El leñador: esta historia revela el secreto de la fuerza interior

El leñador: esta historia revela el secreto de la fuerza interior

Un joven necesitaba trabajar, pero lo único que tenía era un hacha que le había dejado su padre y su enorme fuerza física, por lo que decidió probar suerte en un aserradero. 

El dueño lo contrató de inmediato. Tan pronto como se le asignó su área de trabajo, el joven blandió su hacha y cortó dieciocho árboles en un día. Animado por su productividad, decidió que al día siguiente mejoraría su récord, por lo que se fue a descansar temprano. 



Por la mañana, se levantó antes que nadie y se internó en el bosque. Aunque se esforzó mucho, no pudo cortar más de quince árboles. 

Triste por su pobre desempeño, pensó que tal vez debería haber descansado más, así que esa noche decidió acostarse al atardecer. Al amanecer se levantó decidido a superar su récord de 18 árboles. Sin embargo, ese día solo cortó diez. 

Al día siguiente fueron siete, luego cinco, hasta que al final de la primera semana de trabajo cortó solo dos. No podía entender lo que le estaba pasando, así que pensó que tal vez había tenido un golpe de suerte el primer día y no era tan bueno en el trabajo. Decidió dimitir, por lo que acudió al capataz: 

- Señor, no sé lo que me está pasando, no entiendo por qué dejé de ser productivo en el trabajo. Mejor lo abandono. 

El capataz, que era un hombre muy sabio, le preguntó: 

-¿Cuándo fue la última vez que afilaste el hacha?

-¿Afilar? Nunca lo hice, no tuve tiempo de afilar mi hacha, no podía perder el tiempo, estaba muy ocupado cortando árboles.

Siguiendo el consejo del capataz, el joven leñador, entre un árbol y otro, comenzó a dedicar parte de su tiempo a afilar el hacha. Entonces se las arregló para cortar más árboles.



Hay un momento para actuar y otro para reflexionar

Este interesante cuento refleja nuestra vida moderna. A todos nos pasa como al joven leñador: estamos tan ocupados, corriendo de un lado a otro, ocupándonos de tareas aparentemente importantes que nos descuidamos, nos olvidamos de la preparación psicológica necesaria para afrontar estas tareas con eficacia. En consecuencia, no es extraño que tengamos que esforzarnos cada vez más solo para obtener peores resultados, por lo que terminamos agotados física y mentalmente.

Søren Kierkegaard ya nos había advertido: “Muchos de nosotros perseguimos el placer tan rápido que jadeamos y nos apresuramos a dejarlo atrás. El filósofo quiso decir que vivimos con demasiada prisa para poder disfrutar de pequeñas ganancias o prepararnos adecuadamente para los problemas que enfrentamos.

Vivimos impulsivamente, por inercia, sin parar, sin planificar, sin pensar mucho. Por tanto, es normal que nuestra mente se bloquee y empecemos a sufrir estrés, fatiga crónica y enfermedades de todo tipo. Incluso entonces, cuando nos damos cuenta de que no estamos bien, seguimos adelante sin pensar que quizás deberíamos hacer una pausa para reconsiderar qué estamos haciendo, cómo y por qué.

Debemos recordar que a veces no caemos por debilidad sino porque hemos sido demasiado fuertes, demasiado tiempo. Debemos evitar llegar a ese punto. El secreto de la fuerza interior no radica en ser fuerte en todas las circunstancias, sino en saber cuándo es el momento de detenerse y recuperar fuerzas.

¿Cómo afilar nuestro "hacha psicológica"?

El emperador romano Augusto César siempre decía a sus asistentes: "apúrate despacio". Se refería a la necesidad de hacer las cosas de forma consciente, para evitar errores innecesarios que te obliguen a volver sobre tus pasos perdiendo más tiempo y energía. Por lo tanto, siempre debemos poder movernos conscientemente en nuestra vida.



Podemos empezar con estas preguntas:

- ¿Descansas lo suficiente o no tienes un minuto libre en tu agenda? Nunca tener un minuto libre no es bueno. Todos necesitamos tiempo para descansar, para estar a solas con nosotros mismos, lejos del ruido diario y de los estímulos que continuamente nos bombardean y sobrecargan nuestro sistema nervioso. La soledad y el silencio son fundamentales para redescubrir la fuerza interior y la paz. El tiempo de descanso no es tiempo perdido, es el momento imprescindible para recargar la batería emocional.

- ¿Tiene claras sus prioridades o está tapando los agujeros a medida que surgen? Si siempre estás haciendo algo, terminarás absorbido por el torbellino de la rutina. Estás lidiando con los contratiempos tal como aparecen, sin preguntarte si realmente importan. De esta manera, las pequeñas cosas cotidianas se convierten en un agujero negro que absorbe tu tiempo y energía. Además, limitarse a reaccionar cada vez que surge un problema genera una profunda sensación de descontrol, que es muy perjudicial para su equilibrio psicológico porque comienza a sentirse a merced del destino. Este es el preludio de la indefensión aprendida. Entonces, en lugar de reaccionar automáticamente y apresurarse a resolver un problema irrelevante, aprenda a establecer prioridades.


 - ¿De qué otra manera puedes hacer las cosas? Asegúrese de practicar la introspección, mirar dentro de sí mismo y comprender lo que le está sucediendo. Quizás está gastando demasiado tiempo y esfuerzo en los demás o en su trabajo, y se está descuidando a sí mismo. Pregúntese cómo puede lograr un equilibrio más satisfactorio. ¿Por qué haces lo que haces? ¿Realmente vale la pena? ¿Estás en sintonía con tus valores y metas en la vida? Recuerda que siempre hay otra forma de hacer las cosas, quizás no sea la forma más corta pero podría ser la que te genere menos estrés.


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