Dieta para insuficiencia hepática

Dieta para insuficiencia hepática

Insuficiencia hepática

La insuficiencia hepática es una afección mórbida que afecta el funcionamiento del hígado.
Esta enfermedad afecta negativamente las funciones fisiológicas del órgano y, solo en algunos casos, también compromete su estructura tisular (fibrosis y cirrosis). Por ejemplo, en el caso de insuficiencia hepática faltan: síntesis de proteínas (proteínas sanguíneas), producción de bilis y lípidos, proteínas, carbohidratos, metabolismo farmacológico, etc.
La insuficiencia hepática afecta la homeostasis del organismo y conduce a algunas complicaciones que en ocasiones son fatales. El peligro varía según el tipo, estadio y comorbilidades.
La insuficiencia hepática puede ser aguda o crónica.
El agudo tiene un desarrollo rápido y posiblemente reversible. La enfermedad crónica suele empeorar y puede convertirse en carcinoma (cáncer de hígado).
Las causas de la insuficiencia hepática son muchas y variadas; por ejemplo: infeccioso, farmacológico o tóxico, hereditario y autoinmune.
Los síntomas, signos clínicos y complicaciones varían según el caso específico (causa, tipo, gravedad, etc.).
La terapia está ligada a la etiología específica y también difiere según las complicaciones (hipertensión portal, varices esofágicas, encefalopatía, ascitis, nefropatías, coagulopatías, reducción del sistema inmunológico, etc.).
El hígado es responsable del metabolismo nutricional (ácidos grasos, colesterol, glucosa, etc.), de la presión oncótica de la sangre (proteínas circulantes) y de la producción de bilis. El factor "dieta" es de fundamental importancia en el tratamiento de cualquier patología que afecte al hígado.




dieta

La terapia dietética para la insuficiencia hepática varía sustancialmente según la forma (aguda o crónica), la gravedad y las complicaciones relacionadas.
Los principios cardinales que rigen el apoyo nutricional son:

  • NO fuerce el órgano
  • Suministrar constantemente todos los nutrientes esenciales
  • Incrementar la ingesta de moléculas útiles o terapéuticas.

La nutrición para la insuficiencia hepática es del siguiente tipo:


  • Alimentos para formas crónicas
  • Enterale o parenterale por forma aguda.

La nutrición parenteral (por goteo) generalmente no se recomienda debido al mayor riesgo de infecciones.

No canses el organo

¡ADVERTENCIA! Lo que se menciona a continuación abarca todas las formas de insuficiencia hepática. Obviamente, el consejo dietético debe contextualizarse en función del tipo de nutrición (alimentaria, enteral y parenteral), la causa de la insuficiencia hepática y las complicaciones / comorbilidades relacionadas.
Para no forzar el hígado, la dieta para la insuficiencia hepática debe:

  • Elimina todas las moléculas dañinas de los alimentos:
    • Alcohol etílico y drogas: su metabolismo lo realiza el hígado. Deben eliminarse por completo.
    • Medicamentos: paracetamol, ácido acetilsalicílico, otros AINE, antibióticos y todos los fármacos que pueden ser tóxicos (especialmente cuando no son necesarios).
    • Suplementos innecesarios: por ejemplo, productos utilizados con fines deportivos o de adelgazamiento.
    • Toxinas de carbonización: residuos de sobrecocción transportados por: proteínas, carbohidratos y grasas. Estos son: hidrocarburos aromáticos policíclicos, acrilamida, formaldehído, acroleína, etc. Es posible eliminar casi por completo los residuos de carbonización adoptando cocciones dulces como: ebullición, cocción al vapor, baño maría, presión, vacío y vasococción. Evite: freír, asar a la parrilla, asar a la parrilla y asar a la parrilla.
    • Aditivos alimentarios: es una categoría muy amplia. Los más problemáticos son los edulcorantes y colorantes. Es mejor consumir alimentos naturales, sin procesar o envasados.
    • Toxinas de hongos: todos los hongos producen toxinas, incluso aquellas que normalmente son inofensivas. Eliminarlos de la dieta (incluidos los mohos de queso) podría beneficiar al hígado.
    • Venenos, medicamentos agrícolas y contaminantes: es recomendable eliminar todos los alimentos que provengan de granjas o cultivos en los que se utilicen grandes dosis de estos productos. Por el mismo motivo, es mejor evitar beber agua o comer los productos recogidos cerca de zonas contaminadas (carreteras, ferrocarriles, industrias, etc.).
    • Evitar el ayuno: esta condición obliga al hígado a realizar muchos más procesos de lo normal (especialmente la neoglucogénesis).
    • En caso de enfermedad celíaca, evite absolutamente cualquier contaminación con gluten; esto empeoraría el estado inflamatorio general.
  • Evite el exceso nutricional:
    • Proteínas: son cadenas basadas en aminoácidos. El hígado procesa los aminoácidos para su uso en varios destinos metabólicos. Los que están en exceso se transforman en carbohidratos o ácidos grasos. Algunos, llamados aromáticos, dejan residuos nitrogenados (iones amonio) que el hígado debería convertir en urea; Al estar comprometido, el órgano no realiza su función correctamente y permite que se acumule en la sangre, creando problemas neurológicos (encefalopatía).
      Para evitar este problema, es posible favorecer la ingesta de aminoácidos ramificados a expensas de los aromáticos. Evidentemente, esto solo se puede hacer mediante el uso de complementos alimenticios, formulando la solución para nutrición enteral o la bolsa para nutrición parenteral. No se recomienda consumir menos de 60 g de proteína al día; las fuentes pueden ser de diversa índole y se recomienda alternar vegetales y animales (carnes magras y pescados, legumbres asociadas a cereales, huevos y derivados de la leche magra, tofu, etc.). El exceso de iones de amonio también se combate con la aplicación de enemas a base de lactulosa.
    • Lípidos: para evitar el exceso de colesterol y ácidos grasos, especialmente saturados o hidrogenados. El hígado produce bilis para la digestión de grasas pero, al funcionar mal, el órgano no puede realizar esta función (lo que dificulta la digestión y la absorción). Además, el hígado produce lipoproteínas que transportan el colesterol y otras grasas por todo el cuerpo; cualquier escasez de estos portadores podría provocar una descompensación metabólica grave.
      A veces, las grasas tienden a acumularse en el hígado (esteatosis).
      Es mejor preferir fuentes alimenticias de lípidos vegetales y naturales, como el aceite de oliva virgen extra; Evite las margarinas y los alimentos grasos de origen animal (mantequilla, manteca de cerdo, embutidos grasos, etc.).
    • Carbohidratos: El hígado es un órgano de reserva de carbohidratos pero, al estar comprometido, no los almacena adecuadamente. Una parte de los carbohidratos absorbidos se convierte en ácidos grasos y permanece en circulación durante mucho tiempo; eventualmente, se acumula en el tejido graso o en el propio hígado (esteatosis).
      Recomendamos alimentos de bajo índice glucémico, naturales, sin refinar y ricos en fibra; por ejemplo, pequeñas porciones de cereales integrales y legumbres cocidas con poca grasa.
    • Hierro y cobre: ​​existen enfermedades hereditarias que no permiten la eliminación de estos minerales. Si es así, ellos mismos son la causa etiológica de la insuficiencia hepática.
    • Sodio y Potasio: La insuficiencia hepática puede causar ascitis (acumulación de líquido en la cavidad abdominal). Esto debe tratarse con diuréticos y reducción de sodio en la dieta.
    • Agua: una condición de sobrehidratación puede agravar el edema cerebral y la ascitis. Se acostumbra utilizar diuréticos y laxantes para combatirlo, procurando que los niveles de sales minerales en la circulación no bajen demasiado.
    • Calorías totales: Un exceso de calorías, cualquiera que sea la fuente, promueve el hígado graso y obliga al hígado a aumentar muchos procesos. Es recomendable eliminar todos los alimentos ricos en calorías, especialmente la comida chatarra.

