Última actualización: 25 agosto 2015
La el miedo, la ira, la felicidad y la tristeza son las 4 emociones basicas del ser humano. Todos los sienten por igual en cualquier momento de la historia, la edad y la cultura. ¿Los conoces? ¿Sabes cómo dominarlos?
Tales emociones no están dentro de nosotros por razones arbitrarias: juegan un papel vital en nuestro desarrollo psicológico; es decir, tienen la función de orientarnos en la conservación del organismo y en la socialización con los demás.
Probablemente no sea fácil entender este tipo de conceptos que parecen tan técnicos y pertenecientes a una enciclopedia. Lo importante es recordar que todos tenemos miedo, nos enojamos, nos alegramos y estamos tristes, porque así es como se desarrolla la mente y el cuerpo, para permitirnos crecer como seres humanos y socializar.
Hemos aprendido, y seguiremos aprendiendo, de nuestras emociones. Si has vivido un episodio muy bonito y feliz, es probable que esto haya formado tu carácter; asimismo, tu personalidad ciertamente ha sido influenciada por momentos de sufrimiento, en los que te has entristecido o asustado.
No importa la edad, donde vivamos o el trabajo que hagamos: todos, sin excepción, experimentan estas 4 emociones básicas en varias ocasiones en la vida. Las emociones son información muy útil, que nos permite entender nuestro estado de ánimo actual: si escuchamos atentamente, son una guía para aprender en el camino de nuestra vida, para entendernos y saber continuar.
A menudo, tendemos a etiquetar lo que escuchamos; en realidad, no hay emociones buenas o emociones malas. Es cierto que hay emociones que nos resultan más o menos agradables, pero cada uno de ellos cumple una función específica y absolutamente necesaria.
¿Cuáles son las funciones de las emociones básicas?
Estas cuatro emociones básicas (o primarias) del ser humano son un recurso energético, porque nos permiten actuar expansivamente con los demás (ira o alegría) o con nosotros mismos (tristeza y miedo).
A continuación analizaremos las cuatro emociones básicas, una a una, para conocer su función específica en nuestra vida:
- La paura. Es considerada por los expertos como una emoción de "retroceso", forma parte del grupo de emociones reflexivas y su función es advertirnos de la presencia inminente de un peligro, estar preparados para recibirlo o reaccionar activamente.
Además, nos permite evaluar las habilidades que poseemos para hacer frente a situaciones que consideramos amenazantes. Si aprendemos a conocer y gestionar el miedo, nos alejaremos del pánico y la fobia, a través de la prudencia.
- La alegria. También se conoce como “La emoción de abrir”. Su funcion es ayúdanos a crear vínculos con los demás; por ello, forma parte de las emociones expansivas (así como la ira).
Puede manifestarse de diferentes formas, pero más frecuentemente en forma de ternura, sensualidad o erotismo.. Gestionando bien la felicidad es posible alcanzar la serenidad y la plenitud; de lo contrario, caeremos en la tristeza, la euforia excesiva o la frustración.
- Tristeza. Forma parte del grupo de emociones de "retroceso" y es la más reflexiva de todas. Siempre evoca eventos del pasado. y su función es ayudarnos a ser conscientes de que hemos perdido o añorado una cosa, situación o persona.
Además, necesitamos soltar lo que no nos pertenece o nos hace daño. Finalmente, permite que otros nos acompañen, para no volvernos demasiado vulnerables o dependientes.
- cólera. Esta es la segunda emoción expansiva. Es un impulso, una manera de deshacernos de algo o de alguien, de hacer aflorar sentimientos que nos molestan, porque vivimos una injusticia o porque nos sentimos heridos.
La rabbia implica una sobrecarga de energía que a veces nos ayuda a conseguir lo que queremos; por esta razón, no siempre tiene que ser considerado como una emoción negativa. Sin embargo, muy a menudo sucede que, en lugar de ayudarnos a resolver la situación, si la expresamos de forma extrema, se convierte en un problema más. La ira es capaz de limpiar todos los sentimientos que representan una carga, pero debemos tener mucho cuidado en reconocerla, aceptarla y gestionarla correctamente.
Cuando seamos conscientes de las funciones de nuestras emociones y hayamos aprendido a vivir con ellas, será fácil darnos cuenta de que todas son positivas e indispensables para nuestra vida.
