técnicas que se suelen considerar como estrategias de gestión del tiempo no son más que herramientas de productividad organizativa y personal. El tiempo no tiene nada que ver con eso; de hecho, las famosas “listas de tareas pendientes”, como sugiere el propio término (“do” en inglés significa “to do”), no son más que listas de cosas por hacer puestas en sucesión para lograr un objetivo.



Fuera de toda percepción (real o hipotética) no existe la materia; fuera de todo estado mental no hay espíritu; ni siquiera el tiempo existirá fuera de cada momento presente.

Jorge Luis Borges

Lo que usted llama "tiempo" lo crea y analiza con sus acciones, y no al revés. Tienes que imaginar el clima como algo que dominas, que puedes comprobar actuando ahora. El tiempo no es un río que te arrastra, ¡si acaso eres un río! El tiempo no es un tigre que te destroza, ¡pero tú eres un tigre! No es un fuego que te devora, ¡eres el fuego! Cambiar de perspectiva: no hay tiempo, pero solo lo que puedes hacer ahora para tomar el control de tu vida. El resto es una ilusión: ¿cómo se te ocurre gestionar algo que no existe?



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