Cómo el tamaño de una habitación y un escritorio nos hace más o menos comunicativos

    Cómo el tamaño de una habitación y un escritorio nos hace más o menos comunicativos

    Anteriormente me había referido a cómo la arquitectura afecta nuestra mente y ahora me gustaría llamar su atención sobre un estudio muy interesante que sugiere que las personas se sientan más cómodas hablando de sus problemas personales en grandes salas amuebladas con escritorios. Ser útil para quienes tienen que diseñar el mobiliario para las consultas de médicos, psiquiatras y psicólogos.

    Esta vez, el experimento fue realizado por investigadores de la Universidad de Twente en los Países Bajos. Para el experimento se reclutaron 86 personas cuya tarea consistía en hablar con un investigador en diferentes habitaciones amuebladas de la siguiente manera: un pequeño escritorio (80 cm de distancia entre
    paciente e investigador) o grandes (160 cm entre paciente y médico), ubicadas en una habitación pequeña (solo 16 metros cuadrados) o en una grande (19,8 metros cuadrados).



    A los voluntarios se les hicieron preguntas personales que abordaban temas como el consumo de drogas, la sexualidad y las emociones. Toda la entrevista fue cuidadosamente grabada para que los investigadores luego pudieran analizar con calma no solo las respuestas, sino también las posiciones tomadas por las personas en diferentes entornos.

    Así se observó que los encuestados ofrecieron más información personal y adoptaron posiciones que indicaban que se sentían cómodos en la sala más grande y cuando había un escritorio grande. ¿Porque?

    En realidad, los investigadores no dieron una explicación concluyente de este fenómeno, sino que simplemente señalaron que una habitación grande y un escritorio grande hacían que los encuestados se sintieran más cómodos y tendían a abrirse más emocionalmente. Pero podríamos arriesgar algunas hipótesis.

    Por ejemplo, un escritorio pequeño, de solo 80 centímetros de ancho, aseguraría que el entrevistado esté directamente dentro de lo que se conoce como distancia personal, mientras que un escritorio de más de 120 centímetros permitiría una distancia social, la que solemos tener con personas que no conocemos. no lo sé. Por tanto, sería probable que, si un extraño se ve "obligado" a estar tan cerca de nosotros, lo percibamos como una invasión de nuestro espacio personal, nos sintamos incómodos y adoptemos una actitud defensiva.



    Además, también sabemos que un gran escritorio transmite una sensación de poder y confianza y seguridad, factores que podrían ayudarnos a tener una comunicación más completa y sincera ya que percibimos que el profesional que tenemos enfrente tiene autoridad.

    En cuanto al tamaño de la habitación, también se sabe que los grandes espacios promueven la flexibilidad mental porque despiertan una sensación de libertad. Por el contrario, los espacios confinados fomentan comportamientos rígidos, estimulan el autoaislamiento e incluso pueden generar comportamientos violentos.


    Por supuesto, esto no significa que debas usar escritorios enormes dentro de espacios del tamaño de un campo de fútbol, ​​porque eso eliminaría por completo la sensación de intimidad. Como siempre, la clave está en una solución equilibrada.


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