Discute siempre con tu pareja por las razones habituales

Discute siempre con tu pareja por las razones habituales

Discute siempre con tu pareja por las razones habituales

Última actualización: 09 de abril de 2018

Las discusiones de pareja son inevitables, pero eso no las hace más llevaderas, sobre todo cuando las causas son siempre las mismas. Enloquecedor, ¿verdad? ¿Estás cansado de discutir con tu pareja siempre por los motivos de siempre? ¿No está todo muy claro ya? Después de todas las veces que has abordado ese tema...

La buena noticia es que es posible encontrar un trato que reduzca la enorme cantidad de tiempo que perdemos discutiendo un tema en particular. En primer lugar, se trata de identificar el origen del problema. Por otro lado, muchas veces uno no discute sobre un tema específico, sino que se involucra en discusiones generales. En este caso, se debe implementar una estrategia diferente que se estructure en torno a los problemas específicos que alimentan el enfrentamiento en cada pareja.



"Así como la comunicación es el elemento más importante de una relación, las discusiones pueden ser el elemento más destructivo".

-John Gray, en Los hombres son de Marte y las mujeres de Venus -

Discutir con el compañero: modelo educativo basado en la discordia relacional

Uno de los principales motivos que lleva a muchas parejas a discutir constantemente es el modelo educativo aprendido de los padres; no el acto de argumentar en sí, sino que no es posible gestionar los conflictos de pareja. En consecuencia, aprendemos a utilizar estrategias para mantener viva la discusión en el tiempo. Una de esas estrategias es reciclar argumentos: repetirlos una y otra vez usando diferentes palabras, dando así la sensación de que siempre hay algo nuevo que agregar.

Así como los padres seguían con los mismos argumentos cada vez que querían desahogarse, los niños lo hacen con su pareja. En realidad, quieres demostrar la superioridad de tu posición., no comprender la perspectiva de los demás para llegar a un compromiso que sea bueno para ambos y que sirva para restablecer la armonía.



En otras palabras, muchas parejas discuten por qué han asimilado un modelo basado en la discordia relacional. Este modelo va en contra de la idea de que es posible manejar un conflicto productivamente. Básicamente, esconde un mensaje muy claro: los problemas de pareja no son conciliables, y la única manera de salir de ellos y superar la frustración es intimidar al otro más de lo que el otro nos intimida a nosotros. Por lo tanto, se establece un proceso que continúa hasta que ambos están demasiado cansados ​​y angustiados para detenerse por agotamiento, muchas veces habiendo olvidado las razones por las que comenzó la discusión.

La solución está, en primer lugar, en identificar si esta marca aplica en nuestras discusiones de pareja. ¿Reciclamos los mismos temas, discusión tras discusión? ¿Nuestras conversaciones se parecen a las de nuestros padres? ¿Sabemos por qué estamos discutiendo? ¿Empezamos las broncas siempre a partir de las mismas preguntas y protestas? ¿Reaccionamos automáticamente ante determinadas situaciones, como un resorte, y empezamos a discutir sin freno?

Ahora piensa en cómo era la relación de tus padres. ¿Saludable? ¿Terminó bien? ¿Eran una pareja feliz? Si no quieres que te pase lo mismo, empiezas a cambiar de rumbo y te haces a la idea de que es posible gestionar los conflictos de pareja. Es posible vivir sin discutir con la pareja todo el día, haciendo que los enfrentamientos culminen en un acuerdo y no en una tregua que dure solo hasta que recuperes las fuerzas, volviendo a empezar la misma vieja historia en cuanto los niveles de energía vuelvan a estar altos.


Es posible llegar a un acuerdo, pero hay que empezar a creer realmente en él, eliminando el automatismo de las propias respuestas, reprogramando las reacciones a los motivos desencadenantes, que naturalmente hay que identificar. En este sentido, es necesario cultivar la idea de que la mayoría de las diferencias en la relación son reconciliables.


 "No es lo que decimos lo que duele, sino la forma en que lo decimos".

-John Gray, en Los hombres son de Marte y las mujeres de Venus-

Autoprotección cuando te sientes vulnerable con tu pareja

Enfadarnos unos con otros también es una forma de protegernos, especialmente cuando nos sentimos atacados y vulnerables. Es una reacción nacida de un sentimiento de amenaza, que nos lleva a contraatacar e intentar ganar la batalla para no exponernos.

A menudo, quizás demasiado, dependemos de la opinión y valoraciones de nuestro socio. Cuando cuestiona nuestras habilidades, nuestra inteligencia o nuestras virtudes, sentimos que nuestra autoestima está seriamente comprometida, es decir, nos sentimos vulnerables. Por eso sentimos la necesidad de defendernos, de neutralizar el sentimiento de vulnerabilidad.

Por otro lado, cuando tratamos de defendernos de esta manera, es fácil terminar atacando al otro en aquellos puntos donde se siente más vulnerable, culpándolo de nuestros problemas sin medir el dolor que podemos causar con nuestras recriminaciones. Lo que antes era miedo ahora puede convertirse en una sensación de poder y fuerza gracias al aumento de la adrenalina, que a la larga no hace más que alimentar esta actitud venenosa.


En tales circunstancias, cuando la ira no lucha por salir a la superficie, tendemos a olvidarnos de escuchar a nuestra pareja. Recordamos que estamos tratando de "defendernos". La solución es aprender a valorarnos, a fortalecer nuestro ego sin condicionar a los demás, buscar nuestro camino de crecimiento y enriquecimiento personal, aceptándonos incondicionalmente con todas nuestras debilidades.

Muchas veces discutimos porque vemos el reflejo de nuestros problemas en el otro. Pero si somos capaces de aceptarnos y ser comprensivos, compasivos y benévolos, de perdonarnos a nosotros mismos, podremos tratarlo de la misma manera. La solución también está en buscar una perspectiva diferente con empatía y comprensión. Identificar la posición de los demás, aunque sea diferente a la suya, ayudará a moderar la ira y mantener el control.


"Qué desperdicio sería, me dije, desgastar nuestra historia dejando demasiado espacio para los malos sentimientos: los malos sentimientos son inevitables, pero lo esencial es frenarlos".

-Elena Ferrante, en Historia del niño perdido-

Algunas diferencias entre socios son irreconciliables

Al discutir con tu pareja surgen algunas diferencias que, por naturaleza o ideología, simplemente no se pueden resolver. Estas discrepancias irresolubles pueden adaptarse, incluso aceptarse, pero eso no las hace compatibles.

Dado que tales distancias son difíciles de reducir, incluso con un esfuerzo, es fácil que surjan problemas. Incluso si sabemos dónde están las diferencias, irracionalmente terminamos sintiéndonos amenazados por esas discrepancias. De hecho, discutir con tu pareja por motivos ideológicos o personales puede ser en realidad una técnica de autoafirmación y rebeldía ante el sentimiento de alienación.

La solución para superar estas diferencias irreconciliables, independientemente de su naturaleza, es identificarlas y simplemente excluirlas de la conversación. En otras palabras, uno debe esforzarse por apreciar y respetar estas diferencias inalterables. Es necesario centrarse en los puntos en los que es posible un acuerdo, sin considerar las ideas del socio o su forma de ser como una amenaza a sus propias ideas y forma de ser.

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