Cuando una relación termina, sabemos

Cuando una relación termina, sabemos

Cuando termina una relación siempre lo sentimos, siempre sentimos la distancia emocional. Sin embargo, tenemos miedo de enfrentar la realidad.

Cuando una relación termina, sabemos

Última actualización: 25 marzo, 2022

Por triste que parezca, muchos de nosotros prolongamos las relaciones más de lo necesario, aun sabiendo que la chispa del amor ya se ha apagado. Al hacerlo, no quedan ni las brasas de una hoguera que una vez ardió majestuosamente y feliz. Cuando una relación termina, ¡lo sabemos!



Debemos terminar la relación cuando sentimos que ya no queda nada en honor a lo que un día fue hermoso y hermoso.

Prolongar innecesariamente el sufrimiento sólo echa más tierra al fuego extinguido, y sólo empaña los recuerdos de la felicidad que un día habitaron aquellas almas amadas.

"La gente cambia y se olvida de decírselo a los demás"

-Lillian Hellman-

¿Por qué prolongar una relación rota?

Lo hacemos a menudo: alargamos relaciones afectivas que ya no nutren, que ya no traen alegría, sino todo lo contrario. Son situaciones en las que se vive a distancia, se alimentan falsas esperanzas y los reproches se vuelven más dañinos y menos respetuosos.

El experto en la materia John Gottman señala en uno de sus estudios que a veces basta con escuchar una conversación entre una pareja para predecir esa distancia.

En otras palabras, la distancia emocional persiste durante meses e incluso años sin que se pueda advertir la realidad: ausencia de amor, de complicidad.

¿El amor? No sé. Si lo incluye todo, incluso las contradicciones y superaciones de uno mismo, las aberraciones y lo indecible, entonces sí, ve por el amor. De otra manera no.


-Frida Kahlo-

Miedo a la soledad

Para humanos, la necesidad de sentirse protegido es muy fuerte. Así creemos que estamos menos solos y sabemos que siempre habrá alguien esperándonos, alguien a nuestro lado, al otro lado del sofá o de la cama.


  • Los hombres y mujeres de este mundo le tienen mucho miedo a la soledad., porque no fuimos entrenados para vivir de esa manera. Siempre necesitamos tener a alguien con nosotros.
  • Desde una temprana edad nos enseñan que una relación es todo lo que necesitamos cuando lleguemos a la edad adulta. Un trabajo, un hogar, una pareja y tenemos una vida plena, realizada y con las metas cumplidas.
  • Sin embargo, cada día observamos con más fuerza que esto no nos satisface. Necesitamos ser nosotros mismos, hacer realidad los sueños, pero no estamos preparados para alcanzar esos objetivos y nos genera frustración la incapacidad de ser verdaderamente felices con nosotros mismos.

Nos refugiamos en la rutina de las relaciones rotas, que sangran amor por los cuatro costados. Nos ofrecen cierta tranquilidad y descanso, aunque estén lejos de ser lo que realmente necesitamos y soñamos.

Aceptar el final con coraje

En la vida nos han enseñado a tener miedo. Una de las angustias más recurrentes es sin duda el final de una relación afectiva.

Nadie nos ha enseñado a gestionar y afrontar estas situaciones y muchas veces optamos por prolongar el sufrimiento en lugar de dar el paso decisivo, en lugar de aceptar la realidad.


"El beso más duro no es el primero, sino el último".
-Paul Geraldy-

El afecto puede durar, así como el respeto, la comprensión, la amistad o la camaradería. Sin embargo, debemos ser claros: esto no es amor.


No reconocerlo, junto con el miedo a estar solo, entorpece la mente, el alma y el corazón; nos impide tomar la fatídica decisión que representa el final de esa relación.

Tal vez la inseguridad que aparece en nuestro corazón desde temprana edad nos impide tomar decisiones difíciles; sabemos cuando una relación ha terminado, pero no podemos decirlo en voz alta oa nosotros mismos.


Puede ser que el terror a la soledad ya no tener a nadie al volver a casa nos impida tomar la decisión correcta. No encontramos el coraje para dirigir nuestros pasos en la dirección correcta.

No actúes cuando una relación ha terminado.

Quizás el miedo al qué dirán: ¿cómo se lo tomará mi familia? ¿Qué pensarán de mí mis vecinos y amigos? ¿Cómo puedo hacerle esto a mis hijos?.

Y mientras tanto lleva una existencia infeliz y dolorosa que merma su dignidad por una relación que ha perdido su pasión y que lentamente mata cada día.

No siempre es fácil mirar dentro del corazón, más aún si está roto. Pero es necesario, porque saber que una relación ha terminado, pero no tomar acción, es una de las maldiciones más terribles que pueden aprisionar el alma.


Conclusiones

Te invitamos a ser valiente, honesto con tus pensamientos y hacer todo lo posible para ser feliz todos los días. El estudio realizado en la Universidad de Manchester y publicado en The Journal of Positive Psychology indica que todos podemos superar estas pérdidas.

El miedo se desvanece con el tiempo y la angustia acaba transformándose y dar paso a nuevas oportunidades para construir una felicidad genuina. Probémoslo, es el mayor regalo que nos podemos hacer.

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