Ceder a la tentación: ¿deseo o falta de autocontrol?

    Ceder a la tentación: ¿deseo o falta de autocontrol? Imagina que dentro de tu cerebro hay un equilibrio que fluctúa constantemente. Por un lado nos encontramos con el sistema del deseo, que incluye redes relacionadas con la búsqueda del placer y la recompensa. Por otro lado nos encontramos con el sistema de autocontrol, esas zonas cerebrales que hacen sonar la alarma cuando queremos emprender cualquier cosa que pueda resultar peligrosa o que no nos haga ningún bien. Sin embargo, ¿por qué es tan difícil mantener equilibrada esta escala? ¿Por qué a menudo dejamos que el sistema de deseos gane a expensas del autocontrol?

    Al contrario de lo que podría pensarse, el problema no siempre depende de si pensamos demasiado en las cosas que deseamos o de que las tentaciones que nos rodean aumentan. Un estudio reciente desarrollado por las universidades de Texas, Yale y UCLA sugiere que la clave es que ejercemos demasiado autocontrol.



    Estos investigadores pidieron a los participantes del estudio que participaran en un juego que incluía asumir ciertos riesgos. A medida que la gente jugaba, se escaneó su cerebro. Los psicólogos utilizaron un software específico para buscar en el cerebro patrones de actividad que pudieran predecir cuándo alguien estaba a punto de tomar una decisión arriesgada o, por el contrario, cuándo eligió un comportamiento más seguro.

    Sin embargo, lo interesante del estudio fue que los investigadores pudieron identificar las regiones cerebrales específicas asociadas con las conductas de riesgo: aquellas involucradas en el "control ejecutivo" y que juegan un papel clave en la atención, concentración y proceso de toma de decisiones. Gracias a este software se pudo observar que cuando una persona se involucra en un comportamiento de riesgo o simplemente está pensando en ello, hay una disminución de la intensidad en estas regiones.


    Volviendo a la analogía del equilibrio, este estudio sugiere que cedemos no a la tentación porque nuestro deseo haya aumentado, sino porque nuestro sistema de autocontrol falla, lo que hace que el equilibrio se incline peligrosamente.


    Por supuesto, existen numerosos factores que minan nuestro autocontrol al afectar su fuerza, entre los que podemos mencionar la falta de sueño, el consumo de alcohol y, sorprendentemente, también el hábito de ejercitar "demasiado" el autocontrol. Es decir, nuestro autocontrol no es infinito y, si nos pasamos todo el día negándonos algunos pequeños caprichos, eventualmente cederemos a la tentación.


    Debemos ser indulgentes con nosotros mismos identificando las cosas realmente importantes sobre las que dirigir nuestro autocontrol o corremos el riesgo de que cuando realmente lo necesitemos este se agote. Piense en el autocontrol como una batería que se recarga solo después de un sueño profundo y reparador.


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