Control de la ira

Control de la ira

La explosividad, la baja tolerancia, la impaciencia y otras características son parte del control deficiente de la ira.

Control de la ira

Última actualización: 28 de marzo de 2022

La furia, la ira, la agresión y la impaciencia caracterizan el control inadecuado de la ira.. La persona que no logra gestionar adecuadamente esta emoción suele ser víctima de una escalada que puede culminar en violencia.

En este artículo te explicamos por qué se producen los arranques de ira y qué estrategias adoptar para no dejarse abrumar por esta emoción.



La rabbia

Una de las seis emociones fundamentales y universales que describió Charles Darwin junto con la tristeza, el asco, el miedo, la sorpresa y la alegría es la ira. Este es una emoción compleja y primitiva, como las otras que nos acompañan a lo largo de nuestra vida.

Surge principalmente en situaciones problemáticas, por ejemplo ante una injusticia o como respuesta a una agresión o dificultad. Para los llamados "impulsivos", sin embargo, existen suficientes razones fútiles para dar rienda suelta a su ira.

El estallido puede estar dirigido hacia el entorno circundante, a través de conductas explosivas, agresiones verbales o violencia física, o hacia uno mismo, contra el propio cuerpo, lo que tiene diversas consecuencias.

La ira es una emoción que provoca diversos efectos fisiológicos, como un aumento del ritmo cardíaco y de la presión arterial, que activa el eje hipotálamo-pituitario-suprarrenal y aumenta la secreción de adrenalina y noradrenalina.

También se pierde el control del área prefrontal del cerebro que se ocupa del manejo de los impulsos, la conducta moral y el autocontrol.

Activación fisiológica durante una rabieta

La explosividad en la ira se caracteriza por la activación fisiológica en el que el cuerpo reacciona por defensa o ataque.


La persona se convierte así en un bárbaro a punto de ir a la guerra contra el ejército romano: los músculos se endurecen, las fosas nasales se abren en busca de más oxígeno, los latidos del corazón aumentan en frecuencia al igual que la respiración, el flujo de sangre estalla y los dientes también se muestran resaltando los caninos y apretando las mandíbulas.


Asimismo, el organismo libera colesterol y catecolaminas que aceleran la formación de depósitos de grasa en el corazón y las arterias.

La ira duele porque la persona explosiva ataca la supuesta agresión hacia él. En otras palabras, la respuesta depende de cómo se interprete la situación. Detrás de cada explosión, hay un paranoico que piensa que los demás conspiran contra él y lo quieren menospreciar.

La persona enojada, por lo tanto, es un "patito feo" que necesita ser reconocido. El problema es que hasta las razones más triviales pueden desatar la furia. Por tanto, no son pocas las ocasiones en las que el enfadado da patadas, puñetazos o tira objetos y luego se arrepiente.

Sin embargo, la la ira no necesariamente causa un arrebato violento. Esta es solo una de las muchas formas en que puede culminar una escalada de ira. En realidad hay tres formas:

  • Descarga la ira hacia el exterior;
  • implosión, que es descargar la ira hacia uno mismo, generando diferentes condiciones fisiológicas desde trastornos psicosomáticos como dermatitis, úlceras, hemorroides y trastornos gastrointestinales, hasta condiciones más graves.
  • Doble juego de explosión e implosión: este grupo no solo tira la granada, sino que se la traga. No solo mantienen relaciones hostiles con los demás, sino que se infligen dolor a sí mismos.

Rasgos de la persona con mal control de la ira

Aquellos que muestran un control deficiente de la ira están acostumbrados a lanzar bromas a los demás, pero cuando son objeto de la misma conducta por parte de otros, se irritan rápidamente. No lo tolera y lo demuestra de una forma que desanima a los que tiene delante.


Debido a que tiene la reputación de ser de mal genio, el las personas que conocen a la persona enojada temen sus reacciones y medir sus actitudes para no desencadenar explosiones catastróficas.


Aquellos que no pueden controlar la ira también tienden a nunca asumir la responsabilidad de los eventos, sino que siempre culpan a los demás por sus reacciones.

También son personas impacientes. Esperar les da tiempo para desarrollar ideas como sentirse desatendidos, no respetados, hasta el punto de considerar esperar un ataque a su persona. A su vez, esto provoca inevitablemente una escalada a la explosión. Esta combinación es fatal cuando le sumamos la intolerancia.

La segunda es la incapacidad de aceptar opiniones diferentes. Es por tanto sinónimo de terquedad e intransigencia hacia personas que pueden tener ideas diferentes, por ejemplo en política, religión, sexualidad, raza, etc. La ecuación es Ira + Impaciencia + Intolerancia = Explosión.

Consecuencias de los ataques de ira

La persona se enfada, no tolera, se impacienta. Es bastante común que esta combinación se dé esporádicamente, pero se convierte en un problema cuando se sistematiza. Dicha conducta reiterada provoca tales niveles de estrés que afectan psicológica, emocional y físicamente.

Una emoción que a menudo surge después de la explosión es el arrepentimiento. En la ira, la persona no puede controlarse y grita a los que la rodean, pero se siente culpable después de que se ha producido el clímax.

Seguido a esto, se disculpará explícitamente o adoptará actitudes o gestos para reconectar con el destinatario de su ira. La culpa, la vergüenza y el posterior arrepentimiento son parte de los ataques de ira..


Consejos para un mejor control de la ira

No es fácil romper el automatismo de los ataques de ira, pero los siguientes consejos pueden ser de gran ayuda:

  • Pregúntate “¿Por qué estoy enojado? ¿Qué me hace enojar?" Esto ya implica un factor de frenada a la hora de subir. ¡Y no hagamos trampa culpando al otro! es un ejercicio de autorreflexión que ayuda a asumir la responsabilidad.
  • Pensar “Los demás no me menosprecian porque piensen diferente a mí”. Si los demás tienen ideas divergentes, no significa que nos consideren estúpidos.
  • Distánciate. Cuando se acumula la ira, es importante alejarse del campo minado, tomar aire fresco y refrescarse. Asimismo, es útil para cambiar de habitación o darse una ducha. El punto es bloquear la escalada y por eso es importante salir del caos comunicativo cambiando de entorno.
  • Ponte en los zapatos de otra persona. Desarrollar la empatía te permite comprender al otro y dar un mínimo de credibilidad a tus pensamientos. Debemos repetir "otros pueden tener ideas diferentes a las mías".
  • Haciendo deportes también es una forma saludable de canalizar toda esa energía que se descarga a través de la ira. El deporte es una actividad saludable que, además de ofrecer los tradicionales beneficios cardiorrespiratorios y musculares, activa las endorfinas y mejora el estado de ánimo.

Conclusiones

La ira no es un rasgo de personalidad, sino un estado emocional que se puede sistematizar en la vida y es importante corregirlo. Como emoción adaptativa, la ira te permite establecer límites saludables.


Mejorar el control de la ira no significa pretender ser un maestro zen o ser serotoninérgico todo el tiempo, o hacer ejercicios de respiración para relajarse como Rabi Shankar. En cambio, significa aprender a corregir los factores desencadenantes de la explosividad y el daño a uno mismo y a los demás.

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