El dilema de la manta corta, cuando tenemos que elegir entre dos opciones negativas

El dilema de la manta corta, cuando tenemos que elegir entre dos opciones negativas

Probablemente te haya pasado en más de una ocasión. Tiene frío, así que tira de la manta para cubrirse la cabeza, pero al hacerlo sus pies quedan expuestos. Pronto vuelve a sentir frío, por lo que vuelve a ajustarse la manta, pero al cubrirse los pies, deja al descubierto la cabeza. Es frustrante.

El dilema de la manta corta es una teoría intuitiva de que es imposible cubrir la cabeza y los pies al mismo tiempo porque la manta no es lo suficientemente larga. Por tanto, nos vemos obligados a elegir entre dos posibilidades, pero ninguna de ellas nos satisface del todo.



El problema comienza cuando aplicamos ese tipo de razonamiento a los conflictos más complejos de la vida y asumimos, o nos hacemos creer, que solo tenemos dos opciones y que tenemos que decidir entre ellas, aunque sean malas o insatisfactorias.

Una condena permanente del descontento y la frustración

En los dilemas de la manta corta se imponen las dos posibilidades que tenemos; es decir, suelen surgir de limitaciones externas. El mundo nos presenta obstáculos y nos presenta dos soluciones insatisfactorias. Ninguna de las alternativas es fruto de una reflexión profunda, sino de una limitación. Por lo tanto, sea cual sea la solución que elijamos, se convertirá en una fuente de frustración.

Dado que ninguna de las opciones satisface realmente la necesidad subyacente, es comprensible que la frustración continúe creciendo. Elegir la opción menos negativa no nos deja con un buen sabor de boca. Más bien, hará que miremos atrás continuamente para reconsiderar nuestros pasos.

Por esta razón, muchos problemas breves tienden a generar dudas y lamentos. Nos preguntamos qué hubiera pasado si hubiéramos elegido la otra opción. ¿Hubiéramos sido igual de infelices? Cuando estas dudas se extienden a los aspectos importantes de nuestra vida, nos resulta difícil sentirnos satisfechos y en paz con nuestras decisiones.



Pensamiento atrapado en el círculo vicioso de la dualidad

Uno de los principales escollos que nos plantean los dilemas de la manta corta es encerrar nuestro pensamiento en un esquema en el que sólo hay dos soluciones. Se convierten en un límite que nos impide contemplar cualquier solución que vaya más allá de los estrictos límites establecidos.

De hecho, exponer los dilemas de la manta corta es una estrategia de manipulación social bastante común. Es normal que solo se nos den dos soluciones para elegir. ¿Derecha o izquierda? ¿Salud o economía? ¿Desarrollo o contaminación menor?

El problema es que consumimos tantos recursos cognitivos para sopesar los pros y los contras de las dos soluciones predeterminadas que nos olvidamos de buscar más para encontrar un camino alternativo. Quizás la alternativa que encontraríamos no sería la ideal, pero al menos podría ser más práctica o satisfactoria que las dos posibilidades iniciales.

Otras veces somos nosotros los que creamos y caemos en este falso dilema. A veces estamos tan atrapados en el problema o cegados por las emociones que no podemos ver más allá de las posibilidades obvias. Este tipo de situaciones pueden llevarnos a considerar falsas dicotomías. Podemos pensar, por ejemplo, que solo podemos decidir entre mantener una relación insatisfactoria o romper y estar solos para siempre.

Cuando las emociones toman el control, no pensamos con claridad y tendemos a buscar soluciones extremas y opuestas. En la práctica, los dilemas de la manta corta encierran nuestro pensamiento en una caja muy pequeña. Alimentan una forma dicotómica de pensar en términos de bueno o malo, blanco o negro, positivo o negativo. Ciegos a otras posibilidades, somos incapaces de explorar soluciones alternativas, por lo que optamos por seguir el guión que otros nos han escrito o que nos hemos impuesto.


Rompiendo moldes

“A veces estamos excesivamente dispuestos a creer que el presente es el único estado de cosas posible”, escribió Marcel Proust. Para escapar del efecto manta corta, debemos dejar de pensar que solo hay dos soluciones.



En cambio, es mucho más constructivo decirnos que, hasta ahora, solo hemos visto las dos soluciones más obvias o las dos alternativas que alguien nos ha propuesto, pero eso no significa que no haya otras vías por explorar.

Para resolver el problema de la manta corta, debemos cambiar nuestro enfoque. Es posible que no podamos estirar la manta, pero podemos adoptar una posición fetal para cubrirnos mejor. También podemos utilizar una segunda manta. O use calcetines más gruesos.

La clave es ser conscientes de que nuestro problema puede ser el largo de la manta, pero la necesidad de estar satisfechos es protegernos del frío. Al cambiar el objetivo en el que centrarnos, salimos de la dicotomía aparentemente insuperable para encontrar una solución más satisfactoria a la necesidad subyacente real.

A veces solo tenemos que mirar más allá del problema o conflicto. Cuando nos centramos en la necesidad, sin respuestas predeterminadas, o sin superarlas, podemos descubrir un abanico más amplio de soluciones que pueden resultar más satisfactorias y adecuadas a nuestras circunstancias.


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