Cómo engañar a tu cerebro para que tenga un momento de felicidad

Cómo engañar a tu cerebro para que tenga un momento de felicidad

Cómo engañar a tu cerebro para que tenga un momento de felicidad

Última actualización: 11 2017 noviembre

¿Sabías que es posible engañar al cerebro para crear un momento de felicidad? Sí, la felicidad es una emoción/estado emocional que podemos atraer, incluso en circunstancias que aparentemente parecen menos propicias para su llegada.

Se sabe desde hace mucho tiempo que las emociones van acompañadas de diversos cambios en el cuerpo, como el aumento del ritmo cardíaco o la tensión de algunos músculos del rostro responsables de ese gesto que tanto nos gusta: la sonrisa.



Sin embargo, una cosa que se ha descubierto recientemente es que es una calle de doble sentido. Podemos engañar al cerebro implementando algunas reacciones físicas que resultan de emociones específicas, para facilitar la aparición de la emoción a partir de las reacciones.

Sonriendo podemos atraer un momento de felicidad

Expresar emociones es una calle de doble sentido. El cerebro está atento a lo que hace el cuerpo, y esto afecta nuestras emociones. El simple hecho de sonreír, aunque sea sin motivo alguno, ayuda al cuerpo a alcanzar un momento de felicidad que trae consigo grandes beneficios.

Por mucho que una sonrisa circunstancial sea, en términos técnicos conocida como la hipótesis de la retroalimentación facial, no solo involucra a los músculos faciales, va más allá y trae buenas noticias. Si bien a veces es difícil controlar nuestras emociones, controlar nuestros músculos es mucho más fácil.

Recordemos eso la sonrisa es una herramienta poderosa. La mayoría de la gente piensa que sonríes solo porque eres feliz, pero también puede ser cierto lo contrario: eres feliz porque sonríes.

Para conseguir de una forma muy sencilla un momento de felicidad, pero también de tranquilidad y seguridad, basta con esbozar una sonrisa.



Hipótesis de retroalimentación facial

A muchos les parecerá absurdo que una simple sonrisa pueda atraer una emoción tan intensa como la felicidad. Pero no puede ser tan absurdo si la ciencia ha dedicado múltiples experimentos e investigaciones a analizar la hipótesis de la retroalimentación facial.

Uno de los mejores experimentos para probar esta hipótesis se llevó a cabo a finales de la década de 80. Los académicos no querían influir en los resultados diciéndoles a los sujetos de prueba que el estudio tenía que ver con las emociones, por lo que encontraron una solución ingeniosa para tensar ciertos músculos de la cara sin saber el propósito final de la solicitud.

Los participantes del estudio tenían que sostener un lápiz con la boca de ciertas maneras, 3 diferentes específicamente. El primer grupo sostuvo el lápiz horizontalmente entre sus dientes, forzando una sonrisa. El segundo la sostuvo verticalmente con sus labios, de modo que no pudo sonreír; por el contrario, su postura los obligó a fruncir el ceño ligeramente. El grupo de control tenía el lápiz en la mano.

En ese momento los sujetos miraban algunas caricaturas y decían si las encontraban graciosas. El grupo obligado a sonreír le dio a las caricaturas adjetivos mucho más "divertidos" que el grupo con el ceño fruncido, mientras que el grupo de control les dio adjetivos intermedios.

En un estudio más reciente, a los participantes se les presentaron diferentes rostros, que tenían expresiones felices, neutrales o de pucheros. A los sujetos se les dijo que el objetivo del estudio era medir el tiempo de reacción de los músculos faciales, pero en realidad estaban estudiando emociones. Independientemente de la imagen, los sujetos tenían que "levantar las mejillas" (sonreír) o "mover las cejas" (ceño fruncido).


La expresión facial requerida afectó la forma en que se percibieron las imágenes.. Cuando sonreían, los sujetos encontraban las imágenes más agradables que cuando fruncían el ceño. Además, los efectos de la sonrisa duraron hasta más tarde.


La hipótesis de la retroalimentación facial establece que el movimiento facial puede afectar la experiencia emocional.


Sonrisa forzada, verdadera felicidad.

La retroalimentación facial funciona porque el cerebro detecta la tensión de ciertos músculos faciales (como el cigomático mayor y el cigomático menor, necesarios para sonreír) y lo interpreta como una señal de que hay un motivo para estar feliz. Asimismo, si este músculo no está bajo tensión, el cerebro piensa que no es el momento de ser feliz.

Y eso no es todo. Además de la retroalimentación facial que recibimos físicamente a nivel individual, hay otro factor que afecta la emoción de la felicidad: la retroalimentación social. Las sonrisas son contagiosas. Incluso cuando no nos sentimos particularmente felices, si las personas que nos rodean sonríen, probablemente nosotros también lo haremos, mejorando así nuestro estado de ánimo.

Si nos esforzamos en potenciar esta energía para que nos haga sonreír, especialmente cuando estamos con otras personas, el beneficio será mayor, porque cargaremos el entorno de vibraciones positivas, favoreciendo la creación de un entorno en el que sea más fácil ser feliz.


Si realmente queremos obtener el máximo beneficio de la retroalimentación facial, debemos encontrar algo de lo que reírnos o simplemente levantar las comisuras de la boca para engañar al cerebro. Lo que inicialmente es una sonrisa forzada pronto se convertirá en una sonrisa sincera. E inmediatamente nuestra felicidad también será sincera.

No importa dónde estemos, este pequeño momento de felicidad nos lo pondrá más fácil.

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