Desintegración familiar e hijos

Desintegración familiar e hijos

¿Cómo afecta la ruptura familiar a los más pequeños? ¿Qué podemos hacer para que la separación sea menos traumática para los niños?

Desintegración familiar e hijos

Última actualización: 15 de mayo de 2022

Según las circunstancias, una separación o divorcio puede tener efectos más o menos significativos. Para cada miembro de la familia, un evento similar tiene consecuencias diferentes. En el caso de los niños, la ruptura familiar puede crear una situación difícil, que les afecta profundamente.



La ruptura de la unidad familiar, o ruptura familiar, ciertamente no deja indiferente a los niños. Para ellos, los cambios y el estrés que esta condición puede causar tienen consecuencias importantes.

Una de las tentaciones en las que nunca debe caer una pareja que se separa es la manipulación y la falta de respeto. Es necesario prestar atención al lenguaje y evitar absolutamente los insultos. Debemos recordar que el bienestar de los niños es lo primero.

Tener que tomar partido por uno de los padres es perjudicial para la salud mental de los niños. Pueden sentirse forzados y obligados a demonizar al otro. Esto no facilita la transición a la nueva realidad familiar.

Cambios en la casa

Cuando uno de los padres se va, es como si dejara al otro "incompleto". Los niños perciben perfectamente estos cambios. Pero muchas veces es difícil explicar a los pequeños los motivos de la separación. El esfuerzo, por tanto, no debe dirigirse sólo a la explicación de las causas. Se debe garantizar en todo momento la seguridad física, emocional y psicológica de los más pequeños.

Para un niño, lo esencial es saber que los padres seguirán cuidándolo. Tendrá que estar seguro de que a pesar de la separación, las cosas no cambiarán. Esto también le permitirá aceptar a un nuevo miembro de la familia en el futuro. Es normal que los padres decidan reconstruir una vida con otra pareja.



De la seguridad a la incertidumbre

La ruptura familiar puede significar la transición de un nivel económico estable a uno más precario. Antes había una vida equilibrada, ordenada y segura. Ahora, la familia se ve asediada por amenazas económicas que pueden afectar el bienestar de los niños. Idealmente, la percepción de los cambios fue progresiva y no abrupta.

Los "niños maleta" de la ruptura familiar

La confianza compartida es una de las soluciones propuestas por la legislación. Surge de la necesidad de garantizar la atención física compartida del niño por parte de ambos padres, pero a menudo tiene una consecuencia: los niños se vuelven como maletas. Se ven obligados a cambiar de habitación a menudo, van y vienen todo el tiempo… Es como si no pertenecieran a ninguna casa.

Muchos niños reaccionan muy mal a los cambios de rutinas y relaciones. Deben adaptarse continuamente a nuevos entornos, horarios y reglas. Esta es una situación que a menudo conduce al desarrollo de deficiencias emocionales.

Miedo, angustia y estrés causados ​​por la ruptura familiar

Una de las reacciones más comunes a estos cambios es el miedo. El niño tiene miedo de lo que pueda pasar en un futuro próximo. ¿Mis padres todavía me querrán? ¿Que tengo que hacer ahora? ¿Volveré a ver a mis amigos?

Estas son solo algunas de las preguntas que los más pequeños se hacen en estos casos. Si no obtienen respuestas de los adultos, pueden sufrir alteraciones emocionales.

Por ello es fundamental transmitir seguridad a los niños. Se les debe demostrar que el vínculo de afecto y amor entre padres e hijos permanecerá intacto. A pesar de estas precauciones, aún puede suceder que el niño exprese malestar, especialmente en las primeras etapas de la ruptura.


En situaciones de ruptura familiar, los hermanos mayores pueden ser un punto de referencia; para los más pequeños son el nexo para entender mejor lo que está pasando. Este vínculo familiar y afectivo es muy recomendable en estas circunstancias. Les ayuda a entender por qué los padres ya no parecen preocuparse por ellos debido a los problemas.



Cambios de comportamiento

Durante el divorcio o la separación, los niños pueden experimentar cambios importantes en el comportamiento. A menudo esconden una necesidad de atención o de acercarse a sus padres. Si mamá y papá se juntan para regañarlo, piensan, arreglarán las cosas entre ellos.

Este aspecto está íntimamente ligado a una de las emociones negativas más poderosas propias de todo ser humano: la culpa. Si un niño se siente culpable de la ruptura familiar, es posible que adopte actitudes compensatorias, incluso de autolesión.

Es un mecanismo de defensa utilizado para protegerse del dolor que genera la separación de los padres. Y es también un reflejo del rechazo a la ruptura. En estas situaciones se vuelve fundamental hacer comprender a los pequeños la diferencia entre la relación de los padres y el vínculo que mantienen con su hijo. Lo importante es saber distinguir entre una relación de pareja y la maternidad/paternidad.


¿Y después de la separación?

Es cierto que la desintegración familiar afecta negativamente al bienestar de los hijos, pero también representa un aspecto positivo desde el punto de vista del clima familiar. Cuando cesan los conflictos y las tensiones entre los padres, la calidad de vida del niño mejora considerablemente.

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