Ecuanimidad, dejar que todo fluya sin influir en nosotros

Ecuanimidad, dejar que todo fluya sin influir en nosotros

La ecuanimidad nos permite mantener la calma y la paz en medio de la tormenta. Es una cualidad imprescindible para afrontar la adversidad sin rompernos y, sin embargo, es una de las más difíciles de desarrollar porque normalmente nos movemos al ritmo de las emociones.

Cuando dejamos que los pensamientos y emociones negativos se apoderen de nosotros, es difícil encontrar la serenidad y la equidistancia necesarias para tomar buenas decisiones. Por eso corremos el riesgo de caer en una espiral autodestructiva.


¿Qué es la ecuanimidad?

Imagina por un segundo un parque donde juegan los niños. Una persona mayor los observa desde lejos. De repente, uno de los niños rompe el juguete con el que jugaba. El niño reacciona primero con sorpresa, luego se enoja y luego comienza a llorar desconsoladamente cuando descubre que no podrá arreglar el juguete.


¿Qué crees que hará la persona mayor? ¿Cómo reaccionará?

¿Crees que le dirá: “no llores, no es problema, en la vida tendrás que afrontar cosas peores”? ¿Crees que la persona mayor querrá llorar con el bebé? ¡No!

La mayoría de las personas mayores han acumulado suficiente experiencia para saber que es solo un juguete. Saben que los juguetes se rompen, eso es normal. Y no es el fin del mundo. En la vida tendremos que afrontar cosas peores.

Pero también puedo entender que en ese preciso momento el niño está viviendo una tragedia porque para él la rotura del juguete es un problema grave.

Entonces, aunque el anciano puede poner en perspectiva el problema del niño, también es empático con sus sentimientos, pero no se deja llevar por ellos, más bien toma un distanciamiento psicológico. La distancia psicológica necesaria para ayudarlo.


Esto es actuar con ecuanimidad. De hecho, esta palabra deriva del latín aequanimitas que literalmente significa "de espíritu igual para todos". En consecuencia, implica tanto la capacidad de mantener una cierta imparcialidad y neutralidad ante los acontecimientos como una constancia mental.


La ecuanimidad no es indiferencia

En la filosofía budista, la ecuanimidad se define como "una reacción equilibrada a la alegría y la miseria que nos protege de la confusión emocional". Implica la capacidad de observar lo que sucede sin interferir, manteniendo un estado de ánimo en el que no influyen los prejuicios y preferencias.

Muchos pueden confundir esta estabilidad del afecto con indiferencia. Sin embargo, la indiferencia implica cierto grado de apatía y letargo o incluso aversión. De hecho, puede convertirse en un estado de ánimo negativo o dañino en el que ignoramos la verdadera naturaleza de los problemas o conflictos y por tanto no encontramos la solución.

Por tanto, la ecuanimidad no es una actitud de indiferencia y frialdad, sino un estado de equilibrio mental en el que las emociones no alcanzan niveles excesivos.

¿Cómo es la persona justa?

La ecuanimidad es armonía, es ofrecer una respuesta proporcionada a los estímulos que intentan mantener el equilibrio psicológico. La persona justa sabe que todo es cambiante y por eso no se aferra a las cosas, pero tampoco las rechaza, simplemente las acepta.

Por supuesto, esto no significa que no tengas emociones y sentimientos, al contrario. La persona imparcial es compasiva y sensible, pero también equilibrada, por lo que puede analizar problemas y conflictos desde una perspectiva más objetiva. Estas cualidades le permiten reducir la intensidad de las reacciones emocionales ante eventos negativos.


Cuando conducimos, por ejemplo, podemos sentir miedo si otro conductor nos interrumpe agresivamente. Ese miedo sirve para estimular una reacción rápida que nos ayude a frenar para evitar un accidente. Pero cuando el peligro ha pasado, es más adaptativo encontrar la paz mental que quedarse atascado en emociones perturbadoras.

Una persona igual notará el error del otro y puede sentir miedo, pero sin la reacción automática que agrega juicio, resentimiento e ira. Para que pueda superar fácilmente lo sucedido. Y esto le permitirá conducir mejor y evitar posibles accidentes porque su atención no estará atada al accidente, su mente ya no estará rumiando lo sucedido.


¿Cómo desarrollar la ecuanimidad?

Desarrollar la ecuanimidad no significa reprimir las emociones o renunciar a la impronta emocional de las experiencias de la vida. La ecuanimidad no implica que la actividad emocional cese por completo, sino solo que se atenúe, avanzando hacia un estado de serenidad y paz interior.

Nos ayudará a mantener la estabilidad emocional que nos permitirá abordar problemas, conflictos y obstáculos de manera más decisiva, al tiempo que reduce su impacto negativo.

Un buen comienzo para desarrollar la ecuanimidad es mantener el pensamiento catastrófico bajo control. Necesitamos entender que la mayoría de los problemas que enfrentamos en la vida pueden ser difíciles o complicados, pero no terribles. Son problemas, no catástrofes.

A menudo olvidamos esto y terminamos creando una tormenta en una taza de té. Solemos albergar una visión catastrófica sin darnos cuenta, utilizando un diálogo interno caracterizado por un lenguaje que no nos ayuda precisamente a mantener la calma.


Por lo tanto, para mantener la ecuanimidad es importante examinar cuidadosamente nuestro vocabulario. Usar palabras como "desastre", "horrible", "aterrador" y "catástrofe" solo agravará las consecuencias negativas de la situación que estamos viviendo y probablemente sea completamente desproporcionado. Ese simple cambio nos ayudará a alejarnos un poco de los problemas y verlos en su perspectiva adecuada.

Acepta completamente la idea de que todo cambia es otro pilar fundamental de la ecuanimidad. Cuando asumimos que el mundo que nos rodea cambia constantemente, nos daremos cuenta de que es más fácil seguir la "corriente universal" que nadar contra ella.

Finalmente, otra estrategia para desarrollar la ecuanimidad es recurrir a la meditación. Varios estudios, incluido uno realizado en la Universidad de Haifa, han encontrado que la meditación nos ayuda a desarrollar una actitud equilibrada. Estos psicólogos descubrieron que después de solo tres semanas de meditación consciente, las personas experimentaron una mayor ecuanimidad. También se pueden lograr resultados similares practicando la meditación vipassana.


La meditación se caracteriza por tres acciones mentales diferentes que facilitan la ecuanimidad: atención selectiva y concentración, seguimiento de la experiencia mental y desactivación de determinadas cogniciones. También nos ayuda a "soltarnos", así aprendemos a desactivar intencionalmente la ira, rumiando pensamientos que nos perjudican e incluso expectativas y juicios.

Esta actitud nos permite desprendernos del estímulo una vez percibido, evitando la actividad mental que normalmente se desencadenaría tras él. De hecho, neurocientíficos de la Universidad de Minnesota han descubierto que la meditación nos permite desconectarnos más rápidamente de un estímulo desagradable en lugar de aplicar técnicas de relajación o proponer conscientemente suprimir reacciones.

Por supuesto, estos cambios no ocurren de la noche a la mañana. Algunos tardarán semanas e incluso meses, mientras que otros tardarán años. Lograr la ecuanimidad no es un camino fácil, pero es una forma más equilibrada de afrontar la vida.

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