El diablo de la envidia

    El diablo de la envidia

    El diablo de la envidia

    Última actualización: 04 septiembre, 2015

    “La envidia es mil veces más terrible que el hambre

    Porque es hambre espiritual”.

    Miguel de unamuno

    El joven discípulo de un sabio filósofo llega a su casa y le dice:

    • Maestro, un amigo habló de usted con malevolencia.
    • Espera, -lo interrumpe el filósofo- Usaste los tres filtros para lo que me vas a decir?
    • Los tres filtros? - pregunta el discípulo.
    • si, el primero es la verdad. ¿Estás seguro de que lo que vas a decirme es absolutamente cierto?
    • No, escuché a los vecinos hablando de eso.
    • Entonces, habrás usado al menos el segundo filtro., la bondad. ¿Me puede hacer algún bien lo que me quieres decir?
    • No, al contrario...
    • El último filtro es la necesidad. ¿Necesito saber esto que tanto te molesta?
    • En realidad no.
    • Bueno, -dice el sabio con una sonrisa- si no es cierto, ni bueno, ni necesario, enterrémoslo en el olvido.

    Las relaciones humanas serían mucho más sanas si, antes de difundir rumores, los sometimos a los filtros de la verdad, la bondad y la necesidad. Es difícil para todos usar estos tres principios cuando se enfrentan a chismes, pero hay personas que son absolutamente incapaces de contener sus ganas de criticar. ¿Qué hay detrás de todo esto? La oscuridad de la envidia.



    La envidia es el virus más mortal que existe.: arruina las relaciones y anula los sentimientos, las emociones y las personas. Es sumamente peligroso, por el simple hecho de que cualquiera puede caer en su trampa; es un virus tan extenso que ha llegado a niveles pandémicos. Es muy importante que nos vacunemos contra ella, tanto para evitar probarla como para no padecerla.



    Bajo el engaño de la envidia, las habladurías y las habladurías, existe un demonio terrible y despiadado: la falta de autoestima y amor propio. El arma más grande que tiene la envidia para atacarnos es predisponernos a una comparación negativa.

    Tu sabes eso ninguna comparación es bienvenidaespecialmente porque refleja nuestras frustraciones como un espejo. En otras palabras, lo que anhelamos nos destruye, porque demoniza el logro de aspiraciones aún no logradas, haciendo que desviemos la atención de las virtudes que disfrutamos.

    La envidia, además, saca a relucir el lado mas y mas oscuro del ser humano. No es sólo una falta de amor por uno mismo; La envidia confirma una de las verdades más incómodas de la humanidad.: odio al talento y al éxito de los demás. Es más fácil canalizar la frustración hacia el juicio y la crítica que hacia el reconocimiento de nuestro complejo de inferioridad.

    A menudo nos preguntamos lo que impulsa a los envidiosos a intentar envidia, pero al mismo tiempo se subestima la carga que debe llevar el envidiado. Ser envidiado por los demás es una auténtica tortura: te aleja de la realidad y genera desconfianza.

    Hay momentos en que las personas que son envidiadas ya no saben quiénes son sus verdaderos amigos y quiénes sus enemigos, en quién pueden confiar y en quién no; Incluso llegan a dudar de su éxito, preguntándose si se lo merecen o no, como dicen las malas lenguas. Este puede crear una cadena constante de sufrimiento e inseguridades.


    Por supuesto, no podremos eliminar por completo la envidia de nuestra vida, pero podremos mitigarla. Podemos empezar aplicando los filtros explicados anteriormente (verdad, bondad y necesidad); debemos trabajar el sentimiento de amor propio y de nuestra identidad y así crear una vida interior que nos impida interesarnos maliciosamente en los éxitos y fracasos de los demás. La chispa de envidia que llevamos dentro debe ser utilizada para lograr esas metas aún incumplidas.



    Para superar el sufrimiento causado por "ser envidiado", hay que decir que se necesita cierta experiencia básica: no se puede empezar a construir una casa desde el tejado. Sabemos que ciertos hechos dan lugar a comparaciones: nuestra grandeza puede resaltar los límites de los demás, así como las victorias de los demás pueden resaltar nuestras debilidades.


    Dicho esto, es bueno saborear nuestras virtudes de otra manera: mostrándoles a los demás que ellos también pueden hacerlo, para que prueben su mano en el intento y nosotros les demos una mano. Porque, así como la codicia y la envidia nos destruyen, la admiración nos fortalece.

    Imágenes cortesía de nuvolanevicata y Africa Studio

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