Contacto físico y comunicación emocional.

Contacto físico y comunicación emocional.

Contacto físico y comunicación emocional.

Última actualización: 03 de diciembre de 2015

Numerosos estudios sobre crianza y afecto infantil han destacado laimportancia del contacto físico desde el nacimiento.

Las caricias y los abrazos tienen un poder especial, el poder de comunicar afecto y sentimientos que, desde niño, el niño es capaz de comprender, recibir e interiorizar.

Por esta razón, muchos hospitales practican el contacto piel con piel entre el recién nacido y la madre desde el nacimiento, transmitir al niño la impronta mamífera del afecto y el reconocimiento de su principal referente.



Comunicación sin interferencias

Hay varias formas de comunicarse. Por un lado está la comunicación verbal., transmite a través de las palabras, y por otro el no verbal, que se expresa a través de gestos, posiciones corporales, tono de voz, timbre, etc.

También podríamos decir que existe otra forma de comunicarse: se trata de la comunicación emocional, aquella que transmite emociones, sentimientos y deseos. Sin duda, es la que se transmite a través del contacto físico.

En nuestra cultura, como en muchas otras, el beso se utiliza como parte del saludo cordial entre dos conocidos, y este hábito social ha favorecido la pérdida del componente emocional que constituye su esencia, cuando este gesto se emplea en un contexto público. y sociales

Al contrario, cuando besamos a un ser querido o a nuestra pareja, aflora el componente emocional, ya que es un gesto tomado en el nivel más íntimo.

Incluso las caricias pueden adquirir un sentido más afectivo y sensual cuando se realizan en la intimidad y en el ámbito privado, ya que representan un excelente medio de comunicación emocional.


Finalmente, los abrazos son el único gesto que trasciende el contexto social y público, ya que siempre logran mantener ese componente afectivo y la manifestación de un deseo.


zonas personales

En las relaciones interpersonales existen diferentes espacios o zonas en las que podemos interactuar.

En primer lugar, la zona pública, aquella que nos permite interactuar con varias personas a la vez. Por ejemplo, este es el caso de las conferencias, donde hablamos con el público a una distancia aproximada de 3,5 a 7 metros.

Luego está el zona social, dentro de la cual interactuamos con una o dos personas desconocidas, que suelen estar separados entre 1,2 y 3,5 metros.

Hay zona personal, es decir, la distancia que mantenemos cuando nos damos la mano o cuando mantenemos una conversación en público, y que van desde los 45 centímetros hasta los 1,20 metros.

Finalmente, está el la zona íntima, a la que solo unos pocos tienen acceso, es un área reservada para las personas con las que tenemos una relación más cercana. Nuestra relación con ellos también se basa en el contacto físico, a una distancia de 45 centímetros o menos.

Es en esta zona íntima donde se encuentran las diferentes opciones de comunicación emocional a través del contacto físico; unas veces pueden tener lugar en un contexto social y público, otras en un contexto privado, como en el caso de los amores.

Sin duda, tener contacto físico es entrar en la zona íntima, aquella en la que todos somos más vulnerables. Si una persona a la que no hemos dado acceso se entromete en esta zona, nos hará sentir invadidos, agredidos e irrespetados.


Es precisamente por miedo a que esto suceda que levantamos un muro que impide el acceso a personas no deseadas, relegándolas al área personal, aquel en el que no hay contacto físico.

El contacto físico: fuente de conocimiento y empatía

La comunicación emocional a través del contacto físico tiene un fuerte potencial para las relaciones interpersonales, ya que nos ayuda a sentirnos más cerca de la otra persona. De esta forma, aumentamos nuestra empatía hacia él/ella, y el respeto por sus emociones y sentimientos.


Abrir más a menudo nuestra zona íntima nos permitirá conocer el nivel más sensible, emocional y humano de las personas, rompiendo las barreras y pantallas que a veces no nos permiten comprender, respetar o sentirnos queridos.


Vivir la experiencia del contacto físico con personas receptivas nos ayuda a profundizar para descubrir el sentido de la vida y de las relaciones humanas.

Un simple gesto, sin necesidad de palabras, puede transmitir mucho más que todo un discurso. Gracias a ella, solo nos toma un momento comprender que somos parte de la vida de otra persona y que no estamos solos.

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