Culpar a los demás: una estrategia incorrecta

    Culpar a los demás: una estrategia incorrecta Una vez se dijo, al menos en español, "pasar el muerto al otro" (echar el muerto al otro). Esta frase, que aún se repite en muchas partes del mundo, proviene de la Edad Media y tiene una curiosa explicación: en los feudos en los que se encontraba una persona que murió por causas no naturales, los habitantes del feudo debían pagar una impuesto al señor del feudo por haber "matado" a uno de sus trabajadores. Como se puede imaginar, cuando se encontró a un individuo muerto, rápidamente aceptó, lo cargó en una mula o en un carro para transportarlo al feudo más cercano. Y así nos vimos exentos de pagar la contribución. Aunque esta historia nos llega hoy como un cuento divertido, lo cierto es que la costumbre de descargar nuestras responsabilidades en los demás se ha mantenido en el tiempo. Un amigo me dijo: "Si te has equivocado y sonríes, significa que ya has identificado a quién culpar". Nos resulta bastante difícil asumir nuestra parte de responsabilidad, muchas veces ni siquiera es un proceso consciente o malsano, sino que ocurre a través de oscuros y complicados enredos de creencias y formas de pensamiento automáticas. ¿A qué me refiero? El hecho de que crecemos aprendiendo a culpar a los demás, tenemos un "lugar" de control externo que nos impide asumir nuestras responsabilidades. Y así nos vamos con las frases generalizadoras más clásicas que se escuchan en todo el mundo: "la crisis económica es culpa del gobierno y de los poderosos", "la contaminación ambiental es culpa de las grandes multinacionales" ... En fin, nuestro pequeño papel en cada cambio social o natural tiende a disminuir hasta desaparecer. Sin embargo, ¿alguna vez nos hemos sentado a reflexionar sobre cuál es realmente nuestro pequeño papel en la sociedad? Pongamos un ejemplo: creo que una gran parte de nosotros coincide con la idea de que es una locura pagar millones y millones de euros a un futbolista cuando hay personas que viven por debajo del nivel mínimo de pobreza incluso en países ricos. ¿Asi que que hacemos? Nos quejamos de lo injusto que es el mundo; en fin, le damos la responsabilidad de esto al sistema socioeconómico, pero luego nos vamos al estadio a disfrutar del partido de fútbol, ​​compramos la camiseta del campeón que amamos, nos suscribimos a la suscripción satelital para ver todas las partidos del equipo favorito; y tantos millones de personas (de las que formamos parte) ayudan a sostener un mundo injusto desde nuestras pequeñas decisiones diarias. Albert Einstein dijo con razón: "El mundo no está amenazado por la gente mala, sino por todos aquellos que permiten el mal". Esta forma de ver el mundo se basa en la idea: "¿qué puedo hacer yo solo contra todos?" Sin darse cuenta de que esto es solo una forma de minimizar y eliminar todos los compromisos. 1. Estamos tan ocupados buscando a quién culpar de todo que nos olvidamos de buscar las verdaderas causas de las situaciones. 2. Asumimos el papel de víctimas que nos hace sentir seguros, y que nos convence de que no es necesario cambiar nada en nosotros, llevándonos así hacia la inmovilidad más absoluta. 3. No podemos encontrar una solución eficaz a las cosas porque no evaluamos nuestro papel real en la situación y cómo podemos afectarla. 4. Deterioro nuestras relaciones interpersonales a medida que asumimos un papel que es incómodo e injusto para las personas que nos rodean. 5. A la larga, esta actitud produce sentimientos que conducen a un descenso de las defensas y a la pérdida de la autoestima. Dado que asumimos que todo lo que nos rodea está fuera de nuestro control, tendemos a adoptar una actitud pasiva. En resumen, descargar nuestras responsabilidades en otros es una estrategia muy conveniente, pero puede convertirse en un arma peligrosa de doble filo. Debemos recordar que cometer errores es humano, pero asumir nuestra parte de responsabilidad nos ennoblece.
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