Decisiones emocionales o racionales: ¿hay alguna diferencia?

Decisiones emocionales o racionales: ¿hay alguna diferencia?

"Decide con tu mente o decide con tu corazón". Estamos acostumbrados a establecer esta dicotomía cuando, según los expertos, las mejores decisiones se toman siempre sintonizando la lógica con la emoción, la intuición con la experiencia.

Decisiones emocionales o racionales: ¿hay alguna diferencia?

Escrito y verificado por el psicólogo. ObtenerCrecimientoPersonal.

Última actualización: 15 2021 noviembre

Decisiones emocionales y decisiones racionales o lógicas… ¿Son diferentes? A menudo nos decimos a nosotros mismos que es mejor tomar algunas decisiones con la cabeza fría y no con el corazón. Es como si tuviéramos que enfrentarnos cada día con dos visiones mentales capaces de mediar completamente nuestra realidad.



En cierto modo lo es. Nadie actúa o decide sólo por sus emociones o por el filtro exclusivo que constituye la lógica más fría, objetiva y razonable.. Nuestro cerebro es en realidad un órgano hiperconectado, donde cada área y estructura está vinculada a las demás.

Es así como la corteza prefrontal (vinculada a funciones ejecutivas más complejas, basadas en el análisis, la atención o la reflexión) mantiene una conexión constante con las zonas más profundas del cerebro vinculadas a las emociones. De esta forma, el mundo de los afectos y sentimientos está presente en cada decisión y, a su vez, la impronta de las emociones se encuentra en cada elección meditada y razonada. Por esta razón es difícil, si no casi imposible, distinguir entre decisiones emocionales y racionales.

Ahora bien, a pesar de la existencia de este puente en el que la información pasa continuamente entre una esfera y otra, hay una particularidad que no podemos pasar por alto. Las emociones siempre tienen prioridad. El ser humano es ante todo un ser emocional y esto muchas veces nos lleva a una encrucijada.


"Quizás lo más indispensable que podemos hacer como seres humanos todos los días de nuestras vidas es recordarnos a nosotros mismos y a los demás nuestra complejidad, fragilidad, finitud y singularidad".


- Antonio R. Damasio - Decisiones

Decisiones emocionales y decisiones racionales

Las decisiones emocionales tienen mala reputación.. Es como si, dejándonos llevar por ese primer impulso, por una necesidad (presumiblemente no motivada) o por la intuición, fuéramos abocados al error. Sin embargo, y por irónico que parezca, gran parte de las elecciones que hacemos en nuestra vida diaria están mediadas precisamente por estas emociones, que nos guían y dirigen casi por completo nuestro comportamiento.

Seamos realistas, las decisiones emocionales no necesariamente conducen a un error. Las emociones son catalizadores en nuestras relaciones, nos empujan a conectar con las personas y también nos permiten tomar decisiones en diferentes áreas para que los gustos, las personalidades y las necesidades estén en sintonía.

Las emociones, al fin y al cabo, solo quieren nuestra homeostasis, garantizan nuestro equilibrio interior y, por supuesto, nuestra supervivencia. Además, ya existe una tendencia en el mundo académico que invita a corregir una idea falsa y desfasada, a saber, que las decisiones emocionales están vinculadas a actos irracionales.

Estudios como los realizados en la Universidad de Columbia por el Dr. Michel Puan indican que debemos dejar de concebir las emociones y la racionalidad como esferas separadas. En otras palabras, el las emociones también pueden ser lógicas y racionales.

Por supuesto, hay algunas excepciones obvias. Hay momentos en que tomamos decisiones en base a estados emocionales adversos. Son los momentos en los que no existe una homeostasis interna, sino un problema no resuelto, una necesidad, una necesidad insatisfecha que nos lleva a tomar malas decisiones. Profundicemos en este aspecto.


Estados emocionales que te empujan a tomar decisiones de las que te puedes arrepentir

Tenemos que ser claros: las mejores decisiones se toman combinando lógica y emoción. Por tanto, y para que ese pacto entre uno y otro se realice de forma efectiva, necesitamos que nuestras emociones sean positivas, que jueguen a nuestro favor. Pero esto no siempre sucede, porque a veces nos encontramos en estados emocionales que nos bloquean, que limitan nuestra concentración mental. Son los siguientes:


  • Tristeza. Si tomamos una decisión cuando estamos tristes, aburridos o melancólicos, es probable que nos conformemos con lo mínimo., es decir, tenderemos a no ser especialmente exigentes con nosotros mismos.
  • Emoción. Generalmente, aun cuando nos sentimos inyectados de alegría, entusiasmo desbordante, emocionados por la emoción, tomamos las mejores decisiones. En estos casos, de hecho, nos dejamos llevar por la impulsividad.
  • ansiedad. La ansiedad, el estrés y cualquier alteración del estado de ánimo hacen que sea aún más difícil tomar una decisión. No solo tomamos decisiones de las que luego nos podemos arrepentir, sino que también nos cuesta más pensar, evaluar, reflexionar, etc.

Partiendo de la lógica y la razón, las decisiones emocionales son las más acertadas

Como señala el famoso científico Antonio Damasio, las emociones no representan el lado oscuro de la razón. Efectivamente, son parte indispensable de cada decisión que tomamos y, por tanto, debemos ser plenamente conscientes de ellas.


Si las entendemos, las gestionamos, si somos capaces de afrontar los retos que nos plantean en momentos de desesperación o preocupación, las emociones serán nuestras mejores aliadas.


Las decisiones emocionales y racionales son los latidos que marcan nuestros pasos. Es cierto que algunos serán ineficaces, mientras que otros tendrán más éxito, pero es sumamente importante no actuar impulsivamente. Más bien, necesitamos sintonizar las necesidades con los deseos, la experiencia con la intuición. La emoción y la razón nunca pueden ir separadas, son los motores que nos acercan a nuestra felicidad.

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