Proporcionar todos los nutrientes esenciales

La insuficiencia hepática altera la digestión, la absorción y el metabolismo de determinadas sustancias. Además, también parece estar asociado a un estado de inflamación constante.



Esto significa que es conveniente aumentar:

  • Vitaminas: todas, ninguna excluida. La insuficiencia hepática afecta las reservas de vitaminas en el órgano. Debido a las coagulopatías (complicación metabólica), el aumento nutricional de vitamina K es particularmente útil.
  • Sales minerales: la insuficiencia hepática suele asociarse a encefalopatía provocada por edema cerebral y acumulación de grupos nitrogenados. Esto puede empeorar a medida que bajan los niveles de sodio y potasio en sangre debido al tratamiento de la ascitis. El médico deberá determinar qué complicación debe tener prioridad.
    Es razonable pensar que los valores salinos en sangre deben restablecerse y la ascitis compensada con drenaje; el sodio y el potasio están presentes de forma natural, especialmente en frutas y verduras. En ocasiones, también faltan calcio y fósforo (presentes en la leche, los productos lácteos y los quesos curados).
  • El aporte de ácidos grasos esenciales: son omega 3 y omega 6. Realizan multitud de funciones, entre ellas la de regular el estado inflamatorio. La deficiencia es debilitante. Si la insuficiencia hepática se asocia a una mala digestión, largos periodos de reposo en cama y alimentación artificial, es necesario asegurar la ingesta suplementaria de estas moléculas esenciales.
    Los omega 6 son típicos de las semillas oleaginosas y los aceites de extracción (nueces, pistachos, macadamia, nueces, etc.); Los omega 3 son propios de los productos de la pesca (sardina, atún, bonito, caballa, etc.), algas, algunas semillas oleaginosas y aceites de extracción (lino, kiwi, etc.).

Aumentar el introito de moléculas útiles

Las moléculas útiles para la insuficiencia hepática son de varios tipos:


  • Antioxidantes; combaten los radiales libres, contrarrestan la inflamación, se oponen a la formación de neoplásicos y apoyan el sistema inmunológico:
    • Vitaminas: vitamina y provitamina A (abundante en hígado animal, crustáceos, verduras y frutos rojos o naranjas), vitamina C (abundante en cítricos, guindilla, perejil, lechuga, manzanas, etc.) y vitamina E (abundante en aceitunas, aceite semillas, germen de trigo y aceites de extracción).
    • Salinas: zinc y selenio (en diversos grados, abundan en carnes, pescados y algunas semillas oleaginosas).
    • Otros tipos: polifenoles, taninos, clorofila, etc. Están presentes principalmente en hortalizas, especialmente en frutas y hortalizas frescas.
  • Moléculas específicas: son cinarina (contenida en alcachofas) y silimarina (contenida en cardo mariano); ejercen un efecto beneficioso sobre el metabolismo de los hepatocitos (células del hígado).
  • Probióticos: parece que la administración de probióticos (Lactobacilli, Bifidobacteria y Eubacteria) mejora el estado general de insuficiencia hepática; la razón no está clara. Estos están contenidos en alimentos fermentados como: yogur, suero de leche, kéfir, tempeh, tofu, etc.
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