Con tu caricia mi alma se regenera

Con tu caricia mi alma se regenera

Con tu caricia mi alma se regenera

Última actualización: 18 agosto 2016

Una caricia de un ser querido tiene el poder de regenerar nuestra alma. Es como el dulce sonido de las olas del mar que provoca sensaciones plácidas en nuestro cuerpo, que calma nuestros miedos, que suaviza los bordes de nuestras incertidumbres y mezcla los límites entre nosotros y los demás. Hay caricias que sanan y manos sabias que tocan la piel para llegar al alma.



El arte de acariciar requiere, ante todo, ser buenos artesanos del mundo emocional. Porque, lo creamos o no, esta música de los sentidos y los placeres tiene su nota de salida en el cerebro. Es el cerebro el que nos dice qué persona tiene derecho a acariciarnos y es este órgano el que procesa los tipos de caricias que aportan mayor bienestar.

“Las caricias, los abrazos y las miradas de los que amamos son tan necesarios para nuestra vida como lo son las raíces para un árbol. Sin ellos, nos pudriríamos lentamente".

Un dato curioso es que, en nuestro ADN, ya está codificada la necesidad de contacto físico para que la especie sobreviva. Un recién nacido, por ejemplo, no puede crecer de forma sana si no se le acaricia, se le abraza, se le mima. Los adultos también necesitamos esos gestos llenos de cariño para fortalecer el vínculo con los que amamos.

Las caricias no son solo un arte destinado al placer físico. Son un acto de reafirmación y pertenencia, un vínculo que surge de nuestros sentidos para darle seguridad a nuestro cerebro. Te invitamos a reflexionar sobre ello con nosotros.

Las caricias diarias que requiere el cerebro

En un interesante artículo publicado en la revista Psychology Today, el amor se define como la búsqueda de una conexión segura y plena con el otro. A través de este vínculo, las personas se unen emocionalmente para nutrirse, calmar sus miedos y protegerse mutuamente.



Desde que nacemos, todos sentimos la necesidad de construir relaciones seguras, en las que las muestras de afecto sean la expresión inequívoca de sentimientos bellos y sinceros. La caricia es un lenguaje con un fuerte poder que logra trascender las palabras para atravesar la piel y los sentidos. De esta forma, el vínculo se fortalece y el cerebro nos gratifica con una buena dosis de endorfinas.

Pero, ¿qué sucede entre las neuronas en una situación de ausencia de contacto físico o falta de mimos por parte del ser amado? Podemos resumir la respuesta en dos ideas muy claras:

  • Cuando no hay expresión emocional, cuando la pareja no recibe demostraciones de cariño, abrazos y caricias, se crea una especie de “crack” y el cerebro entra en pánico.
  • La falta de mensajes afectivos expresados ​​a través del contacto físico y las palabras dulces genera soledad y una situación compleja de estrés que la mente percibe inmediatamente como una amenaza. La inexistencia de caricias en una relación es también la inexistencia de la afirmación del amor. Es un profundo vacío en el alma. que el cerebro transforma en estrés.

El arte de saber acariciar

Hemos aprendido que el centinela que guía e ilumina el placer de las caricias y que las requiere como alimento diario necesario es el cerebro. No basta con “tocar”, es necesario saber seducir y afirmar el vínculo, ya que el contacto físico que genera bienestar, placer y seguridad debe ofrecerse a una persona importante que es, a su vez, un buen artesano del mundo emocional.


“A veces, cuando acariciamos una piel, acariciamos también el deseo, que despierta en nosotros el deseo del otro”.

La piel es un campo minado, hay 5 millones de terminaciones nerviosas; este es un hecho fascinante, porque abre ante nosotros todo un mundo por descubrir, asistir y hacer funcionar. Seguro que tienes curiosidad por conocer los mecanismos que provocan las caricias más placenteras, esas que nos regeneran el alma.



El fascinante mapa de nuestra piel está conectado con nuestras emociones

Es increíble cómo reacciona el cerebro al tacto. El cerebro es tan puro, instintivo y casi mágico que es capaz de calmar el llanto de un bebé después de un abrazo. Es capaz de aliviar preocupaciones con una caricia y de dar intimidad y calidez a una persona gracias a una simple palmada en la espalda.

Según un estudio publicado en The Journal of Neuroscience, una caricia es como una partitura para nuestro cerebro y, según quién nos toque y en qué contexto, dará vida a la melodía de una emoción u otra.

  • En pareja, las caricias más placenteras son las que se ofrecen a 1,3 y 10 cm por segundo. Una cadencia delicada y perfecta que activa los llamados "mecanorreceptores", que envían un mensaje claro al cerebro: el del placer.
  • El cerebro nos permite conectarnos con las personas a través del tacto. La caricia es también un detector emocional de miedos, deseos y tristeza. Esto se debe a la presencia de la ínsula, una profunda región cerebral fundamental en el universo emocional.

Sin duda, se trata de un tema fascinante, que nos recuerda la importancia de poner en práctica cada día esta ciencia para la que no es necesario estudiar. Ser maestros en ofrecer caricias es una habilidad a nuestro alcance.


